“Que vengan a darnos un abrazo” y cuelga el teléfono. Juancho Pons es librero en Zaragoza, y combina sus tareas en la librería Pons con la presidencia de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL). Dice que mañana, viernes, van a celebrar que siguen vivos. Abrirán las puertas de sus tiendas como cada día, pero habrá actos, presentaciones, brindis, alegría y reivindicaciones: la única ayuda que el gobierno del PP ha concedido en cinco años de legislatura prorrogada a estas empresas ha sido una “limosna”, 150.000 euros, en 2015, para todas las librerías del país. En CEGAL hay 3.895 librerías asociadas. Las que se presentaron a la ayuda entonces recibieron algo menos de 2.000 euros.

“La Secretaría de Estado de Cultura no incluyó en el cierre de 2016, el pasado mes de julio, los 150.000 euros de ayuda a las librerías”, asegura Pons a EL ESPAÑOL. Fernando Valverde, librero y secretario del Gremio de Libreros de Madrid y de la Feria del Libro de Madrid, asegura que esa “ayuda” de 2016 se pierde. “No la vamos a recuperar. Era una limosna y este año se quedó fuera del cierre de presupuestos. Estaban convocadas y se habían presentado 104 librerías”, dice.

Una joven lee en una librería. Wavebreak / Istock

Se queja de lo mal definidas que estaban las bases, porque no queda bien definida qué es la “dimensión cultural” y si eso afectaba a la mejora tecnológica. La medida se inspira en una partida del gobierno francés para la modernización informática de las librerías. Desde hace cuatro años invierten 4 millones de euros anualmente en lo que Rajoy puso 150.000 euros.

Lassalle no está

“Todavía no se ha formado el equipo del ministro Méndez de Vigo, pero como se mantenga la continuidad en la Secretaría de Estado de Cultura estaremos muy decepcionados. José María Lassalle ha estado desaparecido para el libro durante 5 años. Al presidente de CEGAL, por ejemplo, no lo ha recibido. No ha habido ninguna política cultural del libro en estos años y ni siquiera tenemos un Director del Libro”, cuenta Valverde. ¿Y José Marco, actual Director General del Libro de y de Industrias Culturales? “No ha ejercido como tal. Marco llegó de manera provisional. Imagino que buscaba otro destino político, pero no ha existido iniciativa en estos años”, añade.

Como se mantenga la continuidad en la Secretaría de Estado de Cultura estaremos muy decepcionados

De hecho, cuando llegó Marco al cargo el Sello de Calidad de las librerías ya estaba en marcha. El tropiezo del Premio Nacional a la Mejor Traducción es la prueba definitiva de la atención y la voluntad política que ha mantenido sobre el sector. José Marco era el presidente del jurado que entregó el premio a una obra traducida al euskera, dando por sentado que es una lengua extranjera. Dejó pasar la obra en la selección, se ausentó durante la votación que premió a Luis Baraiazarra y tuvo que rectificar dos horas más tarde, tras avisarle de que incumplía con las bases del concurso. Méndez de Vigo tuvo que salir del paso el primer día como ministro y portavoz del Gobierno, con unas vagas explicaciones: “Fueron una serie de despistes”.

El sector reconoce que el trabajo con los técnicos de la Secretaría de Estado de Cultura es ejemplar y que gracias a ellos han salido adelante partidas que estaban perdidas. La de los 150.000 euros no fue la única que Lassalle no incluyó en el cierre de julio: además del Premio Cervantes y los galardones Nacionales que ha tenido que rescatar el Consejo de Ministros, no ha trascendido la partida de 600.000 euros en compra de libros que tampoco incluyeron en el cierre. Es una medida que beneficia a 700 librerías, con la intención de animar a la lectura en municipios de menos de 50.000 habitantes.

Echo en falta un Gobierno que se sienta orgulloso de sus librerías. El Ministerio se siente orgulloso de los escritores españoles, pero debe mostrarse orgulloso también de sus librerías

Pons cuenta que desde CEGAL y el sector editorial empujaron y presionaron para que el equipo de Lassalle corrigiera el despiste, del que dependen tantas empresas. El concurso ya se había adjudicado y exigieron recuperar la partida. Según cuenta, el equipo técnico de funcionarios de la subdirección general del libro hicieron posible superar otra nueva crisis, provocada por la falta de atención política sobre el segundo sector más importante de las industrias culturales.

Sin voluntad política

“Echo en falta un Gobierno que se sienta orgulloso de sus librerías. El Ministerio se siente orgulloso de los escritores españoles, pero debe mostrarse orgulloso también de sus librerías. En Francia quieren que sus librerías sean muy modernas y por eso las ayudan, para tener lectores satisfechos. No pedimos subvenciones, sino ayudas para modernizar la misión del librero”, dice Juancho Pons. “Queremos que el nuevo secretario de Estado de Cultura nos escuche”.  

Los libreros miran al futuro, han pasado el año fatal de 2014 -cuando cerraron casi 1.000 establecimientos-, explican que en 2015 y 2016 han crecido algo. Se mantienen. “La crisis no ha pasado, pero se abren librerías muy pequeñas, mucho más especializadas, con menos fondo y tratando de llegar a poblaciones poco atendidas”, dice el presidente de CEGAL.

¿Y Amazon? La mayor asociación de libreros del país sigue esperando la sentencia de un juicio celebrado hace dos años contra la multinacional. Piden mayor control en el respeto de la ley del precio fijo del libro, norma que ha salvado al pequeño comercio de una hecatombe similar a la estadounidense. “Necesitamos protección frente a las irregularidades, que se encargue la Administración de avisar para que la empresa rectifique”. ¿Y el futuro? “Iremos hacia donde los clientes quieran que vayamos”. Siempre con un abrazo.

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