Cien himnos compuestos después, sigue acariciando cuerdas a la sombra del genio de Úbeda -porque el foco le molesta a la vista-. Pancho Varona es la modestia, la lucidez, la filantropía, el cerebro en la retaguardia, el hombre querible que hace con las palabras lo que le viene en gana. Ahora lo demuestra en Pociones (Verso & Cuento), un recetario de destellos geniales que igual aborda los amoríos ásperos que el drama de la inmigración, pasando por el olor a Primo de Rivera de una España en blanco y negro.

Es muy cómodo, es muy cálido, tomarse un café con él una mañana de mayo charlando sobre la vida, sus sonetos y sus desaires. Es la reencarnación del Pirata cojo y naufraga en Neptuno. Guitarrista insurgente Varona: él quería escribir la canción más hermosa del mundo. 

¿Por qué la gente le quiere tanto?

Yo el cariño de la gente todos los días lo cultivo, lo mimo, le hablo, le arreglo las plantas, ¿sabes lo que te digo? A mí me gusta tratar a la gente como me gusta que me traten a mí. Yo la vida no la concibo sin educación y sin amabilidad: me parecen las dos grandes virtudes de una persona. 

Es incluso sospechoso que no le cojan manía, en estos tiempos tan polarizados. 

Bueno, imagino que tengo haters, pero a pesar de que mis opiniones en Twitter son muy claras (en fútbol, política, música, teatro, en todo), como la gente me tiene cierta ley, no la toman conmigo. Es más: me ofendería si no tuviera haters. Hay que tener de todo para no ser un tipo creído. “Todo el mundo me quiere”, ah, no, mentira. Está bien que te odien también.

Es un libro con muchas pociones de amor. ¿Qué sabe Pancho Varona del amor con 61 años que no sabía con 18?

Uf, muchas cosas. Lo que pasa es que no te las sé enumerar ni contar. La experiencia es la base de todo. Yo ahora me considero capaz de aconsejar a la gente respecto a cuestiones amorosas, con 18 años era un pringadillo que iba por la vida con el corazón roto de amor cada 5 minutos por la calle. Ahora intento enamorarme lo menos posible, porque sé lo que duele. Sé de amor pero sé en su justa medida. Es difícil de contestar esta pregunta. Yo tengo necesidad de cariño, eso es cierto. No soy demasiado sociable, sin embargo: no me gusta ir a comer con los amigos… me gusta que me quieran, pero no soy un buen amigo con el que se puede contar siempre. Dejo tirada a la gente muchas veces. Soy malqueda. Sí, sí. Intento justificarme, pero no me gusta ir a cenar, ni a comer. Y yo eso lo meto dentro del amor.

¿Y qué te gusta, entonces?

Querer y que me quieran, pero en la distancia. Luego soy pegajoso: me gusta dar un abrazo y que me abracen.

Cuando estás, estás.

Sí. Pero me gusta comer solo leyendo el periódico y comer en 30 minutos, al contrario que a mi amigo Joaquín, que es de sobremesa de tres horas y de comidas con diez personas. 

¿Y del sexo, qué has aprendido?

¡Vaya preguntas me haces! Del sexo imagino que se aprende todos los días y al mismo tiempo lo tienes todo aprendido desde que tienes veinte. Todo está aprendido, o imaginado, o soñado. Pero con 60 aún te pasan emociones nuevas a diario: calores nuevos, cosas nuevas. No sé decirte. Yo me las daba de sabio y me di cuenta de que no existen los sabios en el sexo. Todos los días debutamos. 

¿Los monógamos pueden escribir buenas canciones?

(Ríe). Imagino que los muy inteligentes, sí, sólo ellos. O los muy dotados, o los muy sensibles, o los muy románticos, aunque sean monógamos. Pero desde luego que te pasen cosas en la vida es un buen tema para las canciones. Joaquín… Joaquín va a salir mucho en esta entrevista, porque es mi maestro: Joaquín dice que las canciones buenas surgen de la infelicidad doméstica, del desamor. Y es cierto. Cuando todo falla, cuando todo va mal, es cuando se te ocurre un verso brillante. Cuando todo va bien es más difícil ser ocurrente.

