De los hijos de Gramsci, Pablo Iglesias quizá sea uno de los más prolíficos: una vez se agarró a sus teorías marxistas para amasar una figura de barro, soplarle vida y echarla a andar. La criatura, que se llamó Podemos, ya lleva cinco años rodando y el próximo domingo volverá a enfrentarse en las urnas a sus rivales ideológicos para poner sobre la mesa no sólo una manera de ejecutar la política patria, sino todo un imaginario cultural que bebe igual de Gregorio Morán que de Judith Butler, de Almudena Grandes que de Carlos Cano. Son los relatos de los márgenes queriendo copar el foco en la pista de baile. Son las películas sobre Jesús Monzón que no se han producido; las Caperucitas Rojas esperando ser reinterpretadas desde el feminismo. 

Recuerden que Gramsci sostenía que la conquista del poder cultural es previa a la del político; que la lucha por una “nueva cultura” es la lucha por una “nueva moral”, que esta reyerta es mucho más que enciclopédica: es estructural. El líder de Podemos, como el filósofo italiano, piensa que la indiferencia “es el peso muerto de la Historia”, que vivir quiere decir "tomar partido". Charlamos con Iglesias sobre himnos de la izquierda -de Sabina a Los Chikos del Maíz-, sobre cipotudismo intelectual, sobre Machado reivindicado por Casado, sobre La Movida como postal de la beautiful people socialista -sin cuestionamiento crítico- y sobre esa estaca de Lluís Llach que un día arremetió contra el franquismo y hoy se usa para apoyar el procés. Sobre legitimidades. Sobre guerras musicales y mitos caídos. Sobre vías culturales para amar España y no regalar su idea al conservadurismo. 

¿Qué artista español le gustaría que le hiciese la banda sonora o el himno a Podemos? En otras palabras, ¿quién le gustaría que fuese su Norma Duval?

Habría muchísimos artistas… pienso en un genio universal que forma parte de la biografía sentimental de muchos españoles: Joaquín Sabina. ¿A quién no le gustaría que Sabina le hiciera un tema? Pero Podemos tiene diferentes estilos, a veces también puede sonar a rap. Los Chikos del Maíz han hecho cosas que para nosotros son referencias. Su último tema, Barrionalistas, es muy epocal, muy de esta época en la que surgimos nosotros. Podemos también suena a rock and roll, a punk rock, a La Polla Records pasando por Reincidentes o diferentes grupos que han expresado ese carácter contestatario que tuvo el rock en su momento en España. A mí me encanta la copla. Podemos también suena a Carlos Cano. Me entusiasma María Dolores Pradera, tuve el honor de conversar con ella hace un tiempo, antes de que muriera. Es toda una referencia. No me cansaría.

¿El rap ha sustituido a la canción protesta en España?

Bueno, creo que cada estilo musical supone una herramienta. Quien mejor entendió eso fue Fermín Muguruza, alguien que descubrió que la sencillez del punk podía hacer que chavales de clase obrera se expresaran y dijeran muchísimas cosas sin tener una enorme formación musical. Una guitarra española con acordes sencillos sirvió para hacer auténticas maravillas y construyó a generaciones enteras de cantautores en España, en Europa, en EEUU y América Latina… una sola mujer o un solo hombre en el escenario, con una guitarra, y era suficiente. El rap también tiene ese carácter popular. Aprender a samplear… tener “flow”, es decir, tener talento a la hora de recitar, tener potencia contando las cosas. Eso a nivel político es valiosísimo. El rap desde hace mucho tiempo viene demostrando su enorme capacidad de comunicación.

Antes mencionaba a Sabina. ¿Cree que hoy representa a la izquierda aburguesada?

