El independentismo escoge símbolos históricos para identificarse, de Rosa Parks a Martin Luther King, activistas hechos carne que avalen su causa incluso cuando ya no pueden. En otras ocasiones deciden amasar el pasado: recuerden cuando allá por 2014, el Institut Nova Història aseguró que Colón, Cervantes y Da Vinci eran catalanes, pero que un fraude de dos siglos los hizo españoles. Los hay non gratos también, como Quevedo o Machado, tachados de “anticatalanistas”, al menos a ojos del informe del Ayuntamiento de Sabadell, donde los escritores parecen bajo el epígrafe Personajes hostiles a la lengua, cultura y nación catalanas. Torra limó estas tiranteces tirándole los trastos a Pedro Sánchez en la fuente machadiana de Moncloa, donde el poeta quedaba con su amor más prohibido, Guiomar.

Ahora el presidente de la Generalitat manifiesta su rechazo al exceso de Reyes Católicos que lucen en la sala principal del Palau. Torra ha explicado a un grupo de visitantes -enfundados en las camisetas de la Diada- que ya no se siente cómodo con el Salón Sant Jordi, a pesar de ser “magnífico”. “No me gusta por las pinturas que hay. Estas pinturas, si os fijáis, son una historia de Cataluña un poco extraña, porque todo va de Reyes Católicos, va de la batalla de Lepanto… Bueno, con la Virgen de Montserrat de acuerdo, pero veis, Reyes Católicos, allá Reyes Católicos… Por tanto, alguna cosa rara nos explica esto, ¿no? ¿Qué pasó aquí?”.

Salón Sant Jordi.

Prefiere la sala Torres García, donde él recibe “a gente cuando me vienen a ver”: “Tiene unas pinturas ‘noucentistas’ preciosas. Estaban aquí, porque fue un encargo que Prat de la Riba hizo a un pintor, al pintor Torres García, para que decorase el Salón Sant Jordi el año 1914. Pero aquel encargo no lo acaba de hacer y cuando llega la dictadura de Primo de Rivera, como nos suele pasar a nosotros… con el 155, dictadores Primos de Rivera, Franco, etcétera… pues decide que no puede ser, que todo eso eran unas pinturas demasiado catalanistas y por eso pintan estas telas, y fijaos allí que eso no son frescos, sino que son telas y ponen estas telas encima de los frescos, un poco parecido a lo de las columnas de Montjuïc, que derribaron, aquellas cuatro columnas… ¿las tenéis presentes?... Hacen lo mismo: eliminan aquellas pinturas”, declara el president, como adelanta El Confidencial, documentando sus palabras con un vídeo.

Sigue contando Torra que más tarde, ya en los sesenta, alguien se pregunta qué pasó con aquellas pinturas de Torres García. Entonces “levantan estas telas” y se dan cuenta de que aún están. Su intención, apuntala, es “volver a traer las pinturas de Torres García aquí, que es su lugar”. Sin embargo, el president no explica a su público que el pintor Torres García fue duramente criticado por los artistas catalanes de su momento, y finalmente el encargo que se le hizo fue cancelado por Josep Puig i Cadalfach, consiguiendo que el artista se enfadase y se marchase de Cataluña como el que da un portazo. Torres García sólo llegó a pintar cuatro murales: ni siquiera terminó el encargo inicial.