Deja que Salman Rushdie te cuente una historia. Una que dura Dos años, ocho meses y veintiocho noches (Seix Barral) está escrita para un nuevo siglo, en el que las tradiciones orientales se mezclan con los superhéroes. Un mundo en el que se relaciona con el de los humanos, mientras la razón y el fanatismo reinan.



“Quería un lenguaje informal. Algo contemporáneo, que no fuera muy marciano”, el escritor de Los versos satánicos presentó hoy a los medios su vuelta a la ficción. El libro es un intento de traer a este siglo la antigua forma de contar historias, las que los padres de Rushdie le contaban, con las que creció y que ahora narra.

El puritanismo es el miedo a que alguien pueda llegar a ser feliz”, dice el autor, “y para el puritanismo el placer es el enemigo

Las ideas surgen naturalmente dentro de la novela. En la discusión de los filósofos Averroes y Al-Ghazali. “Pero se convierten en ficción, no confíes en ellos como algo histórico. La ficción es algo peligroso”, subraya Rushdie.  Lo es porque se presta para interminables interpretaciones.



Para el novelista este género, bien hecho, es la mejor manera de transmitir la verdad. Así lo explica mientras disfruta al decir que creció con Superman, con Spiderman y que sabe de raperos. “No disfruto de libros que no tengan nada de sentido del humor”, añade el novelista, “esta historia habla de un mundo que ha ido mal y por tanto es una comedia. Negra pero comedia”. Estaba cansado de largos libros autobiográficos, así que decidió recurrir a la ficción para explicar la verdad: la batalla entre la razón y la sinrazón, la tolerancia y la intolerancia. Una discusión que sucede desde hace mil años y que se da dentro de cada persona.

El Papa no es tan progresista como dicen, aunque sí lo es en temas como el cambio climático

“El puritanismo es el miedo a que alguien pueda llegar a ser feliz”, dice el autor, “y para el puritanismo el placer es el enemigo”. Por eso insiste en el placer de la lectura, el teatro o la danza como actos revolucionarios ante cosas como los ataques del Estado Islámico al patrimonio cultural. “A los fanáticos nunca les gustó la cultura. Ahora es el islamismo extremo, pero en la Inglaterra del siglo XVII se cerraban los teatros”, añade.



Dice que el libro y la ficción le sirven para contar una realidad pero se ríe cuando se le pregunta por la actualidad. ¿El futuro del Yihadismo? No puede predecir cosas, pues la predicción es “la ciencia de la equivocación”. ¿El Papa? No tiene opinión, porque dice que no puede tener opinión sobre todo y aún así se explaya: “No es tan progresista como dicen”, aunque sí lo es en “temas como el cambio climático”. Ríe: “Ahora estoy hablando sobre todos los problemas que acechan al mundo”. “Pero hablemos de este libro tan loco. Es un libro que tiene mucho que ver con España. Así que parte de la locura os corresponde a vosotros”, asegura el novelista.

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