¿Entonces hay que renunciar a una vida estable, o a la felicidad, para poder ser prolífico creativamente?

Yo imagino que algo parecido hay, porque yo conozco a muchos grandes escritores de canciones que han escrito sus mejores canciones en la desgracia. Mucha gente relacionada con las adicciones, con la heroína, con la infidelidad, con el amor, con el desamor. Supongo que sí: la felicidad no es buena compañera para el arte, en general. Cuando estás desesperado y con ganas de suicidarte te sale un estribillo cojonudo y dices ¡qué bonito!

¿Tú has tenido ganas de suicidarte alguna vez?

No, yo no. Nunca, nunca. Hay veces que estoy en el metro viendo llegar el tren y digo: joder, sería terrible hacer esto… pero al mismo tiempo, tienes cierta atracción, ¿sabes qué te digo? Esa sensación de “mejor me quedo pegado a la pared porque esto ejerce cierta fascinación y me molesta”. Pero ganas de suicidarme no, nunca. Tengo una vida bonita. No me suicidaría por nada, a no ser que fuese una enfermedad incurable o una de esas cosas que a veces te pasan por la cabeza.

¿Alguna vez has escrito una canción de amor y te la han tirado a la cara?

No, y, ¿sabes por qué? Porque yo soy más músico que letrista. Entonces me la he jugado menos. 

Cuéntame la intrahistoria de alguna canción que no hayas contado todavía. 

Sobre todo, en muchas explicaciones he omitido detalles escabrosos.

¿Por ejemplo?

No te lo voy a decir.

¡Venga! 

No, no. Recuerdo noches de fiesta de las que han salido canciones y no te puedo decir ni la canción, ni la protagonista, ni quién la canta… pero hay cosas que no cuento porque no me parece caballeroso, aunque la palabra “caballeroso” también me repugne, por otra parte. Pienso que no está bien dar detalles feos… sólo hay que contar las cosas bonitas que pasan. Las feas hay que callárselas, sobre todo si pueden dolerle a alguien.

Igual no son feas, sólo son sórdidas. 

Ya, la sordidez, a veces… yo estoy lejos de la sordidez, aunque haya tenido una vida de músico y de rock and roll, nunca he tenido una vida escabrosa. He intentado evitar ese camino. Soy bastante más normal de lo que pueda parecer. “Con 37 años en la carretera y músico, ¡lo que le habrá pasado a este tío…!”. No tanto, no tanto.

¿Cuándo paró todo aquello? ¿Cómo pesa la pose de maldito, de nocturno? 

Ahora ponemos la pose ya sólo en los escenarios, con esa cara ridícula de los rockeros y su guitarrita. Pues todo eso terminó en una época en la que Joaquín y yo decidimos levantar el pie del acelerador, porque nos dimos cuenta de que éramos mayores. Y Joaquín y yo somos tíos sensatos. Fue hace quince o veinte años. La primera parte de mi vida fue muy noctámbula, y en esta segunda parte me gusta muchísimo ver amanecer, hacer fotos de las torres de Madrid desde mi casa, levantarme antes de que amanezca, trabajar por la mañana… y antes era todo lo contrario. Yo creo que la sensatez te hace decir “la primera parte de tu vida ha sido muy divertida, ahora intenta que lo sea la segunda, y sin jugártela todos los días”. Y yo ahora he dejado de jugármela. Y soy muy feliz. Tanto como antes, o más.

¿Alguna vez habéis tenido Sabina y tú un pique de faldas?

No. 

¿Os ha gustado la misma mujer? No me puedo creer que no.

Yo creo que a él sí le han gustado algunas novias mías, puedo sospechar un par de ellas. Pero no te puedo decir nombres. A mí mujeres de él, seguro que no, y eso que ha salido con mujeres muy inteligentes, muy guapas, muy divertidas y muy sexys. Pero nunca me han atraído. Nunca ha habido un pique de faldas…

Es curioso, ¿eh? En tantos años.