Creo que Sabina es tan universal y tan genial que es absolutamente transversal, siendo de izquierdas y siendo progresista. Se ha convertido en un músico imprescindible. El dúo Sabina-Pancho Varona es crucial para entender los últimos 40-50 años de la historia de nuestro país. Tenía un amigo italiano con el que viví un tiempo y acabó harto de mí, porque escuchaba mucho a Sabina, y me decía: “He acabado dándome cuenta de que hay una canción de Sabina para cada estado emocional”. Se ha convertido en una figura que reconoce todo el mundo, pero indudablemente es progresista y de izquierdas, aunque le quieran igual las familias de derechas y se identifiquen con él. 

Usted cantó Cuervo ingenuo con Krahe. Parece que Krahe vivió en la eterna disidencia y pagó con cierta marginalidad el expresar sus opiniones políticas. Sin embargo, Sabina se salió de ese circuito y ha ido neutralizando con el tiempo sus posiciones. ¿No echó de menos, por ejemplo, que Sabina, como cantautor de cabecera, no relatase a su modo un movimiento como el 15-M?

Tiene que haber de todo. Sabina me gusta tanto que me resultaría incómodo, yo qué sé, exigirle posicionamientos políticos explícitos. No quiero entrar ahí. A veces no estoy de acuerdo con sus opiniones políticas, pero canta tan bien… que opine lo que quiera. A mí me gusta lo que representa como referente cultural. Pero es cierto que Krahe juega en una liga diferente y hace muchas menos concesiones, tiene menos complejos a la hora de decir determinadas cosas, siempre se movió con dignidad por los márgenes y escribió verdaderos himnos. Cuervo ingenuo es uno de ellos.

¿Por qué cree que la vieja guardia cultural (el propio Sabina, Almudena Grandes, Luis García Montero, Benjamín Prado, etc) nunca apoyó a Podemos y sí se organizó en su momento para defender la ceja

Eso habría que preguntárselo a ellos. No sé si puede haber razones de tipo generacional o de tipo biográfico. Podemos tiene muchos elementos generacionales y de diálogo entre madres e hijos, entre padres e hijas en las familias… Con todo, yo creo que Almudena Grandes en particular, con sus episodios nacionales ha logrado hacer algo muy importante en este país, que es rescatar y reconocer la tradición comunista y republicana para entender la democracia española. Eso es valioso en sus novelas. ¿Que después sea más de IU o de Llamazares…? Pues es secundario. Que siga escribiendo como lo hace. 

¿Ha ido alguna vez a los toros? ¿Son cultura o tortura?

A mí no me gustan nada los toros, personalmente se me revuelven las tripas. Y eso no es sólo epocal: Pío Baroja escribía hace más de un siglo sobre las corridas de toros en términos parecidos a como muchos lo sentimos hoy. Claro que hay manifestaciones culturales que pueden expresarse a través de la tortura o el maltrato: la cultura no es algo naif y precioso, no siempre, puede tener expresiones que nos horroricen. Sí, los toros son cultura pero los rechazo abiertamente. A partir de ahí: creo que cada vez hay más personas que rechazan visceralmente un espectáculo de maltrato a un animal, por muchos poetas que hayan escrito sobre los toros y por muchos elementos de tradición que giren en torno a eso.

Creo que la gestión a corto y medio plazo tiene que ser dejar que la gente se exprese y vote. Hay territorios de nuestro país donde ya no hay corridas de toros, ya sea por el voto ciudadano o porque las instituciones han decidido que no tiene sentido seguir llevándolas a cabo. Eso irá ocurriendo. Creo que los referéndums y la democracia es la manera. Cuando hablamos de “tradición” o de “cultura” como manera de legitimar algo, pienso en el patriarcado: es un conjunto de dispositivos culturales, claro… pero no por ello tienen que ser buenos. Los rechazo. 

¿A qué personaje histórico cree que hay que hacerle una película? A la manera de Vox con Blas de Lezo. 

