Corría el año 1937 en España cuando en Valsadornín fue encontrado un tesoro romano sin precedentes. En mitad de una sangrienta y cruenta Guerra Civil, apenas cuatro meses después del bombardeo de Guernica y escasos días antes de la ofensiva de Aragón, se descubrió un tesoro que poco tenía que ver con la contienda que estaba teniendo lugar en suelo español en aquel momento.

En la provincia de Palencia hacía tiempo que los sublevados habían controlado el territorio. Reinaba una tensa calma a la espera del desenlace de la guerra. Solo una tormenta terminó con la tranquilidad de los vecinos de Valsadornín y Gramedo. En el camino que unía ambas localidades, los hermanos Tomás Roldán y Eusebia Roldán, de 41 y 36 años, bajo la intensa lluvia y viento, tropezaron con una olla que sobresalía del suelo, al lado de un muro. Se trataba de un recipiente con más de 2.000 monedas en su interior.

Los hermanos recogieron el tesoro y lo trasladaron a su casa de Gramedo. Pertenecían a una familia humilde y aquellas monedas podían sacarles de más de un apuro. Sin embargo, la noticia corrió como la pólvora y el gobernador civil de Cervera dio la orden de requisar el hallazgo.

Aproximación del estado primitivo de la olla.

Finalmente, se llegó a una especie de pacto en el que tanto los hermanos como el gobernador civil, así como algunos de los vecinos de Cervera de Pisuerga, se quedarían con algunas de las monedas. "Ni la tapa, ni la parte superior de la vasija llegó al Museo. Los hermanos Roldán tienen varias monedas, aunque no sé el número exacto; varios vecinos de Cervera, donde estaba el puesto de la Guardia Civil más próximo y donde debió estar el tesoro unos días, tienen también ejemplares", aclara María Valentina Calleja, quien trabajó con algunas de las monedas en 1979. 

El tesoro incompleto se guardó en el Museo de Palencia hasta que fue trasladado al Museo Arqueológico Nacional en Madrid en 1951. "La parte que hoy se conserva no nos permite opinar con todas garantías cómo era esta vasija en su primitivo estado", explica Calleja. Al parecer se trata de una olla o ánfora de cuello estrecho y "no muy alta". No obstante, los expertos de hoy aseguran que, con los restos disponibles en la actualidad, debe tratarse de un caldero de bronce. Tiene una altura de 13 centímetros y un diámetro de 32 centímetros y pertenece al siglo III d.C.

Un 14% del tesoro completo

Sea un caldero o una olla, lo realmente valioso del descubrimiento de aquellos hermanos eran los antoninianos —moneda romana equivalente en teoría a dos denarios que en principio se fabricó con plata y posteriormente se derivó al bronce—. Su limpieza y clasificación fue complicada y laboriosa, pues muchas de las monedas estaban pegadas en bloques y su separación podía terminar por romperlas. Asimismo, una mala limpieza podría hacer de las monedas metales ilegibles.

"Intenté hacer en primer lugar una clasificación por emperadores para poder ir fotografiando con orden y seguir clasificando", relata Calleja. La mayoría de ellas pertenecen al período de Galieno, quien gobernó Roma desde el año 253 al 268. "Son todos antoninianos de baja calidad y escaso peso, pero hay ejemplares con abundante proporción de plata en las monedas de Postumo, Mariniana, algunas de Salonina y en general hay buenas representaciones en todos los emperadores", describe. También destacan hasta 445 antoninianos del emperador Claudio, gracias al cual se expandió el Imperio tras la conquista de Britania.

Antoniniano de Galieno.

Según indica en el informe elaborado, la cantidad de monedas de las que se disponen corresponden a un 14% del total, por lo que el expolio y el reparto que se produjo en el momento del hallazgo del tesoro han dañado considerablemente el trabajo de los historiadores del arte y los arqueólogos. Así, se habían reducido a 2421 monedas los antoninianos que se encontraron en 1937. 

¿Quién lo ocultó?

El siglo III fue una época turbulenta para el Imperio romano. Los emperadores no eran capaces de solventar la crisis que azotaba a sus tierras y apenas duraban unos años en el cargo. Galieno fue uno de los pocos que consiguió estabilizar de alguna manera Roma y combatió a los pueblos que trataban de cruzar sus líneas fronterizas.

La ocultación del tesoro se debió dar alrededor del año 270, según indican los expertos. La inestabilidad de la época influyó enormemente en que un ciudadano romano optara por esconder sus más preciadas monedas. Allí lo abandonó y por un motivo u otro, jamás regresó. Los siguientes en dar con la olla fueron Tomás y Eusebia Roldán, más de 1.500 años después.

Pero aún tendrían que pasar varias décadas para que el tesoro de Valsadornín fuera restaurado. En 2016 tanto la olla como muchas de las monedas se encontraban deterioradas. "Se optó por la utilización de microabrasímetro con microesfera de vidrio con el que se consiguieron limpiezas uniformes y relativamente rápidas, además de eliminar los gruesos depósitos deformantes", detalla el Ministerio de Cultura y Deporte. A su vez, se vaporizaron los escasos cloruros de cobre que presentaba y se dio un acabado final mediante láser.

Ahora, ya restaurado, el tesoro se encuentra de vuelta en el Museo de Palencia desde 2019, siendo uno de los hallazgos romanos más relevantes de la provincia y de Castilla y León.

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