Alemania es un ejemplo de la gestión de su memoria. La población ha logrado asumir los hechos, nadie discute la persecución de los judíos, el Holocausto, las barbaridades de las campañas de la Wehrmacht en la Unión Soviética o en Yugoslavia, la ocupación de Grecia o Italia. Jamás se permitirían homenajear a Hitler con una plaza en el callejero, pero todavía hay un escollo que las autoridades alemanas sólo han sabido evitar con el silencio y la censura: Mi lucha, el manifiesto político del nacionalsocialismo, escrito por el führer en 1924, en la prisión de Landsberg, durante su encarcelamiento por el fallido Golpe de Estado. Amparándose en los derechos de propiedad intelectual del libro han logrado la ausencia de reediciones, en Alemania, desde 1945.

En España, la traducción en castellano autorizada por la Editora Central del Partido Nacionalsocialista Franz Eher Nachflg es de 1937, con numerosos recortes de frases y párrafos del original.

La prohibición de la reedición ha logrado convertirlo en la obra de mayor difusión de la historia escrita por un alemán. En unos días, con las primeras luces de 2016, la excusa del silencio quedará superada. El mundo celebrará el suicidio de Hitler 70 años después con la liberación de los derechos de autor. El tirano se quedará sin sus derechos -pertenecientes al Estado de Baviera, último domicilio personal de Hitler, muerto sin descendencia.

En 1979, el Tribunal Supremo Federal de Alemania consideró lícitas tanto su posesión como su difusión. Sin embargo, en junio de 2014, la Conferencia de Consejeros de Justicia de los estados federados concluyó sobre el libro “impedir cualquier reedición no comentada de Mi lucha, aun cuando el 31 de diciembre de 2015 expire el plazo de protección de los derechos de autor”. La prohibición se mantiene sobre la versión original sin más. Los jueces alemanes tendrán que determinar cuáles ediciones están suficientemente comentadas y cuáles no…

1. Leer para comprender

Mi lucha sigue siendo, aún hoy, una especie de agujero negro en torno al cual gravita toda la investigación sobre el nacionalsocialismo y, con ella, buena parte de la historia contemporánea alemana”, comenta el historiador Sven Felix Kellerhof (Stuttgart, 1971), encargado de romper el hielo de las ediciones comentadas del libro maldito, en los primeros días de enero en nuestro país. La editorial Crítica publicará su libro Mi lucha. La historia del libro que marcó el siglo XX. “El motivo es muy sencillo: en Alemania varias generaciones de funcionarios de ministerios y consejerías, jueces, ministros y hasta un primer ministro se han puesto de acuerdo para evitar, por todos los medios posibles, que la gente lo lea. Llevan decenios impidiendo que los lectores se acerquen de un modo objetivo a la obra de Hitler”.

2. Leer como 'bestseller'

El libro sólo se encontraba en bibliotecas y mercadillos de segunda mano. Y, con los años, en internet. Ahora la reedición del bestseller queda a disposición de cualquier persona. Antes de la victoria de los aliados sobre el Eje ya había vendido diez millones de ejemplares (era obligatorio en escuelas y Ejército). La última estimación de ventas en todo el mundo es de cincuenta millones de ejemplares. Como todo superventas actual, es un ladrillo de casi ochocientas páginas. La edición que prepara desde 2009 el Instituto de Historia Contemporánea de Munich se dividirá en dos volúmenes con más de 3.500 comentarios académicos. Todo para contextualizar las ideas racistas, antisemitas y expansionistas de Hitler.

3. Leer contra la propaganda

Es uno de los libros más troceados y picados en internet, del que se extraen multitud de páginas creadas por los círculos de la extrema derecha. Es un libro provocador. Ese es el punto fuerte de este libro, su capacidad para generar consignas: “Por eso creo ahora que al defenderme del judío lucho por la obra del Supremo Creador”; “La finalidad de la educación femenina es, inmutablemente, formar a la futura madre”. Es muy sencillo localizar con Google partes del texto, desprovistos de comentarios, para la lectura rápida.