Me gustaría una película de Jesús Monzón, que aparece en los episodios nacionales de Almudena Grandes y bien podrían convertirse en una serie. Inés y la alegría me fascina. A la Historia de España del siglo XX y la del XIX todavía le faltan películas y series. Hay elementos apasionantes y periodos históricos de nuestro país que han estado muy proscritos, no sé si por una cuestión de censura o autocensura. Hice un estudio sobre películas de la guerra civil, y hay muchas donde la guerra civil aparece pero pocas, muy poquitas, que constituyan clínicamente una explicación política. La vaquilla de Berlanga retrata una manera muy concreta de entender la reconciliación. Tuvo que llegar un británico, Ken Loach, a hacer Tierra y libertad, inspirada por Homenaje a Cataluña de George Orwell: se le pueden poner peros pero contó algo que no se había contado hasta entonces, y es que la revolución podía ser algo bueno, algo positivo.

Luego está Soldados de Salamina, la adaptación de Cercas que hace Trueba, y, bueno: tiene una manera de entender la Historia de España muy del agrado del mainstream: reconciliación, etc. Emilio Silva dice siempre que para ver lo que era un falangista en España hubo que esperar a que llegara un mexicano a hacer El laberinto del fauno, donde vimos lo que representaba la represión de la Falange. El cine y las series en los últimos tiempos han podido acercarse a la capacidad que tenía la novela en cuanto a la construcción de personajes. 

¿Entiende las críticas de los gitanos a Rosalía por la cuestión de la apropiación cultural? ¿Hasta qué punto el capitalismo blanquea relatos marginales? Ahora está de moda el look y la jerga de extrarradio, por ejemplo, cuando todos sabemos que sobrevivir en el extrarradio no es ningún paseo. Es curioso que los asistentes de un festival como el Coachella lo gocen con la versión de Rosalía de Las Grecas. Lo que queda debajo de la alfombra es lo que molesta: historias de gitanos, pobreza, violencia, drogas, hijos no reconocidos…

He oído hablar del tema pero no he escuchado lo suficiente a Rosalía ni tengo el criterio suficiente para juzgar su música. En cualquier caso, no me parece un elemento novedoso que de alguna manera se puedan mercantilizar realidades culturales con origen subalterno. Esto ha ocurrido siempre: la organización de lo popular -vinculado a realidades de clase o a realidades socioeconómicas muy concretas- ha tenido siempre expresiones culturales que han saltado al mainstream a través de robos que han molestado mucho a sus fundadores.

Estoy pensando en el rap o en la cultura hip hop, que surge en EEUU y fíjate su evolución: de ser algo que nace en barrios modelo de población afrodescendiente a convertirse en algo mainstream. En el flamenco también ocurre desde hace muchísimo tiempo. Es polémico el mestizaje. El cajón, que es un instrumento que todo el mundo asocia al flamenco, tengo entendido que lo trajeron de Brasil algunos flamencos… y eso molestó a algunos puristas. La mercantilización de expresiones culturales ha ocurrido siempre. 

La izquierda tiene que reinventar el sex appeal: el Che o Fidel fueron sexys y hoy nos parecen machirulos

¿Siente que es un perjuicio para los protagonistas del relato original?

Claro, es que la historia de la lucha de clases no es la historia de la justicia, en el 95% de los casos es la historia de la injusticia. En sus expresiones artísticas la injusticia también ocurrirá siempre. Por supuesto que es deseable combatirlo pero se va a seguir produciendo. Es legítimo que genere debate, y habrá quien sea capaz de distinguir la originalidad y la autenticidad de los productos más orientados exclusivamente a generar mucho dinero. No me quiero meter más en este jardín, porque no lo controlo mucho. No tengo criterio ni capacidad. 

¿Cómo hacer para que el imaginario cultural de la izquierda vuelva a ser sexy? ¿Se ha perdido el canallismo? Ahora hay dos imágenes muy contrapuestas: en un lado, Abascal fumando puros en los toros y comiendo casquería. En el otro, el vegano, animalista, modernérrimo y biempensante al que critican Los Chikos del Maíz en Valerie Solanas, desde dentro de la propia izquierda. “Vais a tener que comer muchas pollas en la redacción de Vice”, cantan. 

