Melendi es un hombre que ha hecho las paces consigo mismo -eso que a algunos les cuesta toda la vida-: se independizó de las rastas, de la felicidad estupefaciente y de la imagen desbocada que le devolvía el espejo, y ahora se palpa, se cuida y se entiende. Anda más tierno, más plácido, menos herido e insurgente. Si le miran bien, verán que levita un poco... y si escuchan Ahora, su último disco, comprenderán que es un artista maduro y a salvo de las modas. Entre renovarse o morir, esquivó a la muerte.

Entrevista a Melendi Carmen Suárez

Me preguntas por Lo nuestro fue muy top, una de las canciones del disco donde cuento cómo alguien deja a alguien por Whatsapp. Una despedida amorosa contemporánea, dices tú. ¿Que cómo es el amor en tiempos de redes sociales, de Tinder y todo esto…? Bueno, la verdad es que yo ya no estoy para cortejos, pero te diré que tengo una hija adolescente y que está a la orden del día. La verdad es que ves las conversaciones entre las nenas y es tremendo. Pero bueno, son los tiempos que vivimos. Ya no es raro lo de dejar por Whatsapp, está a la orden del día. ¿Que si a mí me han dejado así…? No, mujer, es que yo soy analógico. A mí cuando me dejaron fue hace ya tiempo y en persona. La clave de la canción es cuando dice “la verdad es que es brillante despedirse a lo moderno, hay demasiado drama para tan poco amor”.

No sé si es más difícil amar ahora que antes, más bien creo que el amor siempre está ahí y no lo damos. Lo difícil es desmitificar lo que nosotros creemos que es amor. Nosotros llamamos “amor” al “amor romántico”, esa atracción fatal que dura dos meses… y después lo único que tratamos de hacer es intentar compensar con el otro lo que nos falta a nosotros. Yo creo que primero tienes que quererte a ti mismo para poder querer al otro. Hay que cambiar el concepto de amor. El amor de verdad es el que viene después de esa locura del principio. El amor de verdad es admiración.

Con Carlos Vives canto El arrepentido, sí. ¿Que si lo siguiente es pasarme al reguetón y marcarme un Despacito? (Ríe). Despacito es una canción que yo creo que ha sido demasiado maltratada. Yo creo que vivimos en un mundo en el que dicen que nos basamos en ser auténticos. A mí me tienen que definir lo que es ser auténtico. Yo creo que Despacito es una canción maravillosa: este verano me he ido de vacaciones con mis hijos y es la canción que más hemos disfrutado. Se habla de Despacito como si fuera el demonio que está estropeando la música, y no: es una gran canción.

Dices de Déjala que baile, la canción que canto con Alejandro Sanz y Arkano, es muy reivindicativa de los derechos de la mujer. Yo ahí intenté contar que el feminismo y el machismo son creencias. Y que para cambiar la realidad tenemos que cambiar la percepción. Esto es un acto creativo. Tenemos que cambiar la mirada, no vale intentar darnos de leches, igual que en política… no es “yo tengo razón” o “tú tienes razón”. Por eso en la canción yo hago la retrospectiva de: la tierra no es plana ni la ciencia es de herejes, ni marcan tendencias las pinturas rupestres… quiero decir, hay cosas que en su momento eran así y después hemos ido evolucionando y nos hemos dado cuenta de que no son así.

¿Sabes cuál fue el mayor acto maravilloso a favor de la igualdad? No me gusta hablar ni de machismo ni de feminismo, por eso digo “igualdad”. Que le dieran la baja por paternidad al hombre. Eso hace que realmente haya un cambio de perspectiva. Porque es un choque que te hace poner las cosas en una balanza. Hay que cambiar un poquito la percepción e las cosas, y yo creo que lo estamos consiguiendo. Yo soy padre de dos hijas y me encantaría que cuando fueran mayores tuvieran las mismas oportunidades de trabajo, me encantaría poder ir acabando con todos los condicionantes que tenemos… yo los tengo, y yo me considero una persona progre, pero los tengo instalados: en el coche, por ejemplo, va siempre delante mi padre. Lo tenemos hecho así, son pequeñas cosas…

Yo seré progre, pero también machista, como todos. Todos somos machistas. Todos los hombres y mujeres de esta sociedad son machistas por el subconsciente del que venimos… y las creencias que tenemos arraigadas son machistas. Evidentemente, somos menos machistas que hace 20 años y mucho más machistas que seguramente dentro de 20, pero bueno, hay un camino que tenemos que recorrer juntos, no sólo lo tienen que recorrer las mujeres.

