Cuenta el Padre Obispo Manuel Acuña que le preguntan mucho qué es el diablo y muy poco qué es dios. “Dios es lo más íntimo de mi intimidad y lo más elevado de mi elevación, como decía San Agustín”, cuenta a este periódico al teléfono con su carisma irrefutable, con su didactismo y su cariñoso acento argentino.

“En dios están nuestras aspiraciones, nuestros anhelos, y también nuestras sombras. Hay que aclarar que los exorcistas -que somos demonólogos- tratamos con esas sombras en su máxima expresión: ahí hablo del diablo. El diablo no es una idea, un concepto, es una realidad”, explica. “El demonio es una presencia activa y generadora de tentación, de opresión, de vejación, de posesión. Actúa con su plan determinado de ángel caído: su objetivo central es la perdición del ser humano y practica el antirreino, la infelicidad, la muerte, y para eso busca generar desesperación”.

Acuña es el primer exorcista latinoamericano y luterano presente en la Mesa Ecuménica del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum en Roma durante la Cumbre de Exorcistas: amigo durante más de diez años del Papa Francisco, ha llevado a cabo más de mil doscientos exorcismos y es titular de la Iglesia Carismática Luterana Independiente y arzobispo de la Asociación de Iglesias Luteranas Independientes Hispanoparlantes. Acaba de publicar Combate contra el mal (Ediciones Luciérnaga), un libro que no es de teología, sino más bien testimonial sobre su experiencia con los exorcismos y la existencia del bien y del mal -y su lucha constante-.

Romantización del diablo

Le pregunto al Padre si se ha romantizado la figura del diablo en el imaginario popular -por celebrarlo como un exceso, como un hedonismo deseable de sexo, de estupefacientes, de alegría y de ruptura de límites-. Se sonríe. “No sólo se ha romantizado, sino que roza el marketing. Se le ha convertido en alguien simpático y hasta admirable”, apunta.

Señala que el diablo no es uno. “Está el ‘luciferismo’, que liga a Lucifer al éxito, a la autosuficiencia, al libre albedrío que cree que todo lo puede. El ‘luciferismo’ es el que más goza de esta prédica popular. Está también el satanismo deísta que es el que requiere más sacrificios y es el más peligroso. Y también el satanismo ateo, que no cree que Satán exista ni que sea un espíritu inteligente, sino que es un símbolo en el cual se resumen las pasiones humanas”. Casi nada.

Fotograma de La semilla del diablo, de Polanski.

Habla de algunos representantes en la tierra de ese mal, como Charles Manson -“del que no se ahonda lo suficiente en su faceta satánica”-, de Anton Szandor LaVey -fundador de la iglesia de Satán- o Aleister Crowley. Detalla que LaVey fue incluso “asesor en la película del bebé de Rosemary, es decir, La semilla del diablo, de Polanski”. “En muchos lugares de Colombia, de México y de Uruguay se organizan los luciferinos alrededor de aquel ángel que parece habernos defendido y al que dios supuestamente castigó. Olvidamos el carácter de la soberbia que lo acompaña. Lucifer es la soberbia, Satanás es la ira, y el Señor de las Moscas es aquel que hace posar su veneno -sus moscas- sobre las heridas emocionales de las personas”, cuenta.

Cómo practicar un exorcismo

Pero, ¿en qué consiste un exorcismo, cómo se practica? Cuenta el obispo que esta práctica existe en la mayoría de tradiciones religiosas -no sólo en el cristianismo, sino en el islam, el judaísmo y el hinduismo-, y avisa de que el exorcismo “no es una moda ni un invento de la Iglesia”, sino una “delegación”. “El primer exorcismo está ya en el Padrenuestro. ¿Viste cuando decimos ‘líbranos del mal, no nos dejes caer en la tentación’? Ese es un exorcismo que hacemos todos los creyentes”.

Alerta que no sólo pueden exorcizarse personas, sino también objetos y hogares. “La infestación de una casa es equivalente a la posesión de un lugar. Las casas conservan memoria, la memoria de los que han vivido allí de los que están viviendo allá en el presente. Hay casas sanas y enfermas. Seguramente en las enfermas se practicó la brujería, la ouija, o hubo un crimen, un homicidio o alguien se suicidó”, relata. “También hay personas sujetas al dominio diabólico que son las que conocemos como ‘posesas’. Por mi experiencia te diré que el 40% de los casos que he tratado de personas posesas vienen de haber practicado la ouija”.