Sí. Por supuesto que es imprescindible recuperar eso. Cualquier movimiento que aspire a ser hegemónico tiene que recuperar el sex appeal, se tiene que reinventar. En su momento, el Che o Fidel con su puro eran enormemente sexys, hoy causaría risa ese machirulismo. Del mismo modo en el que todos nos reímos cuando los Chikos del Maíz se burlan de la dificultad para tener sex appeal del vegano, hay que construir figuras estéticas y referentes sociales que logren ser sexys en las condiciones culturales actuales. Abascal me parece enormemente rancio… pero sobre gustos…

Quizá es que el sex appeal depende de actitud y ese imaginario suyo, por mucho que no se suscriba, segrega más seguridad, más potencia. 

Sobre gustos no hay nada escrito, pero a mí no me parece particularmente sexy. Es muy de toda la vida. Café, copa y puro, qué olor de aliento… Como escribía Enric Juliana, es la España Varón dandy. 

Pablo Iglesias y Enric Juliana.

¿Cree que se puede hacer humor sobre la condición de víctima de ETA de Ortega Lara? Sabe que Movistar ha retirado un monólogo que bromeaba sobre su zulo. 

Puede haber humor de mal gusto. Igual que debe haber libertad para hacer humor sobre cualquier cosa, también debe haberla para decir “esto es de mal gusto”. Las demandas civiles son legítimas. Uno tiene derecho a hacer humor y el otro a interponer una demanda civil, que no es objeto del derecho penal, para que se restituya su dignidad. El humor es contextual y es histórico. No hace tanto de aquel monólogo de “Mi marido me pega” de Martes y Trece: el 95% se descojonaba con aquello y hoy nos horroriza. El humor tiene que ser libre, aunque no tenga ni puta gracia, y, a su vez, la demanda civil es un derecho de todos los ciudadanos. No se puede encarcelar a un humorista, por supuesto, pero es legítimo que se les demande civilmente. 

De sus rivales políticos Rivera, Sánchez y Casado, ¿quién es el bueno, quién el feo y quién el malo? 

Feos no son ninguno, y buenos tampoco, o no lo parecen. Los tres son guapos y malos. La maldad, normalmente, se esconde detrás de un rostro bello. 

Abascal ha confiado en Dragó para que escriba su biografía, ¿en qué escritor español confiaría Pablo Iglesias para la suya? 

Primero, yo creo que sería capaz de escribir yo mismo unas memorias. Y a la hora de escribir una biografía, quizá Pedro Vallín, que es malvado, liberal y podría hacerlo de forma muy interesante.

Es injusto que los independentistas llamen facha a Serrat: hay insultos más ricos

Podemos tiende al abolicionismo de la prostitución. ¿Qué le diría usted a una intelectual feminista como Virginie Despentes, que cuenta que prostituirse la libera?

Despentes es pura frescura y su estilo provocador es de las mejores cosas que nos han ocurrido. Recuerdo a chicas y chicos de mi clase leyendo fragmentos de su Teoría King Kong, haciéndose con el libro y fotocopiándolo. Pero, a ver: Despentes usa de manera inteligente la provocación para abrir debates. Una cosa es eso y otra el debate político y más complejo del movimiento feminista, con aportaciones que vienen de muchos lugares. Ese debate no puede estar condicionado por hombres ni por dirigentes políticos, porque además ha generado fracturas enormes. Tenemos que escuchar y ver cómo evoluciona. Hay que seguir leyendo a Preciado, a Judith Butler, a Mary Wollstonecraft, a Nancy Fraser… la entrevisté hace poco y es fascinante. 

¿Está de acuerdo con retirar Caperucita Roja de las bibliotecas de las escuelas por ser “sexista”, como ha sucedido en Cataluña? 