Me preguntas por Tiempos de re-evolución… ahí digo algo como “los libros de historia le gritan a los noticieros: ‘qué mala memoria, ¿acaso no nos leyeron?’”. ¿A ti te parece que hemos aprendido del pasado? Yo creo que repetimos los mismos errores una y otra vez, y el error de todos los seres humanos es creer que tenemos razón. Nos llenamos de etiquetas, nos llenamos de creencias para no reconocer nuestra ignorancia: realmente no sabemos qué somos. Por ejemplo, tú te llamas Lorena, ¿no? Puedes decir “me llamo así, soy de izquierdas o de derechas, del Barça o del Madrid, soy de tal”… pero si yo te quito eso, ¿qué eres? Entonces, cuando yo estoy atacando a una creencia, ¿qué estoy atacando? Ataco a la idea de que no sabes lo que eres. Te atacan en la ignorancia, y no estamos dispuestos a aceptar eso, así que peleamos por ello a muerte.

Lo que tenemos que entender es que nos lo hemos inventado. Está muy bien, vivimos aquí, esto es un juego y tenemos que tener nuestras creencias, perfecto, está genial, pero ¿matar por ellas? ¿Tanto? Pongamos todo lo que nos pasa por la cabeza en entredicho. Yo no discuto. Hay una frase de mi padre que qué pena que no le hiciese caso cuando era joven… lógico, cuando eres joven no le haces caso a nadie, pero él sabía… mi padre es un sabio. Dice “en la vida puedes elegir dos caminos, hijo, tener razón o ser feliz”. Sí, y yo he elegido ser feliz, pero tarde.

Yo no creo que en la política esté la salvación de nada, porque la política repite los patrones históricamente siempre. No hay consenso, porque el ciudadano de a pie no está identificado con la clase política. Ni siquiera es porque nos roben o no, es porque no somos tontos… ya te digo que para mí ha dejado de tener sentido verles pegándose por las mismas cosas. La revolución para mí es interior. En cada persona llega un momento en el que dice “algo me está haciendo daño aquí”, pero no lo quieres ver… todo lo que cargamos contra el otro, es nuestro. Está aquí (se señala el pecho).

Me preguntas por la polémica de la semana pasada: tres años de cárcel para el rapero Valtonyc por sus canciones, en las que según la justicia enaltece el terrorismo e injuria al rey. Bueno, para mí las palabras no tienen el poder de hacer daño. Yo creo que si nos saltamos la libertad de expresión entramos en un terreno muy peligroso… mira, yo soy un personaje público y me he enfrentado a todo tipo de críticas e insultos, barbaridades, pero no tienen ningún efecto sobre mí. Además sé cómo funciona la crítica, sé de dónde viene, sé dónde nace. Es preocupante que alguien le dé tanta importancia a alguien…

Melendi. Carmen Suárez.

¿Que cuál es la patria de Melendi? Bueno, como te dije antes, está muy bien tener creencias, pero no está bien morir por ellas. Yo me siento muy contento de ser español, es un país que me ha dado todo y es de bien nacido ser agradecido, pero me siento ciudadano del mundo. Para mí las barreras, las fronteras… son algo que nos hemos inventado y que están basadas en nuestro marco geográfico y cultural. Creo que es algo que tenemos que revisitar. El problema es que la globalización implica capitalismo, y bueno, ahí hay muchas cosas que debatir. Yo no soy ningún experto en economía ni en política, y todo lo que diga podrá ser utilizado en mi contra, como dicen los jueces…

No hay bandera de España en mi balcón, pero tampoco anti: o sea, soy español y estoy orgulloso de serlo, pero no tengo nada en contra de cualquiera que piense lo contrario. Me preguntas qué queda del Melendi de las rastas que hablaba de drogas, que hacía rumba… ¿qué queda de ese chaval? Bueno, yo creo que esto no es algo mío, de alguna manera le pasa a todo el mundo. Llega un momento de tu vida en el que tienes que inventarte algo para sobrevivir en el mundo adulto, porque la inocencia de un niño y la verdad de un niño no es viable en la hipocresía de los adultos. Te formas creencias, te inventas un personaje, una máscara… y crees que vas a funcionar mejor.

Hay personas que diseñan una vida que no les hace daño, pero a mí mis creencias me llevaron a formar un personaje que me llevaba a actitudes muy dañinas para mí y que me ponían en situaciones muy al límite… eso hizo que un día el velo se cayera y dijera: “Oye, perdona, esto te lo has inventado tú cuando tenías 12 o 13 años por miedos… te vas a matar”. Yo creo que hay situaciones de vida que te ponen en un encrucijada: es decir, o el personaje, o tú.

