Málaga

Aitana Alberti (Buenos Aires, Argentina, 1941) anda, en este preciso fragmento del otoño, de vuelta a España. El recuerdo de lo vivido por sus padres planea por la conversación con un runrún omnipresente. Al hacer memoria, pronuncia los nombres de barcos del exilio como el Winnipeg o el Sinaia, regresa al Buenos Aires en el que nació o se detiene en la larga secuela italiana de aquel destierro familiar. Tal conjugación del pretérito imperfecto que es cualquier vida la lleva inevitablemente a mirarse al espejo de su juventud. Y en él ve a la veinteañera que ilustra la portada de Amazona en la Centella, la primera antología de su poesía que ha venido a presentar, hasta principios de diciembre, en una decena de plazas españolas. También lleva en la maleta las ediciones recientes de tres libros de María Teresa León, la ‘mater dulcissima’ a la que cantó con sus propios versos de hija entregada.     

Pese a que, como en otras ocasiones, su gira por España está organizada por la editorial Atrapasueños con la complicidad del Partido Comunista de España (PCE), Aitana Alberti evita pisar ciertos charcos de la política española. Tampoco quiere hablar de la victoria de Donald Trump. En cambio, sí se pronuncia sobre la situación actual de Cuba, el país en el que reside desde hace más de tres décadas: “Desde 1984, mi única residencia en la tierra, parafraseando a Pablo Neruda, es Cuba”, asegura con vehemencia la hija de Rafael Alberti y María Teresa León. O, dicho con rimas, la “niña Aitana, remontando los ríos, este ramo de agua” del poema de su padre que ella misma improvisa en un resquicio de la entrevista.

¿Qué sensaciones le transmite la antología que tiene entre sus manos?

Es la primera antología de mi poesía que se publica en España. En la portada hay una foto mía de cuando yo tenía 20 años. Quise recuperar esa imagen que he perdido totalmente. Tengo 75 años. Imagine la distancia que hay entre mi rostro actual y esa fotografía. Quería rendirle un homenaje silencioso a mis padres, porque les gustaba mucho esa fotografía. De alguna manera, así fui yo para ellos. Con ese rostro juvenil. La antología está dividida en dos partes. Tiene un prólogo de Felipe Alcaraz y otro de la gran poeta cubana Lina de Feria. La primera parte se titula Crónica familiar. Y la segunda, Parte de guerra, porque son poemas de marzo de 2003 escritos en vísperas de la Guerra de Irak.  

Hace tres años, en su anterior gira por España, aseguró que María Teresa León seguiría en el exilio mientras este país no publicara toda su obra, ¿está su regreso más cerca ahora que Atrapasueños ha editado tres libros más de ella?

Pienso que sí. Uno de estos libros, El gran amor de Gustavo Adolfo Becquer, no se había publicado antes en España aunque tiene ediciones en Cuba y Argentina. Esa biografía novelada de mi madre lleva como apéndice una edición definitiva de las Rimas de Becquer, y mi padre dice por qué son definitivas en una breve nota firmada por él.   

¿Qué le diría a quienes aseguran que la carrera literaria de su madre se vio eclipsada por la portentosa figura de Rafael Alberti?

Puede que la figura de mi madre no haya sido tan difundida y celebrada como la de mi padre. Pero a mí me parece que eso es una cosa que casi responde a cierta cultura –no quiero usar la palabra machista, no me gusta en absoluto- en la que los hombres tenían una primacía sobre la mujer. La obra de mi madre, considerada una de las grandes escritoras de la Generación del 27, ha sido reivindicada por varios autores. Hay que difundir su obra. Estamos en eso en este momento. En Argentina se publicó todo lo que ella escribió. Se publicó también Memoria de la melancolía en la editorial Losada. Creo que ahora se va a dar una gran reivindicación de mi madre en España. Y también en Cuba, que es donde yo vivo.

Reflexionado desde la madurez y la distancia, ¿qué significa ser la hija de Rafael Alberti y María Teresa León? ¿Le han pesado demasiado en algún momento de su vida esos apellidos?

No me han pesado en absoluto. Todo lo contrario. Para mí, mi padre y mi madre son como unas alas que me han elevado a un cielo que me gusta muchísimo.

Su madre vivió en primera persona la salida de los cuadros del Museo del Prado en la Guerra Civil, ¿Qué recuerdo tenía ella de aquello?

Mi madre fue la responsable de la salida de los cuadros. Ella lo escribe en un cuadernito precioso que se titula La historia tiene la palabra. En ese pequeño libro, ella explica perfectamente cómo fue la salida de los cuadros del museo y cómo se acompañaron los camiones, que los llevaron los soldados del quinto regimiento hasta Valencia. Y de Valencia se llevaron a Suiza. Esos cuadros estuvieron depositados en Suiza y luego vuelven a España cuando se pierde la guerra y pasó todo lo que pasó.   

