No es el mercado del arte que por fin abre un hueco a artistas que han sido ignorados por su color de piel. No son la historia del arte y los museos los que se redimen y señalan a pintores que borraron de sus listas durante décadas. Es la comunidad negra la que hace, se protege y reivindica: los Obama encargaron sus retratos presidenciales en la National Portrait Gallery a Kehinde Willey y a Amy Sherald para inaugurar, en uno de sus gestos políticos más memorables, una nueva mirada en un universo blanco nuclear.

Es Sean Combs (el rapero, cantante, coreógrafo, actor, productor musical ganador de cuatro Grammys más conocido como Puff Daddy) quien ha logrado que un artista negro vivo -Kerry James Marshall, de 62 años- llegue a vender un cuadro por 21,1 millones de dólares, en una subasta de arte. Son ellos haciendo fuerza, con su poder y su dinero, quienes sacan brillo a sus estrellas.

Puff Daddy.

Pagaron 21,1 millones de dólares (18 millones de euros) por Past Times, un enorme cuadro en el que un grupo de afroamericanos se divierte en un idílico entorno, con actividades de recreo que tradicionalmente se esperan sólo de los blancos. Juegan al golf, al croquet, el esquí acuático, la música… una revisión de la pintura de ocio burgués del siglo XIX, a la manera de La Grand Jatte, de Seurat, o del Almuerzo campestre, de Manet.

En las dos radios que pinta Marshall se escuchan a los Temptations y a Snoop Dogg. Es la quintaesencia de la negritud de clase alta (y un corte de mangas a los prejuicios de clase). Contra la idea pesimista de la vida cotidiana de la comunidad negra. Pero sin evitar la amarga realidad, como en The Lost Boys, monumental pintura conmemorativa de la muerte violenta de niños negros.

Past Times vivía olvidado en un pasillo de un Ifema de Illinois, mientras el valor y los precios del artista no dejaban de subir, a fuerza de exposiciones tras cuatro décadas de duro trabajo relatando las condiciones vitales de su comunidad. No importaba el estilo -desde el realismo onírico a la abstracción-, Marshall ha hecho de lo negro el género.

'Many mansions', otro de los cuadros de Kerry James Marshall.

Pero sus hábitos le llevan a comulgar en una narratividad casi medieval, en unas maneras absolutamente pop, para contar el racismo que han tenido que tragar los suyos desde el principio de los tiempos.

Marshall conoció la identidad de su comprador, durante su estancia en Londres, donde fue a dar una charla en la Tate Modern. El museo londinense había adquirido una de sus nuevas pinturas, Untitled (London Bridge), de 2017, que Marshall tardó cuatro años en terminar. El año pasado el MET Breuer le dedicó una retrospectiva, antes lo había hecho el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago y el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles.

Pero fue la exposición, al otro lado del charco, lejos de su Chicago natal, en la Tate Modern de Londres, titulada Soul of a Nation: Art in the Age of Black Power, la que terminó lanzándolo cuando llevaba tres décadas trabajando.

Y a pesar de ello sigue siendo una figura esquinada en las subastas. Lo que ocurrió la semana pasada, en Sotheby's, cuando todo saltó por los aires y Daddy lo puso en las nubes de Pollock, el único pintor más caro que Marshall esa noche (con un dibujo sobre papel, en fin), no fue más que la prueba del racismo más imperante. Tuvo que entrar el dinero negro y el poder negro para zarandear al dinero y el poder blanco. El mercado sigue sin ponerse al día.

El cuadro 'De Style', de Marshall, del año 1993.

El precio que el rapero pagó por la obra fue cuatro veces superior al máximo pagado por una pintura suya en subasta. Su mejor venta anterior fue en 2007: Helter Skelter, por la que pagaron 12 millones de dólares. El ascenso de los artistas negros -artistas olvidados hasta el momento- podría parecer una tendencia del mercado, una prueba de que quizá ya no se fije únicamente en los grandes Ab-Ex -pintores de posguerra- como Pollock, Rothko, De Kooning o Ritcher, dominadores de las subastas durante muchas décadas.

El cuadro en el que Marshall desafía los estereotipos raciales ha sido un pelotazo para la Autoridad Metropolitana de Muelles y Exposiciones (MPEA), una corporación municipal cuya misión es atraer ferias comerciales, convenciones, reuniones y eventos públicos para fortalecer la economía de la ciudad. LA MPEA recaudó unos beneficios por la venta del cuadro absolutamente inesperados: se vendió casi 900 veces más que los 25.000 dólares que pagó por ella en 1997. No extraña que la directora del MPEA lanzara un comunicado en el que aseguraba estar "emocionada". Agregó que el precio terminó "excediendo las expectativas de cualquiera". De hecho, el precio de salida de Past Times estaba en ocho millones de dólares.