Cuenta el compositor Alfonso de Vilallonga (Barcelona, 1962), autor de El llanto de los burgueses oprimidos, que él no hace política, que no pertenece a ningún partido, que sólo es un trovador con ganas de arrancarse el último pelo de la lengua -catalana-. Dispara desde la sátira acompañado de unas gafas de sol y un acordeón, y pasea por la Rambla bailando con los transeúntes, punzante y alegre, sin más beligerancia ni drama, a pesar de que su crítica sea contra el independentismo de salón, contra la revolución estéril de los niños pijos que sueñan con ser diferentes: “Y las noches de luna llena / que es cuando lloran las élites / se oye la cantinela / de los burgueses oprimidos. / Entre el mar y la montaña / claman “derecho a decidir” / si el chalet de la Cerdaña / o la torre en el Estartit / por la derecha van Ferraris / por la izquierda van tractores / algunos se llevan rosario / y banderas y tambores”, canta.

Y hay más: “También está mi primita / la que se cree Rosa Parks / que para no sentirse sola / se trajo la cacerola / y le da golpes de Estado”. Dice el artista -que acostumbra a componer bandas sonoras de películas de cineastas como Isabel Coixet o Fernando León de Aranoa, y que atesora un Goya por Blancanieves- que tenía trozos de la canción escritos desde hacía meses, pero que andaba ocupado en otros proyectos: “La grabé entre abril y mayo porque me urgía expresar esto. Es una historia de lo que está pasando en Cataluña desde mi punto de vista. Creo que es simpática y respetuosa. No es una canción vitriólica, sino más bien un retrato social”. 

Ahí trata de pintar dialécticamente a los diferentes tipos de independentistas que pueblan Cataluña. “Industriales y perroflautas, y unas pijas medio incautas con síndrome de Estocolmo”, entona. “Lo peor es que no es una canción sólo sobre las élites, sino sobre la amalgama de gente que se ha tragado esta historia. Es una revuelta que no tiene nada que ver con lo social ni con la izquierda. Es una revuelta burguesa”, explica a este periódico. Vilallonga opina que “ERC quizá sea republicana, pero de esquerra no tiene nada, que yo sepa: no tienen un programa social de izquierdas”: “Quizá la CUP sí, pero Esquerra, a pesar de bautizarse como izquierda...”, resopla.

¿Razones para la queja?

Relata que no se explica a sí mismo “qué extraña conjunción de los astros y de los planetas nos ha tocado vivir para tener que lidiar con este coñazo soberano”: “No acabo de asumir sus razones para la queja. Alguna sí, claro, algunas de ellas son lícitas, como lo del Estatut, que fue rechazado, pero… sí que hay algunas razones para querer cambiar la relación con España, pero la unilateralidad y todo esto me parece una exageración”. Lamenta que la izquierda del resto de España “flirtee” con el independentismo, “como los Podemos y todos estos”. 

Si ha de elegir entre el concepto “presos políticos” y “políticos presos” se queda con el segundo. “Son unos señores mayores de edad que sabían perfectamente lo que estaban haciendo, y ya les avisaron. Pena no es que me den. Cualquier ciudadano tiene que responder por sus actos”. ¿Cómo vive él el clima de tensión entre Cataluña y “lo español”? “Yo creo que los medios exageran y que tal odio no existe, aunque es cierto que los independentistas han utilizado algunos eslóganes bastante ofensivos, como el de ‘España nos roba’. Pero no creo que sea tan así. Y si lo es, lo es por parte de poca gente. Son pocos pero hacen mucho ruido, intentan arrastrar a todos pero no creo que ese rechazo exista profundamente”. 

"Pipí en la estelada"

Vilallonga también publicó hace seis años una canción llamada Maldà State (Estat Propi), con el mismo leitmotiv. “Nació de la misma semilla que ésta, pero era más divertida, más frívola. Yo diría que ésta tiene una narrativa más profunda y está llena de desencanto. La otra es muy alegre: ahí dice que mojo la estelada con unas gotas de pipí”, comenta. ¿Era una provocación? “Bueno, sí, pero también era simpática… en ninguna de las dos insulto a nadie. Lo que pasa es que la otra me costó bastantes críticas. Anónimas, claro. Por internet todo. A la cara nadie me dijo nada”. Reconoce, con todo, que hacer uso de su libertad artística nunca le ha supuesto ningún tipo de problema para la convivencia. “Claro que hubo gente a la que no le gusta lo que hago, pero son los mismos que siempre me han ignorado”.

¿Se ha planteado irse de Cataluña en algún momento? “Sí. Varias veces. La verdad es que más que nada, es aburrido y pesado vivir aquí. Todo el día con el monotema. ¿Quién no está ahogado? Ellos mismos deben estarlo. Pero lo he pensado bien: que se vayan ellos”. ¿Ve esperanza: cómo se arreglará la situación? Porque a favor del referéndum no está. “Yo creo que esto simplemente no tiene solución, ya lo decía Unamuno. Es cuestión de sobrellevarlo. Hasta el fin de los tiempos”.

Aquí la letra completa: 

Están los temblores de la tierra

y el alud de refugiados

y los pobres que mendigan

en la puerta del mercado

los palestinos de Gaza

y los monjes del Tibet

y las morsas islandesas

que apalean en internet

pero compañero, calla y escucha, 

que esto es mucho más jodido:

ha estallado una revuelta

en Dinamarca del Sur. 

Y las noches de luna llena

que es cuando lloran las élites

se oye la cantinela

de los burgueses oprimidos. 

Entre el mar y la montaña

claman “derecho a decidir”

si el chalet de la Cerdaña

o la torre en el Estartit

por la derecha van Ferraris

por la izquierda van tractores

algunos se llevan rosario

y banderas y tambores. 

También está mi primita 

la que se cree Rosa Parks

que para no sentirse sola

se trajo la cacerola

y le da golpes de Estado. 

Y una monja tucumana

en zapatos y calcetines

intrustriales y perroflautas

y unas pijas medio incautas

con el Síndrome de Estocolmo. 

O Virgen Sacrosanta

Morena como la noche

escucha este lamento

de los burgueses oprimidos. 

Ya pone la gallinita

ya llora el cocodrilo

ya barre la ratita

como en los cuentos infantiles, 

y en la Plaza Catalufa 

hace un frío de cojones

la república hace aguas

mientras vuelan las palomas. 

Murmuran las abuelitas

y no llega el bus nocturnos

y es que no hay nada más triste

que los sábados en Saturno. 

Y a pesar de la llaga abierta

Y a pesar del enorme fraude

todavía no despierta

el rebaño escandinavo.