“Una soy y una sola me siento. Vengan a mí quienes quieran sumar y no galanes que dividan en medio o en tercios. No nací para volverme diminuta antes quienes humillan a nuestro sexo”. Cualquier discurso de nuestro feminista comienzo de siglo XXI podría incluir estas palabras, pero en realidad fueron escritas en el XVII. Su autora fue María de Zayas, una de las grandes novelistas del Siglo de Oro español y una de tantas mujeres a las que la historia misógina y machista dejó en la oscuridad. Ahora su nombre y su obra empiezan a salir a la luz, pero María de Zayas fue mucho más que una escritora de notable éxito en su época, con muchas reimpresiones de sus obras y alabada por Lope de Vega o Castillo de Solórzano.

En verdad, el subtítulo que mejor la define es el de pionera: fue una de las primeras mujeres que publicó un libro de ficción firmado con su propio nombre, de las primeras feministas críticas y comprometidas, sin saber cómo años después se le llamaría a eso de defender la igualdad y denunciar la represión de la mujer, y una de las escasísimas voces que incluyó en sus obras el deseo sexual de la mujer y las relaciones LGTB. Suficiente como para que su nombre se grite alto y claro tras cuatro siglos de silencio.

La libertad de la mujer para elegir, la importancia clave del acceso a la educación y la cultura para conseguir la igualdad real, la sororidad, la denuncia del maltrato y las agresiones sexuales y la homosexualidad son la espina dorsal de una obra en la que destacan sus Novelas amorosas y ejemplares y Parte segunda del sarao y entretenimiento honesto, más tarde conocida como Desengaños amorosos. Ambas son diez novelas cortas que, en el primer y cervantino caso, presenta a mujeres que despiertan para vengar su honor y recuperar su destino, en el segundo son cinco las mujeres que relatan con aspereza y violencia casos de brutalidad cometidos por los hombres contra su género.

Imagen de Los desengaños amorosos en el Festival de Almagro.

No podemos hablar de feminismo porque sería un anacronismo histórico, pero creo que sí podemos hablar de protofeminismo, y lo interesante es que esta visión de Zayas pertenece a un movimiento más global. Su obra coincide en el tiempo con la de Ana Caro y sor Juana Inés de la Cruz y con personajes como Rosaura o doña Ángela de Calderón. En la ficción y realidad coinciden mujeres rebeldes que toman las armas y las letras. No es una casualidad. Hay una especie de magma protofeminista en esa segunda mitad del XVII que merece nuestra atención”, explica Nando López, novelista, dramaturgo y conocedor de la obra de Zayas ya que es el responsable de Desengaños Amorosos, una adaptación teatral, dirigida por Ainhoa Amestoy que se estrenó este verano en el Festival de Teatro Clásico de Almagro con el aplauso unánime de público y crítica. La obra arranca la campaña escolar en otoño y además podrá volver a partir de primavera en ciudades como Avilés, Las Rozas o Madrid (en abril en el Teatro de la Comedia).

Si el discurso feminista es el centro de la obra de Zayas, la educación de la mujer es el pilar sobre el que se asienta. “Por tenernos sujetas desde que nacemos vais enflaqueciendo nuestras fuerzas con los temores de la honra y el entendimiento con el recato de la vergüenza, dándonos por espadas ruecas y por libros almohadillas”, escribió Zayas en La fuerza del amor, la quinta novela de su primera colección. Es más, para ella la restitución moral de la mujer y su libertad radica en la educación y la cultura.

El mensaje en el que más insiste es en el relacionado con lo intelectual. Tiene claro que sin acceso a la educación y a la cultura, la mujer va a estar sometidas

Es la llave con la que sus personajes se interrogan, se preguntan quiénes son y qué quieren, se rebelan contra las normas patriarcales y defienden su discurso y su libertad. Algo absolutamente revolucionario y novedoso en un Siglo de Oro en el que la mujer estaba encarcelada en el ámbito doméstico y, como nos deja claro la literatura, su único papel era el de objeto masculino obsesionado por la honra y la apariencia. “Si en nuestra crianza, como nos ponen el cambray en las almohadillas y los dibujos en el bastidor, nos dieran libros y preceptores, fuéramos tan aptas para los puestos y para las cátedras como los hombres, y quizás más agudas”, agrega en el texto Al que leyere que abre este volumen.

