Romeo Santos es el superhéroe mundial de la bachata: Anthony -el niño que nació en el Bronx y quería escribir canciones de raza y ternura- es quien le late dentro como un sonajero antiguo. Ante la duda de la bifurcación, asegura que podemos llamarle “bebé” -y se ríe dejando caer los ojos, con tentación de videoclip-. Toda una declaración de intenciones: Santos sabe que es por sus canciones que hasta en los países sin sangre, donde viven los chavales de codo en barra y meneo torpe, los futuros novios -o los reyes hormonales del bar- podrán juntarse en la noche con la excusa del temazo.

Viene de Aventura pero las ganas de correría no se le han acabado: ya recordarán ustedes aquel verano en el que todo se dio propicio para repetir una y otra vez “son las cinco en la mañana y yo no he dormido nada; pensando en tu belleza, en loco voy a parar”. O aquel desgarro juguetón de: "No importa que hoy te alejes de mí, me extrañarás mañana", que cantaba en Todavía me amas

Desde entonces golpea aún más fuerte, ya solito y zalamero, con su nuevo “yo” bajo el brazo: con Golden, su tercer álbum, ya es número uno; y con el sencillo Bella y sensual, acompañado por Daddy Yankee y Nicky Jam, se ha hecho con las emisoras del planeta. Fácil. Cuenta que con 13 años ya escribía canciones, pero con intención de que fueran para otros, pero “con 16 entré al coro de la iglesia, no por cuestiones religiosas, sino porque había unas chicas muy hermosas allá en la parroquia”, ríe. “Así que mi primo y yo nos metimos allí enamorados por esas chicas tan bonitas. Entonces ellas me dijeron ‘cantas lindo, cantas bien’, y yo no lo podía creer, pero a los 17 acabé formando el grupo, que ya es Historia. Después de 16 años juntos, nos independizamos como solistas”. 

Dice Romeo que de pequeño era “un charlatán, un payaso”, y que sus maestros le decían “este niño es demasiado activo”: “Pero era porque me di cuenta de que ya tenía claro lo que quería hacer. Yo promuevo la educación, es fundamental, pero con unos años ya me di cuenta de que me había llevado lo que necesitaba de la escuela. Fíjate que nací en el Bronx, pero tuve una infancia muy bonita, ¿sabes? Mi madre puertorriqueña, mi padre dominicano… y crecí escuchando merengue, salsa, bachata. Mi madre siempre me ponía Camilo Sesto y Julio Iglesias”. 

El tándem con Julio Iglesias

Quién le iba a decir que décadas más tarde, y precisamente en este disco, iba a acabar grabando una canción con Julio Iglesias, ese truhán y señor planetario. El tema se llama El amigo y es una confesión de hermandad en la que dos compadres se cuentan cuánto se quieren y qué grado de complicidad han alcanzado, guiñándose con piropos de la talla de “casanova parrandero” o “picaflor empedernido”.  ¿En qué querría parecerse Romeo Santos a Julio Iglesias? “En la lista de mujeres”, responde, sonriendo. Y repone: “Ojalá lograse la mitad de la mitad de lo que él ha logrado en su carrera. Es un tipazo, tiene una disciplina impecable y un repertorio excelente. ¡Podré decir que he colaborado con Julio Iglesias…! Aún no me lo creo, porque él hace muy pocos duetos. Ser parte de esa lista es un honor”.

La gente que me dice iluminatti, o gay… ni siquiera ellos mismos se lo creen, pero sienten que me doman diciendo esas cosas de mí que tantas veces he dicho que no soy

¿Técnicas de seducción compartidas? “Bueno, cuando estoy en cualquier lugar con Julio, lo que hago es observarle y aprender. Tiene una personalidad muy fuerte, dices ¡wa! Es un hombre de gran sabiduría”. Con toda esa testosterona sobrevolando a los dos músicos, resulta difícil creer que a Romeo Santos le increpen, los haters, al grito de “iluminatti” o “arrogate”, e incluso le tilden de “gay” -como si fuera un insulto-. A esas bocas venenosas les dedica Sin filtros, un manifiesto desprejuiciado. “La gente que me dice iluminatti, o gay… ni siquiera ellos mismos se lo creen, pero sienten que me doman diciendo esas cosas de mí que tantas veces he dicho que no soy”, explica. “En esa canción no me estoy defendiendo, es más un desahogo, es más el intentar convertir los comentarios ignorantes en chistes”.

