La calle Barceló de Madrid, una de las perpendiculares a Fuencarral, ha amanecido hoy forrada por los ajuares de España: un enorme vestido rojo y amarillo cubre la fachada del antiguo Pachá, donde en las noches espirituosas hay un cartel que reza “Teatro Barceló” y pizpiretas luces moradas te dan la bienvenida al despiporre. Esa poderosa esquina del centro de la capital ya no es arquitectura sino paño. Una bandera española de 21 metros de ancho y 14 de largo, que pesa casi 90 kilos, cubre todo el edificio de la mítica discoteca.

Cuenta a este periódico Íñigo de Lorenzo, director de la sala, que se trata de una “antigua bandera de las que hay en Colón” y que pertenece a un amigo, que la tenía en casa y no sabía dónde colocarla para que pudiera lucir. “No sé si de España, pero es la bandera más grande de Madrid ahora mismo, junto a la de Colón. Hemos hecho un apaño arquitectónico tremendo, de sujeciones y demás, y ahora está expuesta”, relata, feliz. “Han pasado muchísimas personas por aquí esta mañana, al menos 2.000, y las reacciones han sido estupendas. Todo el mundo que pasa se para a filmarlo, hay mucha gente que se ha emocionado… He visto a señores mayores llorando de alegría, unidos. También ha pasado un camionero que se ha parado, ha empezado a pitar como un loco y del shock se ha bajado a celebrarlo, tanto que hemos tenido que ayudarle a volver a subir”, sonríe.

La Policía Nacional se ha hecho fotos, la Municipal… sólo ha habido una persona que ha dicho que estábamos ‘incitando al odio’ y demás, pero eso, solamente una persona de entre tantísimas

“La Policía Nacional se ha hecho fotos, la Municipal… sólo ha habido una persona que ha dicho que estábamos ‘incitando al odio’ y demás, pero eso, solamente una persona de entre tantísimas. Muchos decían ‘joder, que no nos quiten nuestro país’”. Explica De Lorenzo que él le propuso a su amigo alquilarle la bandera, pero que el propietario respondió “que no, que con un símbolo de tu país no puedes ganar dinero”: “Nos la ha dejado por la emoción de verla puesta y por sentir que ponía un granito de arena en esto de unir y no separar”.

¿Hasta cuándo se quedará? “No sabemos las consecuencias que puede tener. Yo creo que todo debe ser positivo, así que nuestro objetivo es dejarla puesta hasta finales de año, y pretendemos lidiar con los inconvenientes… que pueden ser el no poder encender las luces de la fachada por evitar riesgos, por ejemplo. Pero Don Pedro, el dueño del Teatro Barceló, está muy emocionado y bueno, dice que él la dejaría para siempre”.

Teatro Barceló.

El antiguo Pachá lleva semanas posicionándose en cuanto al conflicto catalán: sus dj’s han pinchado en varias ocasiones el himno de España, tal y como contó este periódico. Esta decisión de los organizadores quería evitar “tener ningún signo político”, sino llamar “a la unión”. Mientras suena la melodía, ellos se encargan de poner en el interior una bandera constitucional, amén de toda la iluminación de la discoteca en rojo y amarillo. “Cuando ocurrieron los atentados en Francia, también pusimos La Marsellesa y toda la iluminación acorde”.

Banderas forrando edificios: como en 'Fe de Etarras'

La impactante imagen de la enorme bandera española cubriendo todo el edificio recuerda a una escena de la película Fe de Etarras, de Borja Cobeaga y Diego San José: en la comedia, ambientada en el Mundial de Fútbol de 2010, los etarras acuden al chino a comprar una bandera para disimular su condición de terroristas y camuflarse con el vecindario, donde todo el mundo ha sacado el símbolo a airearse al balcón. Se hacen con la primera que encuentran, y resulta que es tan grande que, cuando la extienden, cubre todo el edificio.

Fotograma de Fe de Etarras.

De nuevo la ficción adelantándose a la realidad. “Yo alucino, porque cuando veo la peli, con sus imágenes de balcones con banderas, me cuesta pensar que no está rodada hace dos días”, explica a este periódico el guionista Diego San José. “Fe de Etarras la pensamos hace diez años, y uno podría decir, al enterarse de esto: ‘Qué casualidad increíble’, pero no es así. Lo triste es que la pasión por la bandera es atemporal y ridícula. Dentro de 15 años volverá a pasar en otro sentido. Seguiremos teniendo esa pasión desmedida por los símbolos”, sostiene.

Idea para la unión: gran bandera catalana

San José subraya que “la película se basa en ridiculizar que un trapo de tres colores sea tu orgullo, cuando no es más que fruto del azar, no has hecho ningún mérito para ello”: “Yo siempre pienso que este orgullo es síntoma de haber viajado poquito, porque cuando viajas un poco te das cuenta de que hay sitios tan cojonudos como el tuyo, o más, y se te quitan las ganas de banderas, o, al menos, la haces más pequeñita”. Es curioso que la ciudadanía reaccione igual -esgrimiendo al bandera nacional- ante una competición futbolística que ante un conflicto político. “Mira la despedida a los Guardias Civiles, con el ‘a por ellos’. Se han incluido proclamas de estadios de fútbol en un problema político. Lo que es indiscutible es que el orgullo nunca ha traído ningún beneficio a nadie”.

Si pones una bandera catalana de 21 metros en Madrid… ahí sí que desarticulas muchos recelos y sensaciones de odio y enfrentamiento. No hay mejor manera de acabar una discusión que mostrarle al otro una señal de respeto

El guionista tiene una propuesta. Una estrategia. Una performance. “Si uno quisiera defender la unidad de España, y le da mucha importancia a que España como estructura se mantenga inquebrantable, habría que poner una gran bandera catalana. Hacerles sentir desde Madrid queridos, acariciarles. Si pones una bandera catalana de 21 metros en Madrid… ahí sí que desarticulas muchos recelos y sensaciones de odio y enfrentamiento. No hay mejor manera de acabar una discusión que mostrarle al otro una señal de respeto”.

Dice que en vez de dar “la patada”, eso supondría dar “el beso”. “Pero no va a ocurrir nunca”, repone. “No recuerdo que una bandera haya unido jamás a nadie. Vienen como a sustituir el peso de la religión. Sería genial encontrar las banderas y la religión en las amistades y las simpatías. Fe de Etarras habla de eso: de que la patria de uno son no más que las 5 o 6 personas con las que consigues estar a gusto”.