Caperucita roja puede tener diferentes lecturas. Una de las capacidades hermenéuticas del feminismo es hacer relecturas de algunos mitos clásicos y reconvertirlos. Recuerdo que en clase teníamos cierto cachondeo cuando hacíamos a los estudiantes analizar Cruz de navajas, la canción de Mecano. Podía tener diferentes interpretaciones. Una marxista-ortodoxa que dijera “pobre Mario, de clase obrera, trabajando sin parar, y encima le engaña su compañera y le termina asesinando el otro novio”… Pero también podía ser que tuviese una relectura feminista: ¿y si María era lesbiana y Mario era un maltratador y lo que han hecho esas dos mujeres es liberarse de un opresor? A mí no me queda claro quién era la persona que acompañaba a María: ¿quién sabe lo que ocurría ahí?

Bueno, esto es una coña marinera, pero lo que quiero decir es que podría haber un relato diferente de Caperucita roja, una Caperucita que dominase al lobo. Claro que los cuentos son sexistas por definición, históricamente. Y clasistas. Ves Willy Fog y es un escándalo: él es un británico, su sirviente es francés, y el sirviente de su sirviente es andaluz. La otra pobre enamorada de él, tan pasiva… Claro que los cuentos para niños reproducen las estructuras culturales del patriarcado, pero se les puede dar la vuelta y se pueden reescribir. No me gusta la idea de prohibir, creo que es más eficaz descojonarte del tema y explicar a los niños que pueden construir una nueva Caperucita roja.

¿Qué cuentos, o qué películas infantiles le pondrá a sus hijos?

Haré caso a Irene, que es psicóloga especialista en educación infantil, pero seguro que me pasa una cosa que le pasaba a mi padre conmigo: querré ver las películas que me marcaron en mi infancia con mis hijos y esperaré que tengan la misma sensación que yo tuve. No funcionará. Mi padre me regaló con 4 años un Scalextric porque él nunca pudo tener uno. Yo no era capaz de montarlo, no entendía nada… mi generación era la de las videoconsolas. El Scalextric no estaba mal, pero no era el juguete que más me podía divertir. Me entusiasmaba La historia interminable, con Atreyu, Ártax, el dragón… pero a lo mejor se la pongo a mis hijos y me dicen “qué tostón, papá”. Trataré de volver a ser niño con ellos, pero les dejaré elegir. 

El otro día Pedro Sánchez recomendaba una lista de libros y ninguno era de una autora. ¿Qué autoras recomienda usted?

La mujer habitada, de Gioconda Belli, a la que entrevisté hace poco, me entusiasmó… recomiendo siempre a Almudena Grandes para conocer la historia de España. Emilia Pardo Bazán. Hay muchas referencias necesarias a pesar de que la literatura ha estado tradicionalmente dominada por hombres. 

Recuerdo que usted usó la palabra “cipotudo” en el Congreso. El concepto venía de este artículo que escribió Íñigo Lomana sobre las tendencias estilísticas de una generación concreta de columnistas hombres. ¿Quiénes son los autores cipotudos de este país para Pablo Iglesias?

Sí, recuerdo el artículo, lo tuiteé. No tengo espadas suficientes para aceptar los retos a duelo que me harían todos esos autores si se lo digo. Si Pablo Iglesias repite la lista de autores cipotudos… todos me retarían con la pluma o con la espada, qué pereza. Lomana lo definía muy bien, y además lo definía con prosa cipotuda. Claro que el cipotudismo tiene que ver con cierta habilidad a la hora de escribir, y claro que uno de sus máximos representantes es Arturo Pérez Reverte. A mí algunas de sus novelas me han gustado mucho, pero tiene una manera de estar en el mundo, una manera de colocar los hombros y el cuerpo y las caderas muy “aquí estoy yo”. Eso nos puede pasar a muchos…

Ojo, que a usted le habrán llamado también cipotudo alguna vez.

Sí, y con toda la razón. Lo mejor es ser capaz de reírte de ti mismo. A mí muchas veces me sale ese gesto “Jaque”, esa expresión de Valle-Inclán… hay que reconocerlo y reírse de uno mismo cuando le sale.

¿Algún placer culpable? No sé, quizá alguna ranchera de Bertín Osborne. Algo que le guste pero que le dé un poco de pudor que le guste. 

