Están ahí. Apoyan la barbilla en la mano, con gesto aburrido, y observan el percal desde su caseta vacía. Juegan con el bolígrafo entre los dedos, toquetean su propia obra. La abren por una página y luego la sueltan. Contemplan el resto de sus ejemplares quietos ahí, inertes como piezas de museo. Saludan a algún familiar, va a verlos algún amigo, corresponden sus coñas. Es sábado en la Feria del Libro y hay tanta gente que la masa camina en lenta procesión, pero nadie se detiene con ellos. "Hola, ¿te gusta leer?": algunos autores usan reclamos publicitarios para que el transeúnte pique en el anzuelo: su libro, su joya íntima y desconocida.

Día de suerte si hay quien les escucha unos segundos y se va, como si fuesen vendedores de biblias llamando a la puerta de casa o repartidores nocturnos de flyers. La crueldad reside en esas colas sinuosas pero firmes que se forman justo en la caseta contigua: todo Dios aquí cargando el libro de otro y esperando, achicharrado pero resistente, la firmita de la estrella, tal vez el beso. ¡Hay vallas! ¡Y seguridad! A veces gritos, risitas coquetas y algún llanto. Es de manual: si aquí hay un súperventas, cerca debe rondar un escritor invisible que espera a que lleguen las águilas -o las migajitas de la celebridad literaria-.

La Feria de los escritores fantasma

Cómo es la vida del youtuber, toda afluencia, toda fila de niña eufórica y madre que eleva los ojos al cielo y clama que "la tontería" -oído- se le pase a la cría cuanto antes. Ahí está Perxitaa, que presenta Cómo trollear en internet (Planeta). Raúl Álvarez Genes con su Auronplay, el libro (Planeta), Dalas Review y su Fugitivos en el tiempo (Martínez Roca). Y cómo no esa Mónica Carrillo, carne de microcuento, atendiendo amablemente a las legiones de fans de Olvidé decirte quiero (Planeta). También algunos chicos de MásterChef.

Hasta chirría ver a un escritor tan reconocido y consagrado como Enrique Vila-Matas solventando con elegancia una cola mucho más reducida. Es fácil, si uno espera dos minutos, charlar con él. Mira con sus ojos extrañados y cuenta: "Ha venido una chica y me ha pedido que le firmara el dibujo que hago normalmente... ¡en la piel! En el cuello... Nunca me había pasado", explica. "Me he negado, claro. Le podía hacer daño... pero ha insistido tanto que... bueno, Madrid siempre ha sido muy expansivo y la gente muy abierta".

Cultura de masas, 'morralla'

Vicente Ramos Centeno, autor de Pensando con Ratzinger (B.A.C), refunfuña: "Es que aquí al lado están los de televisión... ¿tú ves? La gente va para allá como alucinada y te quita un poco". Ramos cuenta: "Esta tarde no me han comprado casi nada, pero he hablado mucho, y han venido a verme algunos antiguos alumnos...", sonríe. "Yo vine a firmar otra vez en el 2000, y te digo que cada vez es más vulgar todo y que el nivel intelectual de este país está bajando. Hay una disociación: esta cultura de masas [señala a su alrededor] que es morralla, los youtubers esos que dices o la gente de la televisión... como decía un periodista muy conocido del que no te voy a decir el nombre, '400 euros y Telecinco'. Y luego, bueno, también hay una élite que a veces resulta críptica". Para Laura Urbina (22 a 1: la crisis y veintidós cuentos más, editorial Libertarias) es la primera Feria a la que asiste y tiene claro que "los fines de semana la gente viene porque hay grandes autores y se paran menos a hablar", por eso prefiere firmar entre semana.

El autor Plácido Díez presentándole su libro a un transeúnte. Dani Pozo.

Ahora es martes por la mañana y el autor Plácido Díez (La ilusión perdida, Germinal) le pregunta a una señora que pasa si le gustan las novelas de amor. Ella se detiene, él se viene arriba y la coge de la mano. Va a llevársela a los labios y hay un leve forcejeo. Es la primera vez que viene a la Feria del Libro: "Antes he vendido mucho en mercadillos y en pop-ups... pero esto es mucho mejor y el público es excelente: puedes mantener una conversación mientras le ofreces tu libro".

