Era verdad que lo personal es político: Nacho Vegas se dedica a demostrarlo con canciones populares que anudan al hombre al mundo, con un activismo casi doméstico que ignora a las instituciones y con una dignidad artística que le subraya como quien es, un músico que no renuncia a su condición de ciudadano insurgente. En Violética, su último trabajo, saca tiempo para la guerra -como en Crímenes cantados, donde denuncia la barbarie de los CIEs- y para el amor -“lo nombramos hasta el pánico”, como canta en Las palabras mágicas-.

Está respirando hondo, Vegas, está peleando por Ser árbol: “Nos quisimos en lo bello y lo salvaje, nos recorrimos por dentro. Y así fuimos inventando nuevas formas de respirar, así fuimos inventando una nueva manera de imaginar”. Va dejando migas de pan para el ejército de la resistencia, porque sabe que todo lleva ideología. Va dejando versos para reanimar a los muertos que sin embargo se mueven. Cuenta con tres mujeres, tres, en este disco violáceo donde la hembra pesa: María Rodes, Christina Rosenvinge y Cristina Martínez. Esta última denuncia alguna que otra atrocidad cotidiana: “Aún no aprendiste ni a comerme bien el coño”. Es la hora de que ellos escuchen, y Nacho Vegas aguza el oído.

En el texto de presentación de Violética dices que “tenemos derecho a la infelicidad”. ¿Para qué sirve la infelicidad en estos tiempos de laca, purpurina, Instagram y falsa alegría constante?

Servir supongo que no sirve para nada, pero al final es importante, porque las cosas importantes no son funcionales, no tienen ninguna finalidad práctica. Igual que la felicidad o el amor son cosas que nos ocurren pero que no sirven para nada. No son útiles en nuestra vida. A veces incluso nos hacen desgraciados. Pero la infelicidad también es algo que nos recuerda que estamos vivos, que tenemos motivos para luchar, para combatir precisamente esa infelicidad. Por eso es algo que aunque a nadie le guste… tienen que saber que es importante, que forma parte de la vida, y no podemos barrerla, meterla debajo de la alfombra y hacer como si no existiera.

¿Y cómo es que echamos a correr si tanto nos queríamos?

(Risas). Pues es la gran pregunta sobre la que se construye esa canción, las Palabras mágicas. Son estas contradicciones… son inherentes a veces a las cosas importantes, al amor. ¿Por qué a veces aquello que crees que te puede hacer feliz acabas saboteándolo tú mismo? Yo en las canciones formulo preguntas, lo que no tengo son respuestas.

¿Eres un maestro del autosabotaje?

No, no especialmente… espero que no sólo especialmente (risas). Es algo que veo en mucha gente. Es más habitual de lo que debería ser. Si piensas un poco en lo absurdo que es sabotearte a ti mismo. Al final las relaciones afectivas que establecemos no sólo dependen de nosotros, que es lo que tendemos a pensar, sino que tienen que ver con un montón de factores que se nos escapan. Con todo lo que te rodea, con el entorno, con el lugar, con el momento, con el mundo en el que vives. Y eso hace que aquello que debería ser fácil, como mantener un amor cuando sabes que existe por las dos partes, resulta mucho más complicado. Por eso yo necesito hacer canciones que hablen de lo complicadas que son las cosas que deberían ser más fáciles.

En tus letras hay un amor hondo, un poco oscuro, difícil de desenmarañar. Da la sensación de que es difícil que salga bien, que sea superfluo y camine solo. ¿Es amor romántico, no lo es; es la constatación de que el amor no puede durar para siempre? ¿Qué diagnóstico haces?

Supongo que no tiene tanto que ver con el amor romántico, del que he huido un poco en mis canciones. Siempre quise que fuese un amor muy real en el que los personajes tuviesen vidas reales y un mundo real, y, precisamente por eso son amores difíciles… hostiles. En determinadas situaciones sociales es más difícil quererse que en otras. Yo he visto en los últimos años a muchos amigos perder trabajos y a gente en situaciones realmente muy jodidas y eso ha afectado a sus relaciones. Eso te hace pensar que el mundo no funciona, que hay una falta de armonía. Yo hablaría de amores trágicos, en mis canciones. No porque siempre haya vivido ese tipo de amores y me interesen especialmente, sino porque cuando algo acaba de forma trágica y nos hace daño, es cuando te preguntas: ¿cómo pudo fallar algo tan bonito, cómo pudo convertirse en algo tan doloroso? Por eso se escriben tantas canciones de amor.

