Lorena G. Maldonado Carmen Suárez

"¿Que se ha muerto quién? ¿Rita Barberá? Ah, a mí sólo me habían dicho que Justin Bieber estaba en Sol, pero creo que era mentira. Hoy es el día de Justin". Hay una burbuja emocional que impermeabiliza a la tribu belieber que acampa a las faldas del Barclaycard Center -antiguo Palacio de los Deportes de Madrid-. Asfalto y vallas en forma de altar para postrarse ante Justin, el Niño Dios que ayer le metió un puñetazo en el labio a un fan que intentó tocarle la cara a través de la ventanilla del coche. "Yo también lo habría hecho", le defiende una chica. No hay debate aquí. El rubio ecuménico ha venido a la ciudad y su deidad no se discute. Será un poco rebelde, pero es una monada.

Las fans de Justin Bieber antes de su concierto en Madrid

Bocadillos, móviles, pintalabios, bufandas, sillas de playa, madres pacientes que le siguen el rollo a las hijas, padres hasta el testiculario que prefieren no hablar en cámara. Este fenómeno tiene algo muy parecido a la fe, al lobby, al ¡amor! en su versión más grotesca. Todo el mundo habla de Justin Bieber como si le conociera desde la guardería, como si le hubiese visto por dentro, como si le hubiese ayudado a vomitar en alguna mala noche de fiesta. Aunque no deja de ser cierto que han crecido con él: "Yo soy belieber desde 2009" es sinónimo de medalla de autenticidad. "Yo pensaba que la fama le iba a durar dos semanas y mira". No es una moda. Es un dogma sustento en sí mismo, una trayectoria mesiánica.

Una cría prefiere no salir en el vídeo: ha dicho que estaba mala para faltar a clase y poder hacer cola desde temprano

Una cría prefiere no salir en el vídeo: ha dicho que estaba mala para faltar a clase y poder hacer cola desde temprano. Otras llevan haciéndolo más de un mes: se organizan en grupos grandes y distribuyen las mañanas, las tardes, las noches. Vienen de todos los puntos de España, como hormiguitas sufrientes. Están heladas y felices. Suerte que la pasión entibia y se sobrevive a la rasca. Una fan ha pagado la friolera de 2.500 euros en Ticketbis -plataforma de compraventa entre particulares- por una entrada Meet and Greet que le permitirá tener a su ídolo frente a frente. Por 500.000 euros se puede pasar la Navidad junto al cantante. Un regalito.

Justin Bieber es faro y guía. Es el novio del universo, es una Estatua de la Libertad con tatuajes y flequillo platino. "Es un referente", suspira una chica. "Mira, yo siempre he querido estudiar Veterinaria, ¿vale?, y no me daba la nota. Estaba triste, pero llegaba a mi cuarto y veía sus pósters... ponían 'Follow Your Dreams and Believe' y me tranquilizaba". Aunque el 21% de los fans de Justin en UK prefiera mantenerlo en secreto -según una encuesta realizada por Ticketbis hace unos meses-, en España se le erige como a Mahatma Gandhi: "Es humilde de corazón". ¿Por qué os gusta tanto Justin?, le pregunta este periódico a un grupo de niñas. "Ay, esa es la pregunta del millón. Por qué les gusta tanto", interviene una madre, con hastío, acurrucada bajo un chubasquero y aguantando -también- el otro temporal. Esperemos que hoy no haya labio partido.