David Barreira Javier Zurro

"Le escribo esta carta desde mi casa, donde estoy desde hace días encarcelado disfrazadamente. Me retienen en rehén, no sé de qué ni para qué. Pero si me han de asesinar, como a otros, será aquí, en mi casa". Miguel de Unamuno lanza esta confesión al director del ABC de Sevilla el 11 de diciembre de 1936, pocos días antes de morir. Lleva desde mediados de octubre, y como resultado de su famoso enfrentamiento con Millán-Astray en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, sintiéndose un "expatriado en su propia patria".

El intelectual, lamentando el "arrollador huracán" que está devastando su país —una Guerra Civil que presagiaba desde hacía meses, años incluso—, fallece en Nochevieja. Hay un testigo en la habitación cuando el viejo profesor exhala su último aliento: Bartolomé Aragón Gómez, un joven falangista cuya figura iba hasta ahora acompañada de la etiqueta de alumno y amigo del propio Unamuno. Pero es un personaje más oscuro e inquietante de lo que se pensaba, que participa con los sublevados en operaciones de represión y en la quema de libros. No hay ninguna referencia a él entre la abultada correspondencia del catedrático.

Quizá esa carta de Unamuno fue un presagio. Tal vez murió asesinado.

Falangistas portando el féretro de Unamuno. Palabras para un fin del mundo

Eso es lo que sugiere la sobrecogedora película documental de Manuel Menchón, Palabras para un fin del mundo, que se presenta este domingo en la Seminci de Valladolid y se estrena en salas el 13 de noviembre. No lo es tan solo por las nuevas revelaciones históricas sobre los últimos instantes de vida del autor de Niebla, sino también por la sucesión de escalofriantes imágenes procedentes de varias decenas de archivos sobre los años de la Segunda República y la Guerra Civil. Un ejercicio audiovisual de enorme intensidad, que transmite toda la tensión de aquella España sumida en una contienda "incivil", como la bautizó el intelectual.

La hipótesis del asesinato de Miguel de Unamuno no es nueva. Sus principales biógrafos, Jean-Claude y Colette Rabaté, ya plantearon esta posibilidad en su obra En el torbellino. Unamuno en la Guerra Civil, publicada por Marcial Pons en 2018, donde aludieron a un posible "envenenamiento". Unos rumores que corrieron por Salamanca y que habían sido difundidos por una emisora republicana. Pero la producción de Menchón va más allá al reconstruir con nuevos datos la biografía de Bartolomé Aragón, responsable también del relato de las supuestas últimas palabras del pensador bilbaíno: "¡Dios no puede volver la espalda a España! ¡España se salvará porque tiene que salvarse". El inicio de la instrumentalización de su figura por parte de la Falange.

Unamuno, acosado por los falangistas, a la salida de la Universidad tras el enfrentamiento con Astray.

Aragón, natural de Huelva, se integró tras el golpe de Estado en los requetés de la Virgen del Rocío. La compañía participó en la brutal represión perpetrada por los golpistas en la cuenca minera de Riotinto, donde se encuentra una de las mayores fosas comunes de la Guerra Civil. Además de director del periódico onubense La Provincia, desde donde se vertieron algunas de las principales fake news contra Unamuno, fue jefe de Prensa y Propaganda de la Falange provincial y, como buen adepto de Goebbels, protagonizó una gran quema de libros en la plaza de su ciudad.

Palabras para un fin del mundo destapa la verdadera personalidad del único hombre que vio morir a Unamuno —la visita la iba a realizar Aragón con José María Ramos Loscertales, sucesor de Unamuno como rector de la Universidad de Salamanca y artífice de un prólogo a una obra de su colega publicada el 16 de enero de 1937 en la que se cuentan sustancialmente estos hechos, que tuvo que cancelarla para asistir a un funeral— y las divergencias en cuanto a las horas exactas del fallecimiento entre la versión familiar y la oficial. El acta de defunción señaló que el escritor y filósofo murió por una hemorragia bulbar —diagnosticada sin autopsia—. ¿Pudo ser provocada?

El intelectual, en una imagen del documental. Palabras para un fin del mundo

"Menchón siembra dudas y está muy bien. Personalmente, no iríamos más allá ya que no se puede probar nada. Se trata de una muerte repentina y misteriosa", explican a este periódico Jean Claude y Colette Rabaté, que han colaborado activamente en el documental aportando datos y documentos nuevos hasta el 31 de diciembre de 1936. "Para nosotros el relato en torno al fallecimiento de Unamuno es enteramente falso, pero no hubo otro y nadie lo cuestionó... menos nosotros hace varios años".

Autores también de la última biografía Convencer hasta la muerte (Galaxia Gutenberg), el matrimonio francés valora la "muy buena calidad" del documental y las otras novedades que aporta. Por ejemplo, la investigación de Menchón ha podido demostrar que los nazis maniobraron para evitar que el Nobel de Literatura de 1935, que quedó desierto, le fuese concedido a Unamuno. El intelectual había vertido críticas muy violentas contra Hitler y Mussolini en numerosos artículos de prensa.