Si, sí, pero es que siempre hemos tenido sitios diferentes por los que nos movíamos en busca de novias. O llegaban por sitios diferentes las mujeres a nuestras vidas. Además, él siempre llevaba las de ganar. Era más divertido, más inteligente que yo, más guapo que yo… no, entiéndeme. Nunca nos ha pasado eso. No nos hemos picado por casi nada. Sólo un día discutimos por una tontería de una producción ejecutiva. Siempre hemos sido los dos generosos con el otro. 

Y eso que las peleas suceden en las mejores familias. Pienso en dúos musicales mágicos…

Sí, todos terminan a hostias. Incluso para el rock and roll viene bien que dos amigos que llevan diez años currando juntos acaben a hostias, y luego pasen dos años y se arreglen. Pero a Joaquín y a mí no nos ha pasado, afortunadamente, y por eso hemos podido trabajar juntos en casi cien canciones, que se dice pronto. 

Oye, ¿y alguna vez habéis hecho un trío?

Con Antonio García de Diego (ríe). Musical.

Sabes que no me refería a musical, ahora. 

Yo te hablo del musical…

Uy, y el otro no lo niegas.

Sí, sí lo niego. 

¿Lo niegas todo?

Sí. 

¡Hasta los Beatles se han masturbado juntos…! 

Algo de eso había, ¿no? Algo leí. No, yo no… no soy aficionado a esas cosas. Soy más normal y más aburrido. 

Tampoco es tan loco, ¿eh? Después de tantos años…

Si hubiese ocurrido tampoco te contaría detalles (risas)

El otro día decías que llevas 15 años de bajona creativa. ¿Cómo se reconoce eso? 

Con “creativo” me refiero a componer canciones, a escribir. Yo tengo una teoría casi irrebatible: los compositores tenemos una cuesta arriba y una cuesta abajo y la cuesta abajo nos pasa a todos, es un declive imparable. Dime un escritor de canciones… no un intérprete (porque mira Sinatra, que fue bello y genial hasta que murió), que tenga una segunda etapa mejor que la primera. 

¿Y eso por qué?

No sé, es para escribir un libro. ¿La impaciencia, la nocturnidad? Puede ser. ¿Las ganas de que te pasen cosas? ¿La comodidad económica? Todo puede influir en poquito, pero no te puedes venir abajo de repente porque sí. Yo me pongo a pensar en Tom Waits, en Cohen, en McCartney, en U2… ¡cualquiera! Y pienso que sus segundas partes son peores que sus primeras. No pasa en cine, no pasa en teatro, no pasa en literatura, no pasa en pintura. Pasa en música.

¿Será que la música tiene algo de adolescente?

Puede ser. Ese impulso de la juventud, el atrevimiento, el descaro… yo antes era más valiente. Ahora tengo más medios, más guitarras, más tiempo… pero menos ganas.

¿Cómo toleráis Sabina y tú a los pelotas?

Es difícil reconocer a un pelota. Yo pienso que el amor por la música es tan intenso y tan inmenso que te hace hacer a veces cosas que no quieres… pero yo le puedo llamar “amor por la música” en vez de “peloteo”. Hay gente que se quiere acercar a mí, pero yo siempre pienso que será por admiración, por amor, por cariño. ¿Por peloteo? Puede ser, pero prefiero no pensarlo. 

Hay una fina línea, ¿no?

Sí, finísima. Pero yo prefiero pensar siempre “este tío me quiere mucho” a “este tío es un pelota”. Siempre que creo que alguien me quiere mucho le recibo con los brazos abiertos, aunque otro pueda decir “ese es un pelota”. Bueno, es que es difícil de demostrar que alguien sea un pelota.

Hablemos de la revisión artística. ¿Qué te parece que se edite una canción de Mecano para omitir la palabra “mariconez”? 

Eso es una tontería. Eso es agarrársela con papel de fumar. Pero bueno, yo qué sé, quieren ser tan políticamente correctos en todo… tienen que andar con tanto cuidado con lo que dicen (no sea que un colectivo se les eche encima), que no hay nada peor que las redes sociales. Es todo tan deprimente, tan dañino, tan costoso para tu salud y tu moral… Se han pasado varios pueblos por el otro lado. 

¿Se ha perdido el punch?

