¿Cómo es la cara de Europa, a quién se parece? ¿Es la niña triste de pelo largo y cobrizo? ¿O el anciano con la piel tan hendida que parece que le grapa los labios? ¿Está embarazada Europa? ¿Tiene síndrome de Down? ¿Y expresión de banquero? ¿Se tizna la cara de blanco antes de salir a escena, lleva rastas, juega con un globo terráqueo? La exposición Rostros. Fotografía europea de retrato desde 1990 -perteneciente a la Sección Oficial de PhotoEspaña 2016- da respuesta a esas preguntas en la quinta planta de CentroCentro Cibeles desde el 1 de junio al 28 de agosto, con entrada libre. 

La muestra recorre el cráneo de Europa -su pelo, su nariz, su mentón, su pulmón fumador o no, el tono cambiante de su piel, su nuca y, definitivamente, sus ojos- en los últimos 25 años y propone que el continente sea, al final, mosaico artístico de sus ciudadanos. 33 fotógrafos -entre los que se encuentran Luc Delahaye, Clare Strand, Anders Peterse o Alberto García-Alix- invitan a la reflexión sobre la identidad, la cultura y la historia europeas. Este último -García Alix- es el único artista español que participa en la exhibición. 

Su comisario, el holandés Frits Gierstberg, ha explicado esta mañana que, aunque "nunca el retrato ha sido tan popular como en este momento, en el que habitamos la era del selfie", él propone un "paso atrás, un análisis, una recuperación del retrato pintado del Renacimiento": "Si comparamos esa época con el arte contemporáneo, nos damos cuenta de que, a partir de los 90, se celebra un cambio fundamental en el mundo artístico pero también en el "mundo" europeo: en el 89 cae el muro de Berlín y vemos, de repente, una Europa unificada, pero que también nos cuestiona preguntas como europeos", reflexiona.

Claro que los retratos son un espejo. Eso es lo que quiere provocar la muestra: que nos miremos, nos escrutemos y nos reconozcamos también en las caras de otros

"¿Qué supone ser europeo? ¿Cuál es nuestra identidad? ¿Es que soy europeo o español? ¿O es que lo que realmente incide sobre mi personalidad es ser madrileño?". Y en ese instante dubitativo, cuenta, aparece internet. "Mi visión -y la que he tratado de plasmar en esta exposición- es que los 90 son interesantes porque los artistas demuestran fascinación por la identidad y el individuo, pero también por su relación con el entorno: con la política, la sociedad, la cultura. Eso sí: como mi planteamiento es desde el Renacimiento -que es la época humanista-, propongo explorar también el papel del individuo dentro de la sociedad, tanto en solitario como en colectivo".

Claro que los retratos son un espejo. Eso es lo que quiere provocar la muestra: que nos miremos, nos escrutemos y nos reconozcamos también en las caras de otros. "Contemplarlos es como lograr un compromiso entre la cercanía y la distancia, fomentando la empatía con los demás", recalca el comisario.