Explica que “es mentira que las mujeres sean más poseídas que los varones o que sea más frecuente en personas de clase social baja, es mentira”: “El diablo se toma muy en serio su trabajo. No juega a ser diablo, lo es. Va a por todos. Le ha pasado hasta a gente que no cree, porque no creer no nos salva de las consecuencias”.

El ritual

Las herramientas con las que cuenta el Obispo vienen del ritual: “Invocaciones a dios para que nos asista y nos cuide -el verdadero exorcista es Jesucristo, nosotros le prestamos nuestra persona para que haga él el exorcismo-, recitamos salmos de la Biblia que tienen tanto poder e invocamos a veces más a santos o a veces más a ángeles”, esboza. “Conjuros contra el demonio también. Se utiliza la cruz de Cristo en el caso de las iglesias históricas y el agua bendita, que es sacramental. Todo ritual es un sacramento y cuenta con la autoridad de la Iglesia”.

Pero, ¿toda la Iglesia está de acuerdo con estas prácticas? “No, porque el racionalismo ha infestado a la Iglesia. Cuando el racionalismo en grado exagerado quiere tomar el lugar de la fe, la teología se transforma en una caricatura. El discurso racionalista de entrada parece más serio pero olvida la realidad espiritual. Juan Pablo II apoyaba esta realidad, era un hombre de mucha oración y muy creyente, y según tenemos entendido, hasta desplegó un exorcismo. Y el Papa Francisco es el Papa que más se ha pronunciado en los medios de comunicación sobre la figura del diablo para advertir a los creyentes de la amenaza de Satán”, lanza.

“A mí me dicen que soy un luterano papista, ¿viste? No, pero creo que el Papa es el encuentro de toda la cristiandad. Y con el Papa Francisco yo rezaba una vez a la semana. ¡Con qué fuerza reza! Cómo no va a creer. Porque cree, reza, y porque reza, sabe”, apostilla.

¿Posesión o enfermedad mental?

¿Cómo podemos estar seguros de que alguien está siendo poseído por el diablo y, en el fondo, lo que le sucede no es que tenga algún tipo de enfermedad mental, una fuerte angustia o algún tipo de depresión? ¿Cómo distinguir lo que atormenta a alguien? “Es una buena pregunta. Por eso nosotros trabajamos en conjunto con la medicina, porque el ‘medicina vs. fe’ es una falacia. Gracias a dios hay muchos médicos, psicólogos y psiquiatras que comprenden esto, y no creerlo supondría un fundamentalismo científico que deja a la ciencia tuerta, como diría Einstein. La ciencia sin fe es tuerta y la fe sin ciencia es coja”.

El Padre trabaja con “un conjunto de psicólogos y psiquiatras” que evalúan cada caso y hacen una historia clínica de la persona. Nadie dice “oiga, ¿usted está poseído?, pase por aquí que se lo quito”. No. Se estudia el caso y se desvía al profesional correspondiente. “Hay personas que simplemente son víctimas de un agobio psicológico que debe ser tratado con la medicina. Nosotros sostenemos entrevistas con cada cual. Igual que no hay que pedirle al psicólogo o psiquiatra que determine si hay una posesión -porque no está preparado para eso-, nosotros no determinamos si hay una esquizofrenia o una psicosis -de eso se encargan ellos-". Interesante, cuanto menos.

Ideologías ¿satánicas?

¿El hecho de que haya personas malas, personas criminales, incluso gente sádica que disfruta hiriendo a otros, y, digo más, ¡terribles políticos!, tiene que ver con el diablo? “Podríamos hablar de una sociodemonología, que es la expresión de lo demoníaco en la cultura y en la política. Me dijo un maestro que antes el diablo poseía a personas y ahora posee ideologías”.

¿Cuáles? “Todas las que tienden a la muerte, a la miseria y las que pregonan el miedo”. ¿El diablo es más comunista o capitalista? Ríe Acuña. “Todo lo que niega dios es el diablo. En ese sentido, el comunismo es una expresión clarísima de la ausencia de dios, de lo diabólico. Hitler también fue diabólico porque nos mostró el infierno en la tierra”.

Pero si el capitalismo es nihilista y se alimenta de la productividad, ¿es satánico también? “Bueno, es que el comunismo ateo se enemistó directamente con la fe, pero no por eso defiendo el capitalismo. El capitalismo señala la ley del más fuerte, la falta de misericordia, la ausencia de solidaridad en nombre del ‘todo vale’ y del éxito personal. No, no es eso, claro”.

¿Y entonces? “Tenemos que volver a confiar en nosotros y en los otros. El diablo está en la desconfianza, en el egoísmo que distrae al ser humano de su verdadero fin, que no es tener, sino ser”. Amén.

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