4. Leer contra los tabúes

“El conocimiento es siempre mejor que expulsar. Hoy sólo los mitos alrededor de Mi lucha son todavía peligrosos, no tanto como la ideología de Hitler. Especialmente en un momento en que en diferentes países europeos del ala derecha los partidos populistas están en ascenso es necesario destruir el tabú del libro de Hitler. Quien lea Mi lucha, en mi libro o en el original o en la versión crítica del Instituto de Historia Contemporánea de Munich, reconocerá sin dificultad que el riesgo no está en la supuesta respuesta simple a nuestros problemas políticos”, cuenta a EL ESPAÑOL Sven Felix Kellerhof.

5. Leer contra las alarmas

¿De verdad es este libro “demasiado peligroso para el público”? ¿Contribuir a su secretismo no es seguir una reacción contradictoria? Con la publicación de estas obras comentadas se pone fin a la confusión que existe en torno a una de las obras más comentadas y menos conocidas. “Las versiones incompletas que se podían encontrar hasta el momento son mucho más nocivas que la prohibición”, asegura a este periódico el historiador Benito Bermejo, célebre por desenmascarar a los impostores españoles en los campos nazis.

“No existe la lectura tóxica. No creo que por leerlo te conviertas a la causa. Este peligro no existe”, añade. Podríamos encontrar situaciones similares (asfixia económica, sentimiento de resentimiento, buscar un chivo expiatorio) en nuestros días, “pero es una obra que se debe a un contexto muy concreto”, dice Bermejo. “Habrá quien lo viva como un fetiche para revivir fuerzas misteriosas, pero todo texto histórico es necesario para acceder a la verdad y la realidad”.

6. Leer como testimonio

Xosé M. Núñez Seixas, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Santiago de Compostela y en la Universidad de Múnich y autor de Las utopías pendientes (Crítica), explica que “no es una lectura placentera, ni por el contenido ni por la forma, es un texto de combate y está basado en elucubraciones pseudohistóricas y pseudocientíficas de escaso fuste intelectual”. Asegura que no se debe leer como un texto de doctrina, sino como un testimonio de una época y un contexto. Coincide con Juan Pablo Fusi: “Es una fuente importante para los historiadores, aunque sea el libro más aborrecible”.

7. Leer contra los errores

El catedrático Núñez Seixas cuenta a este periódico que no es previsible que la historia se repita, “pero en tiempos de rampante xenofobia y auge en algunos países de fórmulas autoritarias de extrema derecha, bueno es recordar lo que pasó para aprender de los errores del pasado y entender mejor cómo se llegó a la II Guerra Mundial y al Holocausto”. Recomienda una edición crítica y anotada, con contextualización profesional. “No existen remedios milagrosos, pero a más de uno, una lectura guiada (si tiene la paciencia de acabar el libro... en estos tiempos de tuits, esos ladrillos no los lee casi nadie) le puede resultar esclarecedora. Sobre todo, si es capaz de trazar algunas analogías y filiaciones entre discursos pasados y recientes”, dice.

9. Leer contra el odio

Es un texto cargado de xenofobia, antisemitismo y odio creado por uno de los personajes más siniestros del siglo XX. “A las nuevas generaciones les alumbrará los orígenes del odio racista actual y una de sus principales cumbres. Es absurdo pensar que por leerlo uno se va a volver racista. No tiene poderes mágicos, sólo depende del uso de la lectura”, cuenta a EL ESPAÑOL Javier Moreno Luzón, catedrático de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos de la Universidad Complutense. Recuerda el historiador que Hitler nunca renunció a este texto de “juventud”, que jugó con habilidad para engañar al resto de las potencias y sacó provecho de las divisiones entre los gobiernos europeos.

10. Leer como analgésico

En cualquier caso, la lectura debe servir para señalar “por qué esas ideas acabaron en el Holocausto”. “En la actualidad hay prevenciones porque hay una deriva autoritaria de la extrema derecha en Europa. Pero no hay relación entre Mi lucha y un brote antisemita. Es un buen momento para explicarle a la gente por qué esto es el caldo de cultivo. No hay por qué prohibirlo, de hecho no que aparezca un libro de apología del franquismo es bueno para debatirlo”, cuenta Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza. “Podría ser un analgésico contra esa deriva autoritaria”, remata.

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