He leído que decías que temías llamar Violeta al disco, en honor a Violeta Parra, por si parecía un disco feminista: contabas que, aunque seas profeminista, aún te queda mucho que aprender del movimiento. ¿Qué tiene que aprender la izquierda del feminismo y en qué no debe parecerse?

Bueno, la izquierda para empezar tiene que reconocer que ha sido tremendamente machista aunque se ha presentado siempre como extremadamente sensible al feminismo, pero en realidad no lo ha sido. El obrerismo, por ejemplo, que yo creo que ha tenido su importancia en tantas luchas a pesar de que la mayoría acabaron en derrotas, tuvo un gran fallo que fue que no tuvo en cuenta a la mujer. Sólo se preocupaban del trabajo asalariado que recaía en su mayor parte en hombres y olvidaban todo el trabajo que tenía que ver con los cuidados y la crianza que recaía mayoritariamente en mujeres.

Estoy hablando del momento en el que el obrerismo fue tan importante, a finales de los setenta y a principios de los ochenta. Es algo que tiene que reconocer la izquierda. Las relaciones que se producen en una asamblea, en una reunión o en un partido de izquierdas siempre acaban teniendo una lógica patriarcal, porque vivimos en un patriarcado. La izquierda tiene que aprender que para luchar contra un sistema no basta con ir sólo a por el capitalismo, sino a por el patriarcado. Sin una lucha, la otra es imposible.

Eso que dices me recuerda a aquella imagen: Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y Ramón Espinar bajo el rótulo “Nosotras”.

(Risas). Sí, sí. Y en las asambleas siempre acabas viendo cómo toman la palabra ellos. En las que estuve acaba siendo así. Y con todo lo que ha ocurrido últimamente, con el punto de inflexión del 8-M, donde se demostró que el verdadero eje movilizador hoy en día es el feminismo y no es la izquierda, hemos recordado que es el feminismo quien le está enseñando a la izquierda cómo recuperar la calle. Tiene que tomar nota. Y en cuanto a donde no se deben parecer, que me preguntabas… bueno, el feminismo es hoy ya algo tan grande como la propia izquierda, y la izquierda ha sufrido todas estas disputas internas, estas luchas fraccionales que se están viendo ahora en el feminismo. Estaría bien que lo que se convierten en puñaladas por la espalda en la izquierda, en el feminismo se convirtiesen en debates sanos de ideas donde se contrasten posturas. Por lo menos en el feminismo con perspectiva de clase, que yo creo que es el que se manifestó de forma masiva el 8-M.

El músico Nacho Vegas. Carmen Suárez.

¿Es difícil la combinación de feminismo y derecha?

Claro. Una amiga me regaló el libro de W.I.T.C.H., el movimiento contracultural que hubo en los setenta en EEUU. Eran feministas radicales que fueron las primeras que en un manifiesto alertaban sobre el machismo dentro de la izquierda y lo denunciaban.

No sé si has leído o escuchado hablar sobre el libro que divide a la izquierda (una vez más). La trampa de la diversidad, de Daniel Bernabé. La idea es que la izquierda está enraizada en luchas identitarias y eso al final le hace olvidar lo fundamental, según dice Bernabé, que es la lucha de clases. La pobreza o el precariado que todos tienen en común.

Sí. Es un tema que seguí bastante. Leí varios artículos con diferentes enfoques. Me cuesta tener una postura muy clara. A veces se ha criticado mucho la cuestión identitaria cuando no tiene por qué estar despojada de una perspectiva de clase. Al final creo que la opresión a ciertas minorías también tiene que ver con la lucha de clases y tenemos que empezar a reconocer primero que la izquierda tradicional, la que se basaba en el obrerismo y que olvidaba todas las cuestiones identitarias, dejó de lado a una parte muy importante de la sociedad que entablaba sus luchas por otro lado con pocos apoyos. Para esa izquierda el feminismo era una cuestión meramente identitaria y una lucha secundaria dentro de la verdadera lucha emancipatoria, que era la lucha de clases. Hoy en día ya nadie considera al feminismo como algo meramente identitario porque afecta a toda la población: no puede serlo. Tenemos que ver las luchas desde la perspectiva también de clase. Pienso en la lucha LGTB… yo he visto cómo poco a poco la ha ido fagocitando el mercado.

El gaypitalismo.