Hay una cosa que le escuché a Mariano Alameda, de Al salir de clase. Bueno él montó un centro de meditación y da charlas… esta la dio hace unos cuantos años y era justo cuando a mí se me había caído un poquito uno de esos velos. Él decía que el inconsciente es lo que sabes que no sabes que lo sabes. Tú te crees que eres una cosa, pero un día te pasa algo dramático, la muerte de un familiar, o un accidente en coche y sales del choque y dices… “guay, espérate, mírate otra vez”. A mí me pasó porque mi personaje me llevaba al extremo. Me preguntas si me refiero a las drogas. Of course, a las drogas y a todo lo que está implícito en la noche… sobre todo viviendo en un ambiente tan propicio para tirarse en un precipicio como el mío: drogas y gente alrededor que te dice que todo está genial.

Me di cuenta de que uno de los problemas más graves que tenía era que la gente que tenía alrededor no quería que cambiara. Funcionamos con roles establecidos… ¿Que cómo ha sido independizarme de todo eso? Pues muy complicado y sencillo a la vez. Corté mi relación con las drogas porque me iban a matar. Intenté cambiar la realidad: llegaba después de salir de fiesta, me miraba en un espejo y decía llorando “me muero, nunca más lo voy a hacer”, pero sin herramientas, al final, el inconsciente te vuelve a llevar al mismo lugar… Los seres humanos actuamos en función a lo que creemos que somos: tú ves a un vagabundo en la basura, recogiendo basura, y es porque no cree que pueda ser más, no porque no quiera… es porque él tiene esa imagen de sí mismo. Si tú cambias la imagen de ti mismo, cambias tu realidad en el momento. Es tan sencillo como eso. Y en ese momento se acabó todo lo demás.

Yo tuve la suerte de encontrarme con una persona en mi vida que me explicó cómo funcionaba todo psicológicamente. Me cambió la vida y he de reconocer que no sé si me hubiera sido tan fácil si no se hubiera cruzado en mi camino.

Me dices que en algunas de mis canciones antiguas, como Curiosa la cara de tu padre, se destila cierta conciencia de clase. “Las apariencias engañan, papá, yo soy un tío legal. Y aunque parezca un macarra, soy todo un sentimental...”. Bueno, yo he estado en los dos lados, ¿sabes? Yo he dejado de juzgar… dejas de juzgar cuando te das cuenta de que la gente hace las cosas de manera inconsciente. Y cuando juzgas tienes que tener en cuenta que estás juzgando algo que te duele a ti. Aun así, aparte del rollo zen, tengo hijas. Y todos sabemos lo que son los hijos y el esfuerzo que conlleva educarlos o tratar de hacerlo, porque en realidad lo mejor es intervenir lo menos posible… y no sé cómo reaccionaré si veo que una influencia como la que yo era aparece en la vida de mis hijas. ¡Pero no por la pinta! Hay personas que visten como sea y son maravillosas… sino porque yo era dañino conmigo mismo y no quiero que una persona que sea dañina y que no se quiera a sí misma esté con una de mis hijas.

Melendi. Carmen Suárez.

Cosas de la vida que me gusten… pues mira, leer me ha cambiado la vida, sé que es muy tópico, pero es que no leí un libro hasta los treinta años, como lo oyes. Al principio leía libros de autoayuda muy sencillos: El líder que no tenía cargo, El monje que vendió su Ferrari… Me interesa mucho la historia, la filosofía. Ahora me he leído uno, Voces del desierto, de Marlo Morgan, que es espectacular. También me gusta mucho el fútbol, pero en eso la gente sí que repara. Me preguntas qué pienso del tema de Cristiano Ronaldo y los problemas con Hacienda, si hay mucha mitomanía… ¿que por qué somos tan frontales criticando a los políticos y sus corrupciones y no con nuestros ídolos? Bueno, a Cristiano Ronaldo no le puedes culpar de nada de tu vida, de los problemas de tu vida, de tus problemas personales. Nos ha robado, pero no le culpamos de nuestros problemas personales, y a los políticos sí. Con esto no quiero decir que haya que culpar a nadie de nuestros problemas, pero desgraciadamente ocurre así.

Yo estoy convencido de que el talento lo tenemos todos los seres humanos. Hay talento para aburrir, pero hay una idea generalizada sobre que el talento es algo innato y que no se trabaja, y eso es un error absoluto. La potencia sin control no sirve de nada, ¿te acuerdas de aquel anuncio? El talento es una piedrita que te lleva a poder entender cuál es tu pasión, y la pasión, una vez que la encuentras, nunca la dejas de practicar. La personalidad, y el talento, se forma a base de trabajo y a base de aprender de los demás. El hombre aprende del hombre. Para mí, los artistas que han formado las piezas de mi puzzle son Sabina, Fito, Arjona, Aute… y algo de Silvio.