Me encanta la casquería como a Abascal, comer riñones, corazón o sesos, pero no me da ninguna vergüenza. No sé si hay algún tipo de placer que me avergüence: me gusta ver deportes, series… no sé decirte. El Fary tiene un vídeo glorioso sobre el hombre blandengue. Maravilloso. También me gusta el reguetón, por ejemplo. El tema de Don Omar, Pobre diabla, me gusta, me divierte, pero no siento ninguna vergüenza. 

Aznar cita a Azaña y Casado a Machado porque la derecha tiene menos intelectuales presentables que la izquierda

¿Por qué cree que Marca España siempre es Rafa Nadal y nunca Penélope Cruz?

¿Te refieres a por qué hay unanimidad con Rafa Nadal…?

Sí, y con el cine español no. Un sector de España les detesta. ¿Por qué el deporte consigue ese consenso que la cultura no? ¿Es una cuestión ideológica? ¿Por qué no todo el mundo asume a Almodóvar como Marca España? 

Yo diría que Rafa Nadal juega al tenis genial pero nadie juega como Federer. Marc Márquez, Pedrosa, Lorenzo… son la hostia yendo en moto, pero ninguno pilota como Valentino Rossi. Eso hay que reconocerlo. Dicho esto: a mí tampoco me… a ver, me interesa el cine de Almodóvar, pero alguna vez he estado en cursos de cine fuera de España y parece que es nuestro único director. “España: Almodóvar”. ¿Cómo va un solo director a representar al cine de un país? Me dicen que el cine español es Almodóvar y pienso: oiga, váyase usted a la mierda. Tiene una personalidad interesante, hace un cine muy personal y específico con la estructura del melodrama, pero hay vida más allá: Víctor Erice (para doctorandos, un cine difícil de ver), el cine quinqui… se han hecho verdaderas obras maestras, cosas muy chulas.

Supongo que te diría que me alegro de que no haya consenso transversal respecto al mejor cine que se ha hecho en este país, no sé si esto se puede reducir a la unidad. Amenábar es un magnífico director, pero, ¿es específicamente español? Hay alguien que sí: Álex de la Iglesia, con su estilo de comedia negra de ritmo tarantiniano, eso sí es específicamente español desde una posición muy crítica. Lo que se llamaba el “feísmo”, la capacidad de descojonarse de lo feo. Reconvertir el astracán y el esperpento en una cosa que aparece con un ritmo diferente: los grandes problemas de España aparecen en su cine. Pero en cualquier caso yo no me sentiría cómodo eligiendo a una sola actriz o a un solo actor como representantes del cine español. Al final son instrumentos en manos de un director o directora, o al servicio de un personaje. No sé si se puede evaluar mejor la españolidad en el cine o en el teatro. 

Pero existe un agravio comparativo entre la cultura y el deporte.

Sí, y te entiendo, pero es que el cine no compite igual. No es lo mismo ganar un Oscar o un Goya que ganar un set. La mejor película de cada año siempre es discutible, no hay pódium. 

¿Es Alaska la representación de que, como dicen los críticos, la Movida madrileña fue un movimiento de niños pijos y malos músicos? ¿Qué hay de esa rebeldía que se vendió en los ochenta y que acabó tonteando con la derecha? 

Todos hemos leído La cultura de la Transición de Guillem Martínez, donde dispara unas cuantas balas. Es inevitable que cuando se estudia un fenómeno cultural tan amplio se establezcan categorías. Frente a la Movida Madrileña, el rock radical vasco. Siniestro Total es más subversivo e interesante que cualquier grupo de la Movida. Lo dijeron Los Refrescos: “Podéis tener Movida, promovida por el Ayuntamiento…”.

Por nuestra parte, por parte de los que somos de izquierdas, se tiende a identificar la movida madrileña con el desencanto de los años ochenta, el desencanto de la beautiful people del PSOE, la heroína en los barrios, España en la OTAN, y el sexo, la droga y la cultura pero poco cuestionamiento crítico. Sí, puede haber mucho de verdad en eso, pero me cuesta hacer una clasificación más específica. Los ochenta yo los miro con la nostalgia de lo que jamás viví como joven, porque ahí era muy niño. No me sentiría cómodo reduciéndolo todo a “Alaska es de derechas” o “viva el rock radical vasco”. 

