El tenor Javier Camarena se presentó solo, sin más compañía que el pianista Ángel Rodríguez, pero nadie podrá decir que no llenó el gran escenario del Teatro Real. El cantante mexicano (Xalapa, México, 1976) ofreció este miércoles un recital en el coliseo que se vio obligado a alargar casi media hora. Interpretó hasta seis bises ante los atronadores aplausos y continuos "bravo" que lo entronizaron como nuevo mito vinculado a la institución lírica madrileña, donde comienzan a amontonarse sus actuaciones memorables. 

La ocasión era la Gran Gala benéfica del teatro, en favor del Programa Social del teatro, que congregó a una selecta representación del poder político, económico y cultural de la capital, vestida de largo o con esmoquin. 

Camarena dedicó su recital a compositores italianos, entre ellos Rossini y Donizetti, en los que es experto, y otros maestros del belcanto, como Vincenzo Bellini, como anticipo de Il Pirata, que se representará en el Real a partir del 30 de noviembre con el tenor mexicano interpretando por primera vez el papel de Gualtiero.

Su furtiva lágrima volvió a entusiasmar el público, que el sábado le había ovacionado durante la única representación de L'elisir d'amore. Entonces, el cantante protagonizó el cuarto bis de la historia del teatro durante una representación operística. De los cuatro, él ha protagonizado nada menos que tres.

Camarena es un artista muy completo, con una voz poderosa, sencilla, sobria pero con enorme capacidad dramática. Desborda empatía y conexión con el público y su actitud, siendo firme y decidida, es exactamente la opuesta a la de un divo clásico. Este miércoles hizo, además, de la necesidad, virtud. Se notaba que no estaba al 100%, quizás por algunos problemas vocales que ha tenido recientemente o por el cansancio de los ensayos de su próxima ópera. Y, sin embargo, sacó fuerzas de flaqueza hasta deslumbrar con su presencia, su vibrante caudal vocal y sus espectaculares sobreagudos, que nacen en él con total naturalidad.

Javier Camarena, durante su recital de este miércoles. Javier del Real / Teatro Real

Fiesta de la zarzuela

Hacia el final de la noche, el concierto se convirtió en una fiesta española. El repertorio estaba diseñado para hacer las delicias de un público predispuesto, que lo disfrutó al máximo. Camarena cerró el programa previsto con Mujer de ojos negros, de Jacinto Guerrero, cosechando varios minutos de ovación. Siguieron los bises de rigor, esos que se supone que el público reclamará y, además, espera. Flor Roja, de Los gavilanes, de Jacinto Guerrero; No puede ser, de La tabernera del puerto, de Pablo Sorozábal, y Te quiero, morena española, de El trust de los tenorios, de José Serrano.

Pero el público quiso más y más, y Camarena se vio obligado a ofrecer otros tres bises más. Los tenía reservados para la cena posterior, pero tuvo que emplearlos en el recital, que se alargaba por la insistencia de los asistentes, puestos en pie. Fueron Malagueña, Siboney y la ranchera El rey ("Con dinero o sin dinero, hago siempre lo que quiero..."). Si no llegasen a encender las luces, daba la impresión de que los asistentes se habrían quedado toda la noche. Los asistentes dieron palmas, cantaron la ranchera final y se fueron felices. 

Camarena actuó el sábado en la representación de L'elisir d'amore y elevó mucho la calidad de la producción de L'Elisir d'amore, protagonizó esta gala y a partir del 30 de noviembre asumirá un papel protagonista en Il Pirata. Es el otoño de Camarena en el Real, un teatro en el que triunfa cada vez que viene y al que su figura va quedando cosida, poco a poco y a base de noches para el recuerdo como la de este miércoles. 

No se perdieron la ocasión personalidades como el ex primer ministro francés y concejal en Barcelona Manuel Valls, el secretario general de la Presidencia del Gobierno, Félix Bolaños, el expresidente del Gobierno José María Aznar, la exalcaldesa de Madrid Ana Botella, el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa y su esposa, Isabel Preysler, el director y presidente ejecutivo de EL ESPAÑOL, Pedro J. Ramírez, con su esposa, la abogada y fundadora de Tribune for Human Rights, Cruz Sánchez de Lara, la concejal de Cultura del Ayuntamiento de Madrid, Andrea Levy, la consejera de la Comunidad, Marta Rivera de la Cruz, el diputado de Ciudadanos Edmundo Bal, el vicesecretario del PP Javier Maroto, la periodista Anne Igartiburu, así como numerosos empresarios, personalidades de la cultura y la moda que lo celebraron después con una cena en favor de los programas del teatro en colaboración con numerosas asociaciones sin ánimo de lucro. 

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