El flamenco en verano se propone conquistar el norte, y Pamplona ha sido el asedio. A sones de seguidillas, bulerías y soleares, de volantes, lunares, coplas, palmas y tacones la 5ª edición del festival de Flamenco On Fire ha conseguido la misión que se propuso cumplir.

El sur tiene mucho “áge” pero el norte no se cierra en banda a la tradición y a la pasión de los acordes de una guitarra bien “afiná”. A este instrumento y a las mujeres que han invertido sus horas en domarlo va dedicada esta edición. “En el flamenco la mujer siempre ha estado presente como ocurre en el resto de aspectos, lo que ocurre es que siempre ha tenido menos reconocimiento, sobre todo en el campo de la guitarra que es lo que hemos querido resaltar haciendo un ciclo especialmente de mujeres guitarristas de todo el mundo. Mujeres guitarristas y flamencas -una especie que se creía inexistente, pero no-. La guitarra se asocia siempre al hombre y nos parece muy raro ver a una mujer tocar la guitarra y tocarla bien. Pero las hay y no son pocas”, nos cuenta para EL ESPAÑOL Marta Vila, una de las organizadoras del festival.

Es la hora de la mujer y en este género musical no van a ser menos, “el 65% de los artistas programados este año son mujeres”, nos afirman. En un mundo machista donde sólo unas pocas lograron brillar a golpe de bata de cola, de mandar un grito al cielo y de palmas, el festival ha decidido entrometerse para resaltar la importancia de todas las que lo consiguieron, las que se quedaron por el camino, las que lo luchan y por las que lo sueñan.

Desde el terreno del “quejío” y el amor “apretao”, trabajan para la integración y el empoderamiento de la mujer. La raza gitana tiene todo de folclore y de cultura, son la cuna de este arte y durante muchos años los culpables de que pocas mujeres protagonizaran los carteles, “el pueblo gitano tenía tendencia a minimizar a la mujer, seguro que se han quedado muchas mujeres en el camino. Grandes bailaoras, grandes cantaoras, grandes artistas. Pero yo creo que hoy en día ya en el mundo gitano se valora a la mujer, que se trata por igual, de hecho, yo creo que está bastante superado este tema”, declara Vila.

El cante hondo es uno de los géneros que menos ha evolucionado, desde el festival se aferran a que “el flamenco es el flamenco y siempre hay que mantener y respetar la esencia” aunque agradecen que haya gente que se atreva a abrir nuevas puertas, fusione y beba de ese arte, pero sin confundirse, “lo otro son mezclas, combinaciones que son bien recibidas y muy positivas porque enseñan el flamenco a otro tipo de publico que de otra manera no lo escucharía”.

Cantar al amor tóxico y “sentío” en este género no entiende de sexos, una de las características de las letras es esa pasión, desgarro y exageración. La verdad flamenca se canta desde el corazón o no se canta, y da igual que la interprete Camarón o que la baile Sara Baras.

Desde el festival asumen que las mujeres vienen pisando fuerte y apuestan por ellas. No dudan confiar en sus voces, pies y manos la representación de esta música por el mundo, y el mundo lo agradece, disfruta y aplaude.

“Mayte Martín, Estrella Morente, Remedios Amaya… Todas parten de la misma base de la tradición, pero luego todas hacen la música suya, con distintos sonidos, letras… Cada una a su manera aportan muchísimo”, afirma la organizadora. Entre los artistas que reinan la cartelera les gustaría haber tenido a Rosalía, pero en esta ocasión creían que sus espectáculos no encajarían con el resto del programa ni con su público -aunque no descartan proponérselo en otra edición-.

Se puede hacer un paralelismo con los tabúes que el flamenco levanta, tanto con la marginación de las mujeres en antaño como la espalda que da el resto de España al género. Todo mejorando, avanzando y evolucionando. En la actualidad son más las mujeres que encabezan los carteles que los hombres, ahora es el norte quien busca ensalzar el flamenco. Al igual que ya está obsoleta la idea que la mujer sólo sirve para mover la bata de cola y ser protagonista por casualidad, ahora también toca la guitarra y sin nada que envidiar. Ha tardado más en pudrirse en el norte la imagen rancia, burda, antigua y de la época de Franco que el flamenco se dedicó a sembrar. Pero ya no. Los hombres bailan, las mujeres tocan, el norte palmea y el sur escucha.