Hay un lugar en el mundo donde nació la madre de todas las tramas de corrupción, una idílica villa en Arezzo, centro de Italia, “desde la que se decidieron los destinos de presidentes de varias repúblicas, de líderes carismáticos, periodistas, cantantes, cardenales, militares, espías, asesinos, fascistas, guerrilleros de izquierdas, terroristas, banqueros…” En Villa Wanda se urdieron matanzas, venganzas, fraudes, secuestros, asesinatos y nadie faltó a sus intereses por encima del bien común. Es la fuente de inspiración de los que hacen las leyes para escapar de ellos, de los chorizos de cuello blanco. Allí vivió y murió, en paz, Licio Gelli, manchado hasta arriba de sangre, pero pringado con poco.

EEUU intervino en Italia para neutralizar las posibilidades de los partidos socialista y comunista de llegar al poder en las elecciones de 1948

Cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial, un horizonte de utopías se abría ante la Europa arrasada. Italia quería culminar su revolución social y política, pero no contaba con que el aliado norteamericano se convertiría en el enemigo de las nuevas ideas: “Finalizada la guerra, EEUU retiró las tropas pero mantuvo una estrategia de injerencia en la política italiana para evitar que los partisanos, la resistencia popular al fascismo durante la guerra, consiguieran culminar una revolución política y social en el país”, escribe Eduardo Bravo, autor del libro Villa Wanda (Editorial Autsaider), “un libro sobre algunas cosas raras que sucedieron en el siglo XX y de las que usted casi no se dio cuenta”.

Idalgo Macchiarini, trabajador en Sit-Siemens (Milán), secuestrado por las Brigadas Rojas.

Bravo ha construido un formato rompedor para la no ficción. Villa Wanda es un libro de historia, un libro de reportajes, un libro de entrevistas, un libro de crónicas, uno de sucesos. Villa Wanda es una minipimer de la realidad, que trocea y descuartiza los atentados montados por las organizaciones más poderosas (como la red Gladio y la logia Propaganda Dos) y las vidas de algunos de los personajes más oscuros (Mino Pecorelli o Giulio Andreotti). “En Italia, todo está contaminado y el elemento clave allí, a diferencia de España, es la violencia: están dispuestos a matar”.

Los corruptos aprovecharon las facilidades para empezar a armar su estructura de poder, que se prolongó durante décadas y se camufló en organizaciones secretas

Explica cómo la larga sombra estadounidense obligó a Italia a adoptar las reglas de la democracia liberal. Además, apoyaron con grandes sumas de dinero al Partido Demócrata Cristiano, “para neutralizar las posibilidades de los partidos socialista y comunista de llegar al poder en las elecciones de 1948”. Por esto, fue Italia, y no EEUU, la tierra de las oportunidades, donde personajes mafiosos como Michele Sindona y Licio Gelli aprovecharon las facilidades para empezar a armar su estructura de poder, que se prolongó durante décadas y se camufló en organizaciones secretas que manejaron los hilos del poder a su antojo y con impunidad absoluta. Los años dorados de la corrupción dieron a luz a otros protagonistas de la trama inmortal: Silvio Berlusconi.

Campeonato de corrupción: Italia Vs España

¿Cómo sería el autobús de Villa Wanda? “Sería de dos pisos para que cupieran todos”, responde Eduardo Bravo a El ESPAÑOL, que ironiza con la idea que Podemos ha plagiado a Hazte Oír y a Leo Bassi. “La corrupción era tan endémica, que cuando los italianos se enteraron de la trama, había pasado demasiado tiempo. Todo estaba prescrito y Licio Gelli muere en su domicilio en Arezzo, en arresto domiciliario, pero en total tranquilidad. Aquello era un Estado dentro de un Estado. Parece que los españoles son más fáciles de pillar, son más de pelotazo. A lo mejor, Rato acaba sus días también en una mansión”. ¿Quién es más corrupto: un italiano o un español? “Los italianos son más corruptos, porque su corrupción es más sofisticada. En Italia se plantean la corrupción a muy largo plazo, para que generaciones y generaciones puedan vivir de ella”.

Pecan de fachada, los corruptos españoles prefieren que se les note lo bien que les va. Los italianos son mucho más cautos, no alardean

“La trama de Villa Wanda era más peligrosa y violenta y la trama que trata de desvelar Podemos, porque todavía está por ver si Felipe González, entre todo lo que hizo, puede ser juzgado por ser Consejero Delegado de Gas Natural Fenosa. Es inmoral, pero aún no sabemos si hay delito. En Villa Wanda todo eran delitos. Quizá en España hemos legalizado lo ilegal y no hemos derramado sangre por eso”, comenta Eduardo Bravo.

El autor encuentra más diferencias entre los corruptos de ambos lados del Mediterráneo: los de aquí prefieren aparentar. “Pecan de fachada, los corruptos españoles prefieren que se les note lo bien que les va. Los italianos son mucho más cautos, no alardean. Generan negocios a largo plazo, de los que pueden vivir hasta tres generaciones posteriores. No hay pelotazos a la valenciana. Los corruptos españoles son muy falleros”, explica el autor, que asegura que la corrupción italiana es mucho más rentable.

Ciudadanos, cucarachas

Y del paladar queda colgando una de las peores sensaciones de todas: la vulnerabilidad del ciudadano ante la violencia de los Estados contemporáneos. Todos esos principios que han sido inculcados como base del sistema democrático saltan por los aires. El Estado no es protector, sino ejecutor. En cualquier momento puede romper con el contrato social si lo necesita, y aplastar a los ciudadanos como cucarachas. En el libro se da cuenta del atentado a la estación de Bolonia, en 1980.

En ocasiones, los gobiernos asesinan y mienten. Eso justamente es lo que hace que tengamos que estar mucho más alerta

“Si alguien afirma que la CIA es una organización terrorista se sorprenden. Sin embargo, es un hecho histórico que la CIA está vinculada al terrorismo, los golpes de Estado y la violencia en muchos países”, comenta Daniele Ganser, investigador en el centro de Estudios para la Seguridad del Instituto de Tecnología de Zúrich, a Bravo. “En ocasiones, los gobiernos asesinan y mienten. Eso justamente es lo que hace que tengamos que estar mucho más alerta a la hora de defender nuestros derechos y libertades”.

Villa Wanda es el testimonio de la anormalidad democrática, de la facilidad con la que se pervierten las reglas y la manipulación informativa para esconder las trampas. Un libro al borde de la esquizofrenia de la conspiración, en el que sobresale la sofisticación de la violencia y la extensión infinita de la trama de corrupción (de la que no se libran ni el poder ejecutivo, legislativo, judicial y eclesiástico).

El tono del libro es otro acierto: es un mordisco antiacademicista sobre el origen, en los setenta, de muchas de las heridas que siguen sangrando

Otra de las claves que desvela el libro es que los sucesos tienen un porqué político. Muertes que no merecen autopsias, ni procedimientos judiciales, muertes que sólo son eso, lamentables accidentes que no remueven más allá, que se esconden y se tapan. “Hay gente que tiene mala suerte. Eso es todo”, concluye irónicamente Eduardo Bravo al hablar del fallecimiento de un testigo. El tono del libro es otro acierto: es un mordisco antiacademicista sobre el origen, en los setenta, de muchas de las heridas que siguen sangrando: la duda en el sistema, la desactivación de la militancia, la decepción con la clase política… Una trama corrupta que creó el mensaje de la desesperanza y el conformismo.