Las letras y las armas. O el arma de las letras. Ahí radica la verdadera liberación femenina para Zayas. Lo explica Nando López: “El mensaje en el que más insiste es en el relacionado con lo intelectual. Tiene claro que sin acceso a la educación y a la cultura, la mujer va a estar sometida”. Y para hacer llegar este mensaje utiliza en sus obras a mujeres fuertes, comprometidas y directas, un lenguaje accesible y todos los géneros narrativos del Siglo de Oro.Hay novela picaresca, bizantina o pastoril sin renunciar, eso sí, a la crítica y la reivindicación.

Imagen de la representación de la obra en Almagro.

Es muy inteligente porque sitúa pasajes muy críticos en historias que enganchan, y no olvidemos que la novela siempre, y hoy sigue siendo así, ha sido un género leído mayoritariamente por mujeres. En ese momento no hablamos tanto de lectoras como de oyentes y lectoras. Su mensaje resulta más incendiario casi hoy cuando somos conscientes de la importancia de lo que está diciendo porque nos despreocupamos del aparato argumental porque somos conscientes de que es heredero de una tradición. La novedad de Zayas no es tanto los argumentos sino, sobre todo, en su mirada, la forma de crear los personajes, la vida y la fuerza de sus mujeres. Son mujeres fuertes, complejas, con muchas ambigüedades y sombras y cercanas a lo real, y eso hace que su discurso sea hoy muy vigente”, analiza López.

Sororidad y sexo en el siglo XVII

En sus Desengaños amorosos son las mujeres las únicas que toman la voz para contar historias reales (algo que insiste en dejar claro para que el lector incorpore su mensaje a su vida) de maltrato. Sus relatos son descarnados, hay violencia y denuncia. Podrían abrir tristemente cualquier informativo como sigue haciéndolo hoy en día el rosario de mujeres asesinadas o agredidas sexualmente. Hablamos de hace cuatro siglos. Y junto a ello, aparece la amistad y la unión de las mujeres como una, lo que hoy llamamos sororidad. Las féminas de Zayas se unen para ser más fuertes y hacer frente a los hombres. Lo hacen las tres protagonistas de La traición de la amistad, su única pieza teatral, y también con las historias que se cuentan entre ellas en Desengaños Amorosos.

Pero además María de Zayas como mujer tiene deseo. Es erótica, sensual y sexual. Y sus mujeres también son así. Algo, de nuevo, nada común en la literatura áurea y que puso a la Inquisición tras sus obras. Ahí están Jacinta y Flora en las Novelas amorosas y ejemplares, la primera anteponiendo su deseo sexual al honor y el decoro y la segunda afirmando sentirse atraída por Aminta, una dama de la que se ha enamorado su amante don Jacinto. Porque, de hecho, aquí está otra de las grandes revoluciones y novedades de esta escritora: la defensa de la libertad para amar y la plasmación de las relaciones homosexuales en sus obras no explícitamente pero sí de una forma evidente.

Y si el alma es idéntica en varones y hembras, ¿qué más se da en ser hombre que mujer? Pues las almas no son hombres ni mujeres y el verdadero amor en el alma está, que no en el cuerpo

Y si el alma es idéntica en varones y hembras, ¿qué más se da en ser hombre que mujer? Pues las almas no son hombres ni mujeres y el verdadero amor en el alma está, que no en el cuerpo”, transcribe Nando Cruz en su versión de los Desengaños amorosos. “Es una de las pocas voces del XVII, no solo español, que tiene escenas homosexuales en sus textos. Es algo que se repite y no es casual. Los biógrafos creen que puede tener que ver con su vida. Compartió mucho tiempo con Ana Caro, no está claro si fue una amistad o hubo algo más, pero lo que sí está claro es que tiene una mirada sobre la homosexcualidad muchísimo más moderna, compresiva y tolerante que la de su época porque sí habla de esa posibilidad de amor entre dos hombres o dos mujeres, habla del amor de una forma universal y contempla, o por lo menos muestra y no oculta, esas otras formas de amar.

En Zayas el sexo es explícito y claro, y forma parte de la trama y la psicología de los personajes. El deseo y las relaciones son importantes. Tiene reflexiones muy físicas y trata con la misma naturalidad el hecho homosexual cuando aparece”, explica el escritor. Evidentemente las relaciones homosexuales no son el centro de su obra, pero sí entroncan con uno de sus temas básicos: la búsqueda de la libertad. Los personajes de María de Zayas son revolucionarios porque buscan la libertad y lo hacen a través del amor, de la educación y de la igualdad. Tres armas universales para ser ellos y, sobre todo, ellas mismas.

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