El proyecto

Palabras para un fin del mundo no es la primera vez que Manuel Menchón se enfrenta a la figura de Miguel de Unamuno. En 2016 escribió un largometraje de ficción, titulado La isla del viento, que contaba un pasaje de la vida del autor —interpretado por José Luis Gómez— que suele pasar desapercibido: su destierro en Fuerteventura por su oposición a la dictadura de Primo de Rivera en los años 20. Un acontecimiento que marcó su persona. La película se estrenó en el Festival de Mar del Plata de Argentina, donde obtuvo el Premio Especial del Jurado, y posteriormente —antes de su llegada a salas— en el Festival de Málaga.

Desfile en la Plaza Mayor de Salamanca unos días después del nombramiento de Franco como jefe del Estado. Palabras para un fin del mundo

Fueron diez años de investigación para La isla del viento y, de alguna forma, ahí estaba el origen de este nuevo documental, que arranca con el regreso de Unamuno del exilio y con el que se pretende verter luz sobre sus últimos días. "Jamás imaginé que aquello me acabaría conduciendo a lo que hoy es Palabras para un fin del mundo", explica el director en el dosier de prensa del documental, donde añade que "cuanto más profundizaba en la obra de Unamuno, en su historia personal y familiar, en las evidencias y las lagunas existentes sobre su figura, fundamentalmente en la narración de sus últimos años de vida, supe que había una historia mayor que contar".

"Pero no podía prever que la dimensión de los hallazgos que se encontraban entre la documentación consultada la convertirían en esta historia", añade. Una investigación de más de una década que le llevó a encontrar documentos inéditos y pruebas desconocidas, algunas relacionadas con el incierto pago de 5.000 pesetas de Unamuno al bando franquista, también discutido por los Rabaté. La revisión crítica de una versión oficial que hasta ha impregnado a ficciones como Mientras dure la guerra, la película de Alejandro Amenábar que arrasó en taquilla. 84 años después, Menchón quiere aportar "exactitud y rigor histórico", además de imágenes nunca vistas como las de las quemas de libros, de las que hay testimonios orales y escritos, pero casi ninguno gráfico.

Unamuno pronuncia un discurso durante un acto en la Universidad de Salamanca. Palabras para un fin del mundo

La cantidad de material era tan grande que el director tomó una decisión clara para el documental: huir de la narrativa clásica del género que da más importancia a los testimonios de bustos parlantes. "Debía dejar que fuesen los verdaderos protagonistas de los acontecimientos históricos que conforman esta película quienes contasen nuestra historia. Hemos dado con informaciones, documentos e imágenes de alto valor histórico, con textos manuscritos de Unamuno, de Millán-Astray o de Manuel Azaña, entre otros, con material filmado por cineastas amateurs en los años de la República y la Guerra Civil. Ellos son los 'narradores' de esta película", explica en el texto de presentación.

Y de alguna forma sí que son ellos los narradores. Lo hacen gracias a actores y actrices del cine español, que han dado su voz a este documental. El gran José Sacristán es Miguel de Unamuno, mientras que Antonio de la Torre es el general Mola, Víctor Clavijo Millán-Astray y Marian Álvarez la narradora que también lee los documentos oficiales. Todos ellos en una película que no fuerza su estilo visual, y que toma decisiones estéticas como colorear sólo las banderas y dar siempre predominancia a los documentos oficiales que pueden tambalear una historia de la que siempre hubo dudas.

Discurso del 12-O

Palabras para un fin del mundo también se sumerge en el célebre episodio que tuvo lugar en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca el 12 de octubre, coincidiendo con el día de la Raza y en el que Unamuno pronunció su famoso "vencer no es convencer". Y ofrece una versión novedosa del discurso del intelectual, basada en la última edición de El resentimiento trágico de la vida (Pre-Textos). Una revisión crítica realizada por los Rabaté en la que incluyeron el hallazgo de un texto firmado por Ignacio Serrano, catedrático de Derecho Civil, testigo de los hechos y que anotó el desencuentro entre el escritor y el líder de los legionarios.

Las notas manuscritas de Unamuno para su intervención en el Paraninfo.

"La intervención de Unamuno fue muy breve a la luz de las cuartillas de Serrano, lo que confirma nuestras investigaciones anteriores", explican Jean-Claude y Colette. "La evocación de [José] Rizal desencadenó la cólera de Astray con llamamientos al odio, al asesinato de "los catalanistas" y de "ciertos catedráticos" —¡palabras proferidas en una universidad!— hasta tal punto que al día siguiente la prensa controlada por Astray no solo censura las palabras de Unamuno —lo que es lógico— sino también las de Astray. ¿Por qué? Lo dice el profesor Serrano —del bando nacional—: Astray se había pasado de la raya excitando además espíritus jóvenes a la violencia".

En el documental también se tratan rápidamente las relaciones —no tan malas— entre Unamuno y Azaña o cómo el autor de San Manuel Bueno, mártir fue censurado y utilizado por la propaganda sublevada y las entrevistas de los periodistas extranjeros, realizadas siempre en presencia de censores militares. Una producción que pretende ser la contraposición "rigurosamente histórica" de la ficción de Alejandro Amenábar. Un documental que bebe en gran medida de las investigaciones de los Rabaté, pero que respaldan "hasta cierto punto", hasta el fallecimiento de Unamuno. El resto es obra de Manuel Menchón.

Unamuno y Millán-Astray, en la única imagen que se conserva del acto en el interior del Paraninfo. Palabras para un fin del mundo

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