¿Qué le contaron sus padres sobre aquel episodio del museo?

Recuerdo cuando yo era pequeña, en el momento en el que tuve más conocimiento con 9 o 10 años, ella me contaba esta historia, que era muy especial. Intervinieron tanto mi madre como mi padre, pero la que decide realmente sobre esto es mi madre. Tanto ella como él sintieron que estaban haciendo una labor histórica. ¿Sabes lo que es descolgar Las Meninas? Mi padre, por su parte, contaba que cuando entra en las salas vacías y ve las marcas de los cuadros en la pared sabía perfectamente a qué obra correspondía cada marca.

Desde cuando él tenía 15 años y sus padres dejan El Puerto de Santa María para instalarse en Madrid, fue un asiduo visitante del Prado. No olvidemos que quería ser pintor. Se sabía el museo de memoria. Él contaba la pequeña anécdota de que cuando los soldados –muchos de ellos eran analfabetos- estaban sacando las obras, uno de ellos le preguntaba: ¿Rafael, por qué nos tenemos que llevar este cuadro tan feo?... 

Lleva unos días recorriendo distintas ciudades españolas, ¿ve el país tan mal como dicen?

Me he quedado un día en cada sitio. No he podido ver nada malo porque no he tenido ocasión de ver nada malo. Al contrario. He visto el cariño y la amistad de la gente. Acabo de comenzar esta gira. No he podido recorrer ciudades ni visitar nada. Todo esto es muy breve y muy rápido. Esa es la velocidad del tiempo contemporáneo. No es la velocidad de la Edad Media. No voy en Rocinante, voy en aviones y trenes. No puedo dar una opinión al respecto.

Sobre la política española sí tendrá una opinión más o menos generalizada…

No me pregunte de política española que yo de eso no sé mucho.

¿Ni siquiera hablaría de la integración de IU en Podemos o de la situación del PSOE?

Tampoco. No he venido a hacer política. No me parece el contexto adecuado. He venido a hablar de mi madre básicamente. A presentar estos libros de ella y mi antología.

¿Cree que la sombra de las dos Españas sigue estando ahí?

Eso sí lo creo. Ya lo decía Antonio Machado: “Españolito que vienes al mundo te guarde Dios. Una de las dos España ha de helarte el corazón”. Desgraciadamente, está presente. Pero no creo que sea tan contundente y tajante como pudo haber sido en el pasado. No vivo en España, pero me da la impresión de que todavía perduran estos abismos. Aunque eso pasa en muchos países. 

¿Cómo ve de salud a esa Cuba en la que ya se celebran conciertos de los Rolling Stones?

El proyecto cubano es una cosa hermosa. Lo que está pasando es estupendo y estoy completamente de acuerdo. Lo único que quisiera es que Estados Unidos acabase de quitar el bloqueo económico, comercial y financiero. El bloqueo contra Cuba hay que terminarlo. Nada es posible si no se acaba el bloqueo. De todas maneras, me preocupa mucho que esta aproximación de Estados Unidos a Cuba no es inocente para nada. Pero como no puedo explicarlo con detalle ahora, no quisiera que se malinterpretara. Lo que quiero -en estos momentos hay un gran movimiento en el mundo desde la izquierda para eso- es que el bloqueo sea eliminado.   

¿Qué fue lo primero que se le pasó por la cabeza al saber que Trump ganaba las elecciones?

No me pregunte de Trump nada. No me pregunte más de política.

De vuelta a la poesía, hace un par de años, el malagueño Centro del 27 publicó en la imprenta Sur su elegía que homenajea a Luis Cernuda, ¿fue el sevillano el gran poeta de su generación?

Cómo no. Claro. Un poeta mayor. Luis Cernuda es extraordinario. Lo admiro profundamente. Por eso escribí ese cuaderno. La edición que hizo el Centro del 27 es preciosa.

¿Le duele que la localización de los restos de García Lorca siga siendo un culebrón?

Sí, me parece absurdo y horrible. Es duro. Lorca se merece un mejor destino allá donde estén sus restos. Aunque él es un ángel que está en todas partes. Cualquiera que lea un libro de Federico sabe que fue una persona angélica. Esa es la verdad.

¿Qué pensó el día de hace ya seis años que la viuda de su padre, María Asunción Mateo, abandonó la Fundación Alberti?

No voy a hablar de ese tema. No puedo. Discúlpeme.

¿Le sigue emocionando el hecho de que una de las grandes actrices españolas, Aitana Sánchez-Gijón, se llame Aitana por usted?

Por supuesto. Es una cosa preciosa. Acompañé a su padre a inscribirla en el Registro Civil en Roma. Hasta entré con él. Él la inscribió, claro, y yo fui simbólicamente de acompañante.

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