Relata que se dejó llevar por el beat, por el ritmo. Ahí no le pegaba una canción de amor, sino una suerte de ring dialéctico.

-Pero hay un verso muy fuerte en el que dice “Y si me crees marica, préstame a tu mujer”. 

-Bueno, eso es un chiste para joder a esa persona que tiene problemas conmigo. Es un chiste porque aunque realmente se lo diga a su mujer, si ella físicamente no me gusta nada, no voy a hacer nada.

-O si no le gusta usted a ella.

-(Risas) También. De todos modos, no me quitan el sueño las críticas. Yo me vacilo ya de todo esto, soy inmune. 

¿Y la propuesta más indecente que le han hecho? “Fue un chico”, ríe. “Yo estaba en Colombia, y un tipo me dijo ‘mi novia es enferma contigo, quiero que te vayas con ella esta noche’, y yo me reí, ‘jajá, qué chistoso’, y me dijo ‘no, no, en serio’”. Pero, ¿trío? “¡No! Él me ofrecía que me llevase a su mujer, si se hubiese ofrecido él también definitivamente que no iba… pero no, tampoco me fui con ella, me dije a mí mismo ‘cuidado, a ver si esto es una trampa’”. Él, por su parte, confiesa que tiene casi una proposición “plantilla”. Su frase más recurrente es: “Mi amor, tranquila, yo soy un poeta, yo lo que busco es musa para seguir creando. Tú puedes ser mi próxima musa”. Como para fiarse. 

Machismo y política

¿Qué piensa de las críticas hacia esa misma canción, que alegan que es machista y que incita a la cultura de la violación con letras como “si te falto el respeto y luego culpo al alcohol”? Abre mucho los ojos. “Nada que ver. Distinto sería si yo dijese ‘toma alcohol’, pero no. Yo no incito a la violencia, ni siquiera me considero machista. Puede que algunas canciones puedan percibirse como machistas -y eso es porque la gente se concentra en los temas que generan crítica-, pero yo tengo canciones que hablan de violencia doméstica, y tengo una canción antiaborto, No lo perdona Dios”. Explica que el público soberano se queda con “todo lo que habla de morbo, de infidelidad, de ‘te voy a quitar a tu mujer’…, pero yo interpreto en mis canciones mil situaciones, y son ustedes los que eligen los temas más populares”. 

Hoy veo a muchas personas criticar al presidente de los EEUU, pero muchos de ellos votaron por él, así que les digo ‘cómetelo por cuatro años y aprende, no lo vuelvas a hacer

En 2009 cantó para Obama, presidente de los EEUU por entonces. ¿Lo haría ahora para Trump? “No, no cantaría para Trump. Prefiero no entrar en detalles”. Pero, ¿le preocupa la deriva de la política racista del actual presidente? “A mí me preocupa lo que estamos haciendo nosotros como país. Es muy importante que si criticamos a Trump también nosotros seamos ejemplares. Hoy veo a muchas personas criticar al presidente de los EEUU, pero muchos de ellos votaron por él, así que les digo ‘cómetelo por cuatro años y aprende, no lo vuelvas a hacer’”.

Se sacude el ego siempre que puede: “Sé que el rey sólo lo soy en el escenario, cuando me bajo de ahí soy un tipo muy corriente”, dice, como en aquella Ojos de gata de Enrique Urquijo. Ha aprendido a diferenciar a los que quieren a la persona y a los que adoran al cantante. ¿Algo que aún no se haya atrevido a hacer? “¡El cine! Pero me gustaría prepararme, estudiar interpretación, no hacer un proyecto por ser Romeo el cantante, sino porque me consideren un potencial actor”, sonríe. “Un Denzel Washington”. Prepárense: acción y bachata es lo que viene.