Gabriel Rufián es el rey de los jardines, especialmente los que germinan en las redes sociales: y ahí fue a dar con Twitter, el nido perfecto en el que ponerse la medalla barata de la cultura sin ahondar en el dato ni en el análisis. El rigor intelectual es sólo un sueño húmedo, por no hablar del retractarse o el aceptar que uno, como todo el mundo, se equivoca. La última ocurrencia del político la deslizó con este tuit: “Ver el Manchester de Guardiola y luego el Manchester de Mourinho es como ver la Capilla Sixtina y luego Atapuerca”, comentario que ha generado estupor entre los usuarios y los expertos en arte.

Javier Andreu, profesor de Edad Antigua y Prehistoria en la Universidad de Navarra, además de experto en Roma, explica a este periódico que la comparación entre la Capilla Sixtina y Atapuerca no es posible: “No se pueden comparar porque Atapuerca no tiene pintura ni arte de ningún tipo. Es sólo una sierra con unos yacimientos con fósiles humanos, anteriores incluso a que el hombre pintara. El error fundamental es que los dos elementos de la comparación no son equiparables. Debería haber dicho la Capilla Sixtina y Altamira”, relata. “Altamira se hizo hace 14.000 años y quizás no se hizo con fines artísticos (estéticos), sino mágicos o propiciatorios. De hecho, hay quien evita hablar de ‘arte’ para esas representaciones y habla de ‘simbolismo’. En la Sixtina sí hay, claramente, un sentido artístico completo: un objetivo, alguien que encarga y paga, etc.”.

La historiadora del arte Cristina Sanz está de acuerdo. “Esa afirmación sólo revela un postureo barato y sin sentido. No sólo por las personas que lo aceptan, sino por la sociedad que permite ese tipo de sentencias tan categóricas y pueriles. ¿Por qué la Capilla Sixtina no es mejor que Altamira? Las dos son maravillosas y sin una no existiría la otra. La Historia del Arte es una cadena de ADN. Todo bebe de las fuentes del pasado”, reflexiona la experta. “Las señoritas de Avignon, de Picasso, revolucionó la Historia del Arte. Son el principio del cubismo, y no podría existir si no fuese por las máscaras africanas, por ponerte un ejemplo”.

Lo "estético" es lo "simple"

Continúa: “La comparación de Rufián es absurda porque: ¿qué sociedad crea la Capilla Sixtina, con qué avance científico y técnico, con qué conocimiento; y qué sociedad crea las cuevas de Altamira? Y sobre todo: ¿qué hay detrás de esa representaciones? Con la Sixtina se había descubierto la perspectiva, había un avanzado conocimiento del manejo de los colores y se creaba la obra teniendo conciencia de ello. Las pinturas rupestres, sin embargo, no se creaban con conciencia, sino como rituales 'religiosos' o como invocaciones a la caza, entre otros”.

Sanz sostiene que es de “una bajeza mental y cultural impresionante dejar caer que Altamira es ‘malo’ y Sixtina ‘bueno’. Eso sí: la Capilla Sixtina entra dentro del circuito obra-objeto, obra-contemplación, obra-dinero, artista pagado… son dos tiempos: aquí ya había mecenazgo, ya había comercio con el arte. En las cuevas de Altamira no: son una representación cultural en el sentido más primigenio de la palabra. Cuando la gente lo contempla, es normal que se dejen fascinar más por las pinturas de la Capilla Sixtina, porque su estética es más impresionante (dado que están creadas con conciencia y las otras no), pero eso es una superficialidad: se están dejando llevar por lo estético, que es lo simple”.