Pedro Sánchez anda ultimando el Gobierno más feminista de la democracia española: de momento, hay nueve ministras confirmadas y sólo tres hombres. El nuevo presidente, además, se ha esforzado en dar una fuerte proyección al Ministerio de Igualdad, liderado por Carmen Calvo, una profesional que asegura que tuvo conciencia de ser feminista antes que de ser socialista. Surgen entonces dudas lingüísticas al respecto de este equipo de Gobierno inédito en España: ¿podría el hablante empezar a decir “Consejo de Ministras”, por la superioridad numérica de la mujer en el reparto de carteras? “Ese recurso induce a confusión al estar el valor genérico del masculino gramatical fuertemente asentado en el sistema lingüístico del español (y de otras lenguas románicas) desde sus orígenes”, ha contestado el community mánager de la Academia a la duda de un usuario.

“En el sistema morfológico del español, como en el de otras lenguas próximas, el femenino de los sustantivos que designan persona es el término marcado de la oposición de género, lo que implica que su referencia incluye solo mujeres”, ha indicado a otro. No es una polémica nueva: el activismo feminista defiende la implantación de un lenguaje inclusivo frente a la reivindicación, por parte de la Academia, del “masculino genérico” como elemento neutro. El masculino es, según los popes de nuestra lengua, “”el término inclusivo para aludir a colectivos mixtos, o en contextos genéricos o inespecíficos”. 

El Instituto de la Mujer ha atendido a esta llamada de atención y ha recopilado guías sobre el uso del lenguaje no sexista: “El lenguaje crea imaginarios y realidad, es por ello que muchas autoras y autores, así como grandes instituciones, han trabajado por acercarnos a un uso más igualitario del mismo”, esbozaban en la introducción. Los manuales incluyen cambios tales como “corregir el enfoque androcéntrico de nuestras expresiones”. Por ejemplo, si el uso habitual es “en la fiesta, los médicos y sus mujeres”, el uso recomendado es “en la fiesta, el personal médico y sus parejas”. Proponen crear referentes femeninos. Por ejemplo: si el uso habitual es “el ganador obtendrá un televisor”, el uso recomendado es “la persona que resulte ganadora obtendrá un televisor”. Otros puntos son la ruptura de estereotipos -dejar de decir “el coche de papá” para hablar de “el coche familiar”- o el uso de las barras -ahí “profesor/a”, “decano/a”, etc-.

La cuestión coletea con fiereza en el debate social. Ahí las reyertas con el “portavoza” exigido por Irene Montero o el “miembras” de Bibiana Aído o Pedro Sánchez. El director de la RAE, Darío Villanueva, ha dejado clara su postura: el uso de términos como “miembra” es “peligrosísimo”: “El lenguaje es un ecosistema y si lo alteramos repercute en todo el equilibrio general. Si se llama ‘miembro’ a los hombres y ‘miembras’ a las mujeres, habrá que empezar a llamar ‘miembros’ a los brazos y ‘miembras’ a las piernas”.