“El dibujo es, al menos en parte, obra de Leonardo”. Palabra de los conservadores del Museo del Louvre de París. Desde hace meses investigan un dibujo custodiado en la colección de arte renacentista del Museo Condé, en el Palacio de Chantilly, al norte de la capital francesa. El dibujo a carboncillo no es la copia de la obra conocida como Monna Vanna, que descansa en el Museo del Hermitage, atribuida a Salai. Los expertos aseguran que no es una copia, sino el cartón que Salai utilizó para realizar el óleo de esta una mujer desnuda que guarda un parecido evidente con la Mona Lisa del maestro.

“El dibujo es de una gran calidad, por la forma en que se han efectuado el rostro y las manos, verdaderamente notable. No es una copia insulsa”, ha explicado el conservador Mathieu Deldicque. “Estamos viendo algo que fue realizado en paralelo a la Mona Lisa, al final de la vida de Leonardo”, ha añadido.

“Es casi seguro: se trata de un trabajo preparatorio para una pintura al óleo”, han agregado las fuentes del Louvre a AFP. De ahí que deduzcan que entre La Gioconda y este cuadro haya una íntima relación y todo sea mermelada del mismo genio. Según Deldicque, las manos y el cuerpo son casi idénticos a la obra maestra de Leonardo da Vinci.

Lisa Gherardini del Prado y Mona Lisa del Louvre.

El dibujo es de la misma talla que la Mona Lisa. Además, hay marcas de las perforaciones en torno al cuerpo. Es el método que se utiliza para copiar la silueta sobre el lienzo. Dibujar a partir de un cartón era un recurso de calco muy habitual en los talleres renacentistas. Solían realizar pequeñas perforaciones en los contornos del dibujo del cartón: con la ayuda de una pequeña bolsa con carboncillo, esparcían el polvo negro hasta colarlo por las perforaciones para trasplantar el dibujo a la superficie del cuadro.

Pose Da Vinci

No es la primera vez que asoman los rastros y el rostro de La Gioconda en los últimos años, fruto del trabajo de los talleres del maestro. Hace cinco años el Museo del Prado descubrió a Lisa Gherardini al desvelar el fondo negro que la confundía con otro cuadro. Así, Lisa está en el Prado y Mona Lisa en el Louvre. Dos cuadros distintos como dos gotas de agua, pintados al mismo tiempo. Mientras Leonardo se dedica a crear un ser imaginado sin parangón en la naturaleza, su ayudante sigue con el encargo de retratar a la mujer del próspero comerciante florentino. Algo similar podría haber ocurrido en este caso.

Lo que más llama la atención es la postura de las manos y el leve escorzo de la retratada, que mira al espectador. Es un recurso típico de Leonardo, que aparece en el retrato de Isabella d'Este, marquesa de Mantua, joven culta y dominante y caprichosa, de poco más de veinte años, enamorada de las maneras de Leonardo.

Retrato de Isabella d'Este de Leonardo da Vinci.

Persiguió a Leonardo para que cumpliera con un retrato prometido que el pintor avanzó con un exquisito dibujo. Pero siempre le dio esquinazo. En un cartón con carboncillo, sanguina y pastel amarillo, pintó el perfil de Isabella, también de media figura y también con las manos descansando una sobre otra, sobre una baranda. El índice de la derecha señala un libro. Esta postura es el primer ensayo del modelo que llevará a otros retratos y que culminará con el de La Gioconda (aunque en este caso sea un perfil completo, como si de una moneda se tratara, en pose aristócrata).

La mano del taller

Leonardo nunca trabajó solo, a pesar de que el mito lo haya devorado todo y creamos que un genio es suficiente para llevar a cabo sus investigaciones. En el momento de abrir su primer taller en Milán está preocupado por los estudios anatómicos, geométricos, astronómicos, ópticos, dinámicos, investigaciones sobre el agua… Sin sus ayudante no podría haber atendido el negocio que le mantenía (a duras penas). 

Se rodea de aspirantes a pintores -muchos- que trabajan el encargo barato mientras él se dedica a asociarse con los nombres y las obras que reivindicarán su fama y reconocimiento por las cortes italianas. Paolo Giovio, historiador y biógrafo, observa que la muchedumbre de jóvenes que le acompaña en sus tareas contribuyen en gran medida al éxito del taller.

Sin embargo, Leonardo buscaba algo más que unas manos que le imiten y que perpetúen el negocio. Quiere pintores que no se conformen con la copia a fuerza de práctica y buen ojo. Los necesita con un agudo sentido del juicio crítico que les haga diferenciarse del copista que es como un espejo: “Que en sí refleja todas las cosas contrapuestas, pero no las conoce”, escribió.

500 aniversario

El experto en restauración del Louvre Bruno Mottin confirmó que el dibujo data de la época en que vivió Leonardo da Vinci, a comienzos del siglo XV. "El trazo de la parte de arriba del dibujo, cerca de la cabeza, fue realizado por una persona diestra". Leonardo era zurdo. "Se trata de un dibujo sobre el que es muy difícil trabajar, porque es especialmente frágil". Mottin espera esclarecer la identidad del artista en un plazo de dos años, a tiempo para una exposición en Chantilly con motivo del 500 aniversario de la muerte de Leonardo da Vinci.

El dibujo de Chantilly estaba atribuido al maestro toscano cuando fue comprado por el Duc d'Aumale, en 1862, por 7.000 francos. Años después, los especialistas dudaron de su autenticidad y dedujeron que el dibujo podría haber estado ejecutado por algún miembro del estudio del artista. Existen unas 20 pinturas y dibujos de la Mona Lisa desnuda en colecciones de todo el mundo.