Por supuesto, se ha perdido la gracia. Yo en este libro he pensado varias veces ¡hostia, como se enteren los de…! Me meto con Greenpeace, con el bastión del Amazonas, tal. Digo “Amnistía provincial” en vez de “internacional”. No dejo títere con cabeza. Yo le decía a la editorial “me van a dar por todos sitios”. Todavía no han empezado. Cuando lo vea uno de Aministía dirá “el gilipollas de Pancho Varona nos está subestimando”… yo qué sé. Joder, y es sólo una broma. Pero te puede llegar a pasar.

Sabes que también se lió cuando la musicóloga Laura Viñuela dijo que Contigo era una canción machista.

Sí, han juzgado a Joaquín, han dicho que era un cantautor machista… Joaquín cuando se entera de eso se ríe. Dice “bueno, puede que tengan razón, que piensen lo que quieran”. 

¿Y qué piensas tú?

Yo pienso que no. Joaquín es la persona más neutral, más maravillosa, más feminista del mundo, pero lo que pasa es que una canción de amor… cuenta lo que se le ocurre: escenas de amor, escenas cotidianas. Y a veces a alguien le puede doler, pero es que es imposible que todo te guste, que nada te duela. A mí me molesta leer una letra de alguien y no entenderla y no por eso le voy a decir “tío, que hables más claro”. No por eso voy a odiarle. Bueno, sí, me enteré de aquella polémica. Pero también se meten con él los independentistas, y los antitaurinos, y las feministas, y los rockeros, y los raperos porque él ha dicho que el rap no sé qué… y si no se metiera nadie con él, Joaquín estaría aburrido, diciendo: “Joder, ¿qué me pasa? ¿Ya no levanto ninguna pasión, ni buena ni mala?”. 

¿A ti te duele España?

A mí la España de la Transición, aquella España en blanco y negro, políticamente me gustaba mucho. Cuando empiezan a salir de las alcantarillas el PCE, el PSOE, etc, y de repente España se convierte en un país en flor, con ideales. Ahora lo que veo de España me duele mucho, no me gusta nada lo que veo. Es una España aburrida políticamente. No sé cómo decirte. Yo antes leía los periódicos y veía declaraciones de Carrillo, de Suárez… y pensaba ¡qué bonito! 

Tenían flow.

Sí. Veías los discursos y hostias, cómo usaban la palabra, qué forma de hablar. Ahora nada que ver. Me duele lo que pasa en Cataluña. Me duele lo que ha pasado en Andalucía hace meses. Me duele mucho lo que pasa con las vallas y las cuchillas en las corcertinas en Ceuta y Melilla. Me duelen muchas cosas de este país: seguimos siendo un país racista y machista, se diga lo que se diga. Seguimos siendo el sur más sur de Europa. A mí me ha tirado más siempre la cultura sureña, ¡pero me están obligando a ser belga, y yo prefiero ser de Tarifa, de Tánger, de Gibraltar…! 

¿Y con Calamaro, qué hacemos?

¿Cómo que qué hacemos?

Lo de Vox.

Ah, es que a Calamaro le gusta un charco… es amigo mío y nunca podré hablar mal de él, pero Andrés tiene una boca así (abre las manos). Le gusta la polémica. Además lo que le gusta es liarla y luego contestar a la gente que le insulta. Es como si buscara esa provocación… “Lo voy a decir, es más, y lo voy a exagerar un poco para que me den más”. Es un barro tremendo. A veces he leído que después de un concierto decía “qué público más soso”, tal (ríe). Ese tipo de cosas. Y la gente de ese concierto se le tiró encima, claro. Él vive con esa pelea contra la gente que no está de acuerdo con él: con los toros, con la política, con España, con Argentina. A mí me gusta que se moje. Pienso una cosa: la gente que tiene seguidores como nosotros (aunque él tenga muchos más que yo), creo que tenemos que utilizar el micrófono y decir lo que pensamos. Hay que mojarse. Es importante. De qué equipo eres, a qué partido votas, si darías la vida por un perro…

¿Y a qué partido has votado?

Ideológicamente estoy más cerca de Podemos, pero esta vez he dado mi voto útil al PSOE. Porque pensaba como Rosa Montero, a la que amo. El PSOE siempre me ha caído muy simpático, pero desde que nació Podemos, soy más podemita.