Exactamente. Y me acuerdo que cuando me di cuenta de eso pensé que el feminismo era algo mucho más grande que no podía ser fagocitado por esta hegemonía neoliberal. Pero sí ocurre en algunas partes. Hay artículos que hablan de feminismo hoy en día y hablan de las mujeres que están en los consejos de dirección de las empresas. No sé quien lo decía: “No queremos el 50% del infierno”. Volviendo al tema: yo no desprecio las cuestiones identitarias en absoluto, son importantes. Cuando nos referimos a identidades nacionales, veo que la izquierda que viene de Madrid y del centro de Madrid, contempla como una cuestión identitaria y casi de folclore político todas las luchas que tienen que ver con la periferia, con los nacionalismos, y con el internacionalismo sobre todo. Yo creo que es importante que se den cuenta de que son luchas que van parejas. El internacionalismo de la CUP o el soberanismo que pueda tener una raíz con una perspectiva clara de clase, también ecologista y feminista… son luchas que pueden ir parejas. Y deben, para que sea una lucha transformadora.

No es algo que tenga del todo claro, ya te digo: es verdad que todo ese determinismo económico del marxismo más ortodoxo pues… hoy en día puede hacerse una revisión en la que las diferentes luchas culturales sean importantes sin que se conviertan en meras batallas simbólicas que al final oculten los verdaderos cambios materiales que se necesitan. Es lo que pasa con las batallas simbólicas y de gestos, como estamos viendo ahora con el gobierno del PSOE.

¿Se compone mejor contra el PP o el PSOE también sirve?

Ahm…(Piensa). Nah, no compongo contra el PSOE ni contra el PP. Compongo siempre a favor, en realidad. Las canciones son algo positivo y acaban abriendo una grieta a la esperanza. O son canciones que existen para constatar que hay aún motivos por los que luchar, ya sean personales o sociales.

Pero Crímenes cantados es una canción durísima y escrita a la contra. “Mientras haya un CIE abierto, habrá un gobierno criminal”.

Sí, pero al final lo que la canción dice es que es tiempo de luchar y que no quiero cantar más canciones de esas. Es con lo que nos tenemos que quedar, pero desde luego, cualquier Gobierno que mantenga un CIE abierto (y el PSOE es tan cómplice como el PP en este caso) está siendo cómplice de crímenes y de un racismo institucional que clama al cielo, vamos.

La palabra de la semana es “maricón” porque la ministra Delgado se lo llamó a Marlaska. Me he acordado de que en Actores poco memorables tú mismo la utilizaste: “Es medio maricón y se meaba en la cama hasta los diez..”. ¿Qué significa para ti esa palabra, qué connotaciones puede tener? ¿Depende de quien la use? Ahora mismo parece dinamita, un arma arrojadiza: también el otro día Arcadi la usó para referirse a Rufián.

Claro… las palabras por sí mismas denotan cosas y el uso que hagamos de ellas les dan diferentes connotaciones. “Maricón” es algo que se ha usado mucho como el insulto más despectivo que te podían decir en el instituto, por ejemplo. Ser “maricón” es lo peor que podías ser en el instituto, porque te marginaban, porque te hacían de todo y porque además, si lo eras de verdad, también sufrías por ello, porque te sentías culpable, encima, por serlo. Por eso a mí me gusta cuando te apropias de esa palabra que significó cosas duras para ti y la usas sin problema. Yo lo hago así, y tengo muchos amigos con los que nos llamamos “maricón” sin problemas, pero claro, es muy diferente a como lo ha hecho Arcadi Espada. Pero el problema de Arcadi Espada no es decir ‘mariconazo’, es que es un desgraciado mental.

El músico Nacho Vegas. Carmen Suárez.

Estamos en pleno debate sobre la libertad de expresión, precisamente. ¿Qué diferencia a Willy Toledo o Valtonyc de Arcadi? ¿Los defendemos a todos o no defendemos a ninguno?

Por supuesto los defendemos a todos. El otro día me enteré de que le había caído una multa a Losantos por lo que dijo de bombardear Cataluña. No creo que deba haber ninguna sanción, a pesar de que por lo que dijo, si seguimos un poco la lógica de la Audiencia Nacional, podrían haberlo detenido perfectamente ese mismo día. Quiero que todo el mundo pueda decir lo que le dé la gana y lo defenderé siempre. Lo dijo Valtonyc cuando salió su sentencia. Algo así como “a todos los que me estáis insultando y mandando amenazas y deseándome la muerte: yo siempre defenderé que lo podáis hacer pero a quien le toca ahora es a mí, y me están juzgando por ello”.

