El aeropuerto internacional de Santiago de Chile va a ser rebautizado: adiós al padre de la aviación Comodoro Arturo Merino Benítez, y hola, probablemente, al poeta Pablo Neruda. Es una idea que se mastica desde hace años y que ha sido rescatada en 2018 con considerable apoyo del Congreso. Sin embargo, en cuanto la propuesta ha vuelto a sacar la cabeza, el movimiento feminista se ha puesto en alerta para aplicar el pertinente revisionismo -a partir de la igualdad- a la figura del autor: ¿es esto un homenaje a su obra o a su persona? ¿En plena ola del #MeToo tiene sentido celebrar los episodios más oscuros del genio de las letras hispanas? ¿Es el emblema que Chile quiere erigir? ¿O la leyenda de Neruda -del literato al activista- es tan poderosa y contundente que las revelaciones más espinosas sobre su vida privada no pesan lo suficiente como para que deje de ser un mito ejemplarizante? 

Esta polémica entronca con casos similares, como el de Roman Polanski, quien fue declarado culpable de violar a una aspirante a actriz de tan sólo 13 años. El cineasta dio a Samantha Geimer alcohol y sedantes a fin de tener relaciones no consentidas. Tras el veredicto de la justicia, Polanski huyó de EEUU antes de ser detenido, y aún hoy no puede poner pie en suelo americano sin que los Tribunales se vuelvan contra él. No obstante, en todo el mundo siguen celebrándose homenajes a su persona. Uno de los últimos, promovidos por la Cineteca Francesa, en París, fue boicoteado por integrantes de Femen al grito de “¡nada de honores para los violadores!”.

Las militantes feministas chilenas lo señalan sin titubear: "Neruda es un violador". Fue él mismo quien lo confesó en sus memorias Confieso que he vivido, sin mucho pudor. Describió cómo había abusado de una chica limpiadora y la había tratado como si fuese de su propiedad sólo por ser mujer y pertenecer a una clase baja. Lo hizo mientras él ocupaba el cargo de Cónsul en Colombo.

Cuando Neruda confesó su violación

El relato comienza así: “Mi solitario y aislado bungalow estaba lejos de toda urbanización. Cuando yo lo alquilé traté de saber en dónde se hallaba el excusado que no se veía por ninguna parte. En efecto, quedaba muy lejos de la ducha; hacia el fondo de la casa. Lo examiné con curiosidad. Era una caja de madera con un agujero al centro, muy similar al artefacto que conocí en mi infancia campesina, en mi país. Pero los nuestros se situaban sobre un pozo profundo o sobre una corriente de agua. Aquí el depósito era un simple cubo de metal bajo el agujero redondo. El cubo amanecía limpio cada día sin que yo me diera cuenta de cómo desaparecía su contenido”, escribió. 

“Una mañana me había levantado más temprano que de costumbre. Me quedé asombrado mirando lo que pasaba. Entró por el fondo de la casa, como una estatua oscura que caminara, la mujer más bella que había visto hasta entonces en Ceilán, de la raza tamil, de la casta de los parias. Iba vestida con un sari rojo y dorado, de la tela más burda. En los pies descalzos llevaba pesadas ajorcas. A cada lado de la nariz le brillaban dos puntitos rojos. Serían vidrios ordinarios, pero en ella parecían rubíes. Se dirigió con paso solemne hacia el retrete, sin mirarme siquiera, sin darse por aludida de mi existencia, y desapareció con el sórdido receptáculo sobre la cabeza, alejándose con su paso de diosa”, prosigue.

Neruda.

Muestra admiración por su hermosura e intenta llamar su atención, sin éxito: “Era tan bella que a pesar de su humilde oficio me dejó preocupado. Como si se tratara de un animal huraño, llegado de la jungla, pertenecía a otra existencia, a un mundo separado. La llamé sin resultado”. Intentó que la joven le hiciera caso pero no hubo modo: “Después alguna vez le dejé en su camino algún regalo, seda o fruta. Ella pasaba sin oír ni mirar. Aquel trayecto miserable había sido convertido por su oscura belleza en la obligatoria ceremonia de una reina indiferente”.

Y el desenlace, fruto de un hombre que no soportaba sentirse rechazado y se sentía legitimado para ver cumplidos todos sus deseos: “Una mañana, decidido a todo, la tomé fuertemente de la muñeca y la miré cara a cara. No había idioma alguno en que pudiera hablarle. Se dejó conducir por mí sin una sonrisa y pronto estuvo desnuda sobre mi cama. Su delgadísima cintura, sus plenas caderas, las desbordantes copas de sus senos, la hacían igual a las milenarias esculturas del sur de la India. El encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme. No se repitió la experiencia”.

La polémica de su hija con hidrocefalia

Otro de los episodios de su vida que el feminismo cuestiona es su trato hacia Malva Marina: se trata de la hija que tuvo con la neerlandesa Maryka Antonieta Hagenaar Vogelzang. La cría, que padecía hidrocefalia, nació en Madrid en 1934. Cuentan que su padre la llamaba “vampiresa de tres kilos”. La menor nunca contó con el apoyo de su padre: dejó de verla y no aportó dinero para su cuidado. En el 36, ya a distancia, desde México, se separó de su madre. Malva murió en el 43.

Entre las voces críticas contra Neruda se encuentra la periodista y diputada del Partido Humanista Pamela Jiles: “No están los tiempos para homenajear a un maltratador de mujeres, que abandonó a su hija enferma y confesó una violación, menos como imagen país”. El socialista Marcelo Díaz, presidente de la Comisión de Cultura -que lidera la propuesta- puntualiza que “se está homenajeando la obra”: “Es un tema sensible (…) Son antecedentes delicados. Pero si bien tienen sentido este tipo de cuestionamientos, eso no deja de lado que Pablo Neruda sigue siendo uno de los poetas más relevantes no solo de Chile, sino del mundo".

La propuesta feminista: Gabriela Mistral

El movimiento feminista no sólo se ha limitado a criticar la propuesta, sino a lanzar otro nombre a la mesa de negociación: Gabriela Mistral, una de las figuras más relevantes de la literatura chilena y latinoamericana. A su favor atesora dos grandes reconocimientos que tiene en común con Neruda: el Nobel de Literatura -ella fue la primera mujer iberoamericana y la segunda persona latinoamericana en hacerse con esta condecoración- y el Premio Nacional de Literatura de Chile. Además de su poderosa voz poética, es reseñable su labor como diplomática, pedagoga y activista volcada en repensar el rol de la educación pública: tanto fue así que llegó a participar en la reforma del sistema educacional mexicano.

Gabriela Mistral.

En cualquier caso, la polémica aún tendrá cola: la propuesta de que el aeropuerto sea bautizado con el nombre de Pablo Neruda debe pasar aún por varias etapas en la Cámara de Diputados y después en el Senado.