"A las mujeres, aunque tengamos la razón, siempre nos toca perderla", "Darte unos azotes, con muchísimo cariño". "Hágase la ciega, sorda y muda. Es lo mejor". Estas son algunas de las recomendaciones que Elena Francis daba a las mujeres en su consultorio radiofónico y que ahora analiza un libro.

Las cartas de Elena Francis. Una educación sentimental bajo el franquismo, de Armand Balsebre y Rosario Fontova, es el título del libro que acaba de editar Cátedra y que saca a la luz la correspondencia inédita de Elena Francis, un personaje de ficción que se convirtió en la consejera sentimental de las españolas, "un fenómeno de masas del brazo de la ideología nacionalcatólica".

Un jugoso material que fue encontrado por azar. Más de un millón de cartas que fueron halladas en 2005, abandonadas en un almacén de Cornellá (Barcelona) dirigidas a Elena Francis. 100.000 de estas cartas pudieron ser rescatadas de su deterioro para su estudio por Mari Luz Retuerta, directora del Archivo Comarcal del Baix Llobegrat.

Así, un 10 por ciento de este material ha sido catalogado y digitalizado ya y el estudio que recoge este libro analiza más de 4000 cartas escritas entre 1950 y 1972. Balsebre y Fontova, las autoras del libro, no desvelan la identidad ni dirección de las mujeres firmantes.

Un análisis que, según escriben las autoras en el prólogo del volumen", demuestra "la severa amputación mental a que eran sometidas las mujeres españolas, su falta de autonomía personal y profesional y su sumisión endémica respecto al hombre; su infelicidad provocada por el ñoño sentimentalismo ambiental en el que vivían, atrapadas en 'el que dirán' y en la castradora institución familiar".

El 27 de noviembre de 1950 comenzó desde las antenas del Radio Barcelona -en 1965 se trasladó a Radio Nacional de España- el consultorio de Elena Francis, un personaje que duró 33 años, construido por un grupo de guionistas y que fue una plataforma para vender los productos de belleza del Instituto Francis.

Violencia sexual

La ficticia Elena Francis actuaba como "guía y consuelo" a millones de mujeres a las que brindaba protección e introducía respuestas "de acuerdo con los principios morales y religiosos promovidos por el franquismo". Cartas en las que se relataban episodios de violencia sexual, malos tratos, faltas de oportunidades o detalles íntimos de la vida matrimonial.

"Si usted tiene paciencia su esposo volverá a su lado". Decía Elena Francis a sus oyentes en su programa en donde nunca leía las cartas recibidas y solo sus respuestas a un auditorio mayoritariamente perteneciente a la clase trabajadora. Aunque la audiencia potencial a la que aspiraba el Instituto Belleza Francis, en cambio, estaba más cerca de la clase media alta, que era el público que podía pagar sus productor, según las autoras.

"No amiguita, no. Yo creo que una mujer debe luchar denonadamente para conservar a su lado a su esposo, cuando este lo es, y debe aguantar hasta ciertos actos suyos por bien del matrimonio"... contestaba Elena Francis, personaje creado en su primera etapa por una guionista llamada Ángela Castells, "siguiendo las coordenadas ideológicas de la Sección Femenina de Falange y los postulados religiosos y morales".

"Amiga invisible", "ángel de la guarda", "un hada buena" o "mamá francis" son también algunos de los apelativos con los que los oyentes llamaban a Elena Francis, mujeres que depositaban en este personaje más confianza que a nadie. Una guía para una formación moral que quiso amoldarse a los nuevos tiempos tras la muerte de Franco.

Pero Elena Francis seguía editorializando contra esa sociedad moderna "sometida a fuertes corrientes liberalizadoras, ninguna de ellas justifica el libertinaje que, como habría escuchado en este mismo consultorio, muchas veces solo produce madres solteras, hijos ilegítimos e intentos de suicidio", dijo en 1977 y en 1984 el consultorio puso punto final.