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    Autorretrato en Auschwitz

    David Olère, pintor y escultor judío-francés, nació el 19 de marzo de 1902 en Varsovia, Polonia, donde estudió Bellas Artes. Tras vivir varios años en Alemania, terminaría asentándose definitivamente en París en 1923. Allí trabajaría para varios estudios de cine como Paramount Pictures diseñando carteles.

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    El número 106.144

    El 20 de febrero de 1943, y debido a su procedencia judía, David Olère fue detenido por la Policía francesa y enviado al campo de Drancy. De allí lo deportaron el 2 de marzo a Auschwitz, donde los nazis lo registraron con el número 106.144. Fue una de las pocas personas de su tren que no acabó en las cámaras de gas.

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    Sonderkommando en Birkenau

    Olère pasó a integrar el sonderkommando de Birkenau, la unidad de prisioneros seleccionados para trabajar, retirando y cargando cadáveres, en las cámaras de gas y en los crematorios. Primero pasó por el Bunker 2 y luego fue destinado al crematorio III.

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    Marcha de la muerte

    En enero de 1945, Hitler y el Tercer Reich se encaminaban inevitablemente a la derrota. Los soviéticos avanzaban hacia Berlín y los nazis comenzaron a evacuar los campos de concentración para eliminar el mayor número posible de pruebas que documentaban el Holocausto. David Olère fue uno de los 60.000 prisioneros forzados a abandonar Auschwitz en penosas condiciones, durante las llamadas marchas de la muerte.

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    Liberación final

    Tras ser evacuado del mayor campo de exterminio nazi, David Olère fue trasladado primero a Mauthausen y luego a Melk, donde trabajó en una galería subterránea. El 7 de abril de 1945 lo enviaron a Ebensee. Un mes más tarde, el 6 de mayo, el campo sería liberado por las tropas estadounidenses.

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    La vuelta a casa

    "Poco quedaba de él salvo sus ojos". Así de impactante es el testimonio legado por Alexandre Olère, hijo de David, tras el regreso de su padre a casa en junio de 1945. "A pesar de hablar cinco idiomas, no era capaz de encontrar las palabras para describir aquello". El exprisionero de Auschwitz, demacrado, era incapaz de comer ni de describir los horrores que había presenciado en las cámaras de gas y los crematorios.

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    Dibujar y pintar los horrores del Holocausto

    Las palabras no le salían, pero David Olère halló en los dibujos la forma de narrar las atrocidades perpetradas por los nazis en los campos de exterminio. Creó, tras finalizar la II Guerra Mundial, en torno a 70 ilustraciones con las que daba un testimonio visual de lo que fue Auschwitz, un infierno real.

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    Más allá de la comprensión humana

    Las obras de Olère recorren todas las etapas del terror de un campo de exterminio: la llegada de los prisioneros, la selección a cargo de los SS, la muerte en la cámara de gas, la cremación de los cadáveres... Son las escenas de un proceso de exterminio incomprensible para el raciocinio humano.

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    Monstruos y mártires

    Olère, que transfirió más tarde sus dibujos a lienzos, retrataba a los nazis, los verdugos, como auténticos monstruos. Los prisioneros, por su parte, escenificaban todo el horror de los campos de concentración: personas maltratadas, cadáveres profanados, mujeres desnudas, rostros fantasmales... El objetivo del artista es darle forma a un fenómeno inhumano, a una de las mayores atrocidades de la historia de la humanidad: el Holocausto.

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    Los sentimientos de una experiencia traumática

    Las imágenes son aterradoras, un arte espantoso pero necesario para tratar de comprender un suceso que fue real. Duele observar sus obras, porque van más allá de la comprensión humana. Olère comenzó a perder la vista al final de su vida, pero sus creaciones aumentaron de envergadura. "Él permaneció detrás del alambre de púas y nosotros, desde fuera, no pudimos atravesar el alambre para llegar a él", diría su hijo.

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