Una librera en una caseta que reza que Hoy no firma nadie. Dani Pozo.

Es consciente de que "la televisión ayuda mucho" y de que "hay quien acierta comercialmente con el tema sin que sea una gran obra": "Mira MasterChef y sus colas impresionantes... la vida es muy injusta a veces, pero hay que sobrellevarlo con dignidad. No podemos ponernos a envidiar a otros escritores: hay que pensar que estás progresando y si otro se está hinchando a vender libros, mejor para él".

Mira MasterChef y sus colas impresionantes... la vida es muy injusta a veces, pero hay que sobrellevarlo con dignidad

Alejandra Menassa (El hombre que esperaba) es "médico internista, psicoanalista y poeta", y escribe libros en esas dos temáticas en la Editorial Grupo Cero, de la que también forma parte. Sabe que sus obras son "muy específicas": "No hay colas aquí. Tenemos un público pequeño pero tan específico que viene muy dirigido". Sostiene que "la globalización afecta también a la literatura" y cree que "hay trenzas ya hechas": "Se promociona mucho a un autor e igual no tiene nada que ver con su calidad, pero como tiene un márketing impresionante a su alrededor... tiene más lectores".

El poeta Carmelo González hojeando su libro. Dani Pozo.

Sin embargo, este hecho no la desinfla: "Nosotros seguimos luchando y no nos desanimamos porque vendamos menos que ellos, seguimos publicando. Es importante no perder las ganas de escribir y publicar... si publicas y lo dejas en un cajón no sirve de nada".

Intrusismo (y fraude) literario

Ella se centra en la lírica erótica y el autor Carmelo González -también poeta- en el Exorcismo para todos los demonios (Lastura). Es franco, natural y divertido: "Ya sabemos cómo está todo un poco, ¿no? Gente que no es escritora, escribe. Y gente que es escritora... pues la pasa más canutas para darse a conocer. Pero ahí estamos, intentando que la gente se interese por la poesía y le apetezca leer otra cosa aparte de lo que se lleva mediáticamente". Critica el intrusismo literario y, yendo aún más lejos, el fraude. Sostiene que "los famosillos de la tele no escriben sus libros" pero que luego "suelen tener unas colas bastante largas": "Y la gente que hacemos poesía, narrativa y literatura... pues no las tenemos".

Los famosillos de la tele no escriben sus libros, pero luego suelen tener unas colas bastante largas; y la gente que hacemos poesía, narrativa y literatura... pues no las tenemos

Lo que el autor Pedro Bustamante intenta condensar en Hollywood en el capitalismo es lo mismo que opina sobre las afluencias masivas de algunos escritores: que todo está controlado "desde arriba". "No necesitan censurar a los autores alternativos porque los medios de comunicación crean una cortina de humo para que la gente no llegue en igualdad de condiciones. En definitiva es un mecanismo de infiltración", explica. "Los autores independientes que somos críticos con el sistema... no preocupamos en principio, porque con este libro hemos tirado 1000 ejemplares, pero si empezáramos a vender 200.000 copias sí le preocuparíamos".

Bustamante desconfía del éxito, porque significa una ligazón al capital, al sistema, al orden establecido: "Para mí, hoy, tener éxito es mala señal. Si alguien tiene éxito yo, sin haberlo leído y sin conocerlo, digo ¡malo! Seguramente algo malo ha hecho para tenerlo", sonríe. Esperen entonces al fin de semana que viene, que firma el youtuber Wismichu, "50% emprendedor, 50% bala perdida", en sus propias palabras. El domingo pasado, una madre descambiaba en una caseta un libro de Dalas Review: "Oiga, que sólo lo he comprado para que me lo firmara y darle una sorpresa a la niña. Pero el tío se ha ido a las 14h y mire qué cara se me ha quedado. A ver si me puede devolver el dinero. ¿Usted cree que voy a leérmelo?".

El autor Pedro Bustamante. Dani Pozo.