¿Vale L’estaca igual para luchar contra el franquismo que para defender el independentismo? Han cambiado un poco las tornas, ¿no? 

Las canciones son ambivalentes En su momento fue un referente del antifranquismo, nosotros mismos la usamos en nuestros actos como símbolo de fraternidad. Lluis Llach es un magnífico músico y ahora la usa en otra dirección, para defender el independentismo. Las canciones son modulares. Bueno: hay partidos políticos de derechas en América Latina que gritan “sí se puede”, un cántico que siempre nos ha identificado a nosotros aquí. Sí, sin duda las canciones pueden ser ambivalentes… y con objetivos diferentes.

¿Le parece justo que se llame “facha” a Serrat y “botarate” a Juan Marsé desde el independentismo? 

Me parece absolutamente injusto. Creo que el problema de la polarización política es que se pierden los matices, incluso para insultar o agraviar, los matices tienen más encanto. Llamar “facha” a alguien es un insulto muy poco elaborado. En España, desde Quevedo y Góngora, hay una tradición mucho más valiosa y rica en la manera de insultar. El adversario político se merece la dignidad de ser calificado con precisión. No todo va a ser facha. Los independentistas podrían llamar a Serrat cosas más interesantes que “facha”. 

¿Por ejemplo?

De momento, yo sólo soy candidato a la presidencia, no llevo el gabinete de comunicación de insultos para nadie.

¿Qué tiene Azaña para que lo reivindique hasta Aznar?

Cualquier movimiento político, al final, se tiene que identificar con la realidad de su país, con el concepto de “nacional”. Es el gran error que tuvieron siempre los marxistas hasta que llegó Otto Bauer y se entendió que sin nación no hay política. Es uno de los errores más tradicionales de la izquierda, y yo también vengo de ahí: no se puede regalar la idea de España a la derecha. España no es lo que diga la derecha, con su conjunto de mitos ridículos. “Que si España viene de Don Pelayo, de expulsar a los musulmanes, de Isabel y Fernando…”. Eso es mentira, España no es eso, eso es de una enorme incultura. Hacemos bien cuando reconocemos las diferentes tradiciones españolas, la diversidad, la plurinacionalidad consustancial a nuestro Estado, la complejidad de nuestros pueblos e identidades.

Representamos mucho más nosotros la verdad de España que los que intentan reducirla a una bandera. Ahora bien, y respondiendo a tu pregunta: el problema de la derecha es que tiene menos intelectuales presentables. Por eso Aznar trató de reivindicar a Azaña, que es uno de los más manoseados, y le reivindicó también Felipe González para intervenir en la Guerra del Golfo. Aznar llegó a reivindicar la traición del Pacto de Múnich (que dejó a España en manos del fascismo) para justificar la intervención en Irak… 

Pablo Casado reivindica a Machado.

Sí, y hay que alegrarse: quiere decir que los recursos intelectuales con los que cuenta no son tan magros.

Abascal se define como “unamuniano”. 

Eso habla bien de Abascal, entonces. Unamuno era un humanista cristiano, con un cristianismo muy existencialista… de “¡bueno!”. Lo que aparece en San Manuel Bueno Mártir es una izquierda unamuniana, pero izquierda. No sé si esto habla bien de Abascal o si se ha confundido. 

Unamuno siempre ha sido muy problemático tanto para la derecha como para la izquierda. Al principio apoyó el golpe de Estado, pero luego… ¿se identificaría Abascal con el primer Unamuno? 

Sí, eso creo. Unamuno también ha sido siempre dubitativo, por eso lo reconoce todo el mundo. No lo veo en el perfil de Abascal.

¿Le gustaría ser ministro de Cultura o se le quedaría corto?

Aspiro a ser presidente.