Retrato idealizado de Ricardo Corazón de León elaborado en el siglo XIX.

Retrato idealizado de Ricardo Corazón de León elaborado en el siglo XIX.

Historia El rey guerrero

Las mentiras y verdades de Ricardo Corazón de León: de su homosexualidad a su crueldad

Un exhaustivo ensayo del historiador británico Thomas Asbridge ahonda en el fenómeno de las cruzadas desde la óptica de cristianos y muslmanes.

5 septiembre, 2019 03:40

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En la tarde del 20 de agosto de 1191, ya con la ciudad de Acre bajo dominio de los cruzados, el rey inglés Ricardo Corazón de León partió con un importante contingente armado y estableció un campamento temporal al otro lado de las trincheras, a la vista de las tropas del sultán Saladino. Los cristianos conducían con ellos a unos 2.700 musulmanes que habían sido capturados durante el asedio. Y allí, en plena llanura seca, les aniquilaron a sangre fría con mandobles de sus espadas.

Esta carnicería premeditada es la que mayor controversia ha generado en el historial militar del poderoso y tiránico guerrero, si bien muchos de sus crímenes han quedado difuminados por sus dotes de excelente estratega y negociador. "Fue un hecho horroroso incluso en los término de la Edad Media, pero lo que más le incomodó fue que se pusiese en duda su actitud caballeresca y su honor: había dado su palabra de que los prisioneros estarían a salvo y luego la rompió", explica el historiador británico Thomas Asbridge a este periódico.

El experto medieval ahonda con especial detenimiento en su obra Las cruzadas. Una nueva historia de las guerras por Tierra Santa —editada ahora en España por Ático de los Libros— en esa rivalidad mitificada entre Ricardo Corazón de León y Saladino, las dos figuras más icónicas de este enfrentamiento tan marcado por el componente religioso, por controlar un tesoro de marcada impronta espiritual como la ciudad de Jerusalén. El libro es un relato muy didáctico y rico en detalles, que ayuda a comprender el significado de estas luchas —abordándolas desde ambas perspectivas— y sus proyecciones en el presente.

Escena de Ricardo Corazón de León combatiendo con Saladino.

Escena de Ricardo Corazón de León combatiendo con Saladino. British Museum

El grueso del estudio de Asbridge se centra en esa Tercera Cruzada (1189–1192) que impulsa a Ricardo Corazón de León como la figura más legendaria para el bando cristiano —rellenado el hueco que había dejado su primer gran líder, Godofredo de Bouillón—, y sus narraciones contribuyen a verter luz sobre algunas de las leyendas más enraizadas en torno a la imagen del rey inglés.

La primera mentira histórica que el mundo del arte ha contribuido a expandir es que estos dos personajes se enfrentaron cara a cara en el campo de batalla, situación que nunca se registró. Sin ir más lejos, el British Museum de Londres conserva una escena que describe un duelo entre Ricardo y Saladino en la que el primero aparece con una actitud victoriosa dirigiendo su hacha hacia el sultán, que parece a punto de caer de su caballo. El dibujo está datado en 1831, otro ejemplo de cómo moldear la historia con unos marcados fines partidistas.

Origen del nombre

Pero la figura del rey inglés esconde otras leyendas. La más estrafalaria tiene que ver con el origen de su apodo, Corazón de León. Según las versiones más fantásticas, Ricardo, al regresar de la Tercera Cruzada, fue hecho prisionero y recluido en una celda, con la mala fortuna de caer enamorado de la hija de su captor quien, al enterarse de este hecho, habría enviado a un león para acabar con su vida. El guerrero, sin embargo, colocándose un pañuelo de seda en el brazo, le arrancó el corazón al animal a través de la boca. Y por si eso no fuese suficiente, luego se comió el órgano crudo delante de sus captores. 

Es cierto que Ricardo cayó prisionero en el regreso de la Tercera Cruzada, pero no que su apodo provenga de esa leyenda. Sobre su cautiverio hay otros interrogantes: tras fracasar en su intento por dominar Tierra Santa, Ricardo decidió regresar a Inglaterra. A su paso por Viena, y haciéndose pasar por un vulgar cocinero, cayó en las redes de un antiguo rival que se había opuesto a él durante el sitio de Acre, el duque Leopoldo de Austria. Le había delatado, supuestamente, un anillo de piedras preciosas que se había olvidado de quitar.

Ricardo I siendo ungido durante su coronación como rey en la abadía de Westminster, Londres. Ilustración de una crónica del siglo XIII.

Ricardo I siendo ungido durante su coronación como rey en la abadía de Westminster, Londres. Ilustración de una crónica del siglo XIII.

Estuvo confinado en un castillo a orillas del Danubio durante más de un año hasta que un enorme rescate fue pagado a cambio de su liberación. Pero otro cuento más romántico se transmitió a finales del siglo XIII: Blondel, el trovador del rey, había recorrido todas las tierras europeas en busca de su señor "desaparecido", parándose en cada fortaleza para entonar una cantiga que ambos habían compuesto de forma conjunta. "La fábula de Blondel es pura ficción y no añade sino un estrato más a las muchas capas de mitología que envuelven la leyenda del monarca Corazón de León", resumen Asbridge.

Sus coetáneos recordarían a Ricardo como a un soldado sin par y un magnífico cruzado —también hay relatos legendarios sobre sus hazañas militares, combatiendo a la vez a decenas de enemigos—, pero estudios recientes de su figura han suscitado interrogantes en torno a su condición sexual. Tuvo mujer, Berenguela de Navarra, pero ningún hijo legítimo y solo uno bastardo. ¿Es posible que fuera gay, como sostienen algunos de sus biógrafos?

Responde Asbridge: "La idea de su homosexualidad emerge a mediados del siglo XX y creo que se basa en un error de comprensión de las fuentes. Las pruebas se remiten a la crónica de Roger de Hoveden, quien narra que Ricardo compartió cama con Felipe II de Francia en un momento en que su padre, Enrique II, no quería que su hijo heredase el trono de Inglaterra, por lo que decide aliarse con el enemigo de su padre… Creo que el modo adecuado de interpretar ese hecho de compartir cama es que se trata de un acto político con el que, esencialmente, decía: 'Me estoy aliando con este individuo'. No se puede saber si hubo algún elemento sexual, pero eso no es lo que el cronista indica ni leyendo entre lineas".