Pero curiosamente, o no curiosamente, están persiguiendo a quienes cuestionan el sistema hegemónico y el Estado desde un lado, no desde el otro. Desde luego no habría tribunales de excepción suficientes si se juzgasen a todos los fascistas que andan lanzando amenazas de muerte, por las redes. Pero no quiero que se persiga nada de eso. Aquí entra en juego algo importante que es el poder popular. No se debe prohibir ninguna idea, ni siquiera fascista, pero sí me gustaría que la gente se autorganizara para silenciar a la gente que hace este tipo de expresiones. No creo que eso tenga que venir del poder institucional. Vivimos en un lugar donde creo que somos más los que creemos que el fascismo es algo aberrante contra lo que hay que luchar. Lo de cagarse en dios, o las letras de unas canciones… perseguir eso son avisos del Estado cuando se cuestionan sus pilares y muestra su cara más autoritaria y siniestra. Además no es disuasorio. Siempre se da el efecto Streisand.

¿Cómo haría Nacho Vegas un himno de España ahora que Marta Sánchez se ha lanzado ya al tema?

En mi vida se me ocurriría hacer un himno de España.

Pero si haces canción popular, de alguna manera podría reinventarse el concepto de himno de España.

Sí, pero a mí el concepto de España no me apela. Para nada. No es algo que me provoque ninguna emoción positiva como para que escriba una canción, al contrario. Me repele muchísimo y no hago canciones sobre cosas que me repelen.

¿OT es capitalismo puro: rueda de música rápida, arte de usar y tirar?

Bueno, la música y los chavales que están allí no. Son chavales que hacen música como la puedo hacer yo, como la puede hacer cualquiera, son jóvenes y tienen mucha ilusión. Pero el concepto del programa ya desde el nombre vende… esta especie de ética rápida del triunfo de que para ir eliminando a gente tienes que pasarles por encima. Como que la música es una competición y tiene que haber un ganador, pero tengo entendido que en esta última edición había buen rollo y que se juntaban entre ellos para fortalecerse.

En la música, en realidad, todos nos apoyamos mucho entre nosotros. Ya sabemos que asomarte al mundo del otro te enriquece. La música popular siempre fue algo que durante miles de años se difundió de forma natural, a través de la tradición oral, con la gente cantando las canciones en los pueblos y en las fiestas populares… pero con este capitalismo tan rampante ahora la música se “consume”, no se “escucha”. No me gusta eso de asumir que la música es un producto, una mercancía, y que, como es una mercancía, se puede mercadear con ella y malearla, de alguna manera. Tenemos que revertirlo en la manera de lo posible para que llegue a ser demasiado aberrante todo.

Cuando escucho tus canciones en Youtube, siempre leo algún comentario tipo “joder, a ver si deja de hacer canciones tan políticas”. Me acordaba de que me decía Tote King que él tuvo que decir en un momento “oye, pues que no venga nadie de derechas a mis conciertos, me da igual, si tanto os jode es lo que hay”. Hubo un flujo de público que perdió. ¿Tú te arrepientes de haber renunciado a ciertos oyentes por hacer lo que tú quieres hacer?

Creo que va con el oficio, esto. Podría hablar de temas más amables en mis canciones y tendría más público, o no, no lo sé. Pero el caso es que hablo de los temas que me preocupan y que son los que me provocan la urgencia de escribir una canción. Sí que he perdido público por haberme posicionado políticamente, sobre todo, desde que lo he hecho más claramente. Desde que he asociado más mi trabajo a mi posicionamiento político.

Pero todavía hoy leía un mensaje… el otro día, en Oviedo, en el concierto, hubo un par de apariciones: una compañera del coro antifascista es delegada sindical y salió a leer un comunicado por un bloqueo de las negociaciones que tienen los trabajadores y trabajadoras minoristas en Asturias. Están pendientes de que les suban el sueldo para que sean más de 800 euros, que es lo que están cobrando ahora, que es una miseria. Bueno, y luego salieron otros compañeros con una pancarta… y alguien escribía que le gustaba mucho lo que yo hago, pero que había venido a escuchar canciones, no soflamas políticas pagadas por el Ayuntamiento, encima, tal. Entré en su perfil y vi que era un tío del Club del Viernes, que son cuatro ultraliberales, que se llaman ellos, súperfachas. Están chiflados en su batalla contra el asturiano, de manera irracional. Y me llamó la atención que ese tío dijese que le gustaban mucho mis canciones. No contesto ya en Twitter a esas cosas pero le diría: ¿por qué vienes entonces a mis conciertos, cómo es que te gustan mis canciones?

El músico Nacho Vegas. Carmen Suárez.