Constance Quéniaux fue una bailarina más de la Ópera de París, anónima, sin apenas relevancia para la historia, fallecida en 1908. Sin embargo, el mundo lleva observando su cuerpo desnudo más de un siglo y medio sin saber que era el suyo, fijándose en su vagina, pero sin poder verle la cara porque se salía del marco del cuadro y porque también parece estar cubierta por una sábana blanca.

Y es que este martes se ha conocido que Constance Quéniaux es la modelo de El origen del mundo, el famoso (y provocador) cuadro del pintor francés Gustave Courbet. El misterio ha tardado exactamente 152 años en ser resuelto, y todo gracias al azar. El escritor Claude Schopp, ganador del premio Goncourt de Biografía en 2017, dio fortuitamente con su identidad mientras examinaba la correspondencia entre los escritores Alexandre Dumas hijo y George Sand y ahora publica el hallazgo en un libro titulado L'origine du monde, vie du modèle.

Schopp no estaba indagando sobre El origen del mundo, la obra del realista Courbet pintada en 1866 y expuesta en el Museo de Orsay de París desde 1995. Su investigación se centraba en analizar las "alusiones" presentes en los intercambios escritos entre Dumas y Sand con el fin de "aclararlos". Fue a través de una errata de dos palabras que en francés se escriben parecidointerview e intérieur (entrevista e interior), cómo el escritor, sin buscarlo, resolvió el misterio.

Dumas, en una carta fechada en 1871, relató a Sand en referencia al cuadro de Courbet: "No se puede pintar con el pincel más delicado y sonoro la entrevista (interview en inglés) de la señorita Queniault de la Ópera". Schopp ha explicado a la agencia AFP que es entonces cuando decide confrontar la transcripción con el manuscrito conservado en la Biblioteca Nacional de Francia (BnF) y descubre que no está escrito "entrevista" sino "interior" (intérieur). "Fue una iluminación. Normalmente,debo trabajar mucho para realizar un hallazgo, esta vez fue sin buscarlo. Era injusto", ha confesado el escritor.

Otras identidades

Sobre El origen del mundo se conocía hasta ahora que el cuadro había sido encargado por el diplomático turgo-egipcio Jalil-Bey y que el pintor lo había terminado en el verano de 1866. También se habían barajado las identidades de otras mujeres para la modelo, como Joanna Hiffernan, amante de Courbet, pero su pelo caoba y su tez blanca no correspondían a lo que muestra la obra.

En las quinielas también apareció la amante del diplomático otomano Jeanne de Tourbey, pero se descartó al tratarse de una figura demasiado destacada en la sociedad para servir de modelo. El cabello negro de Constance y sus "bellas cejas negras", loadas por la crítica cuando bailaba en la Ópera, concuerdan más con la vellosidad de la modelo, según ha explicado a AFP Sylvie Aubenas, directora del departamento de estampas y fotografía de la BnF, donde conservan varias fotografías de la bailarina.