Lorena G. Maldonado Peio H. Riaño

Anda Madrid medio revolucionado con la intervención del artista urbano SpY en la Plaza Mayor, ese lugar emblemático pero empedrado y envejecido, grisáceo, carísimo, del que recordamos romances frustrados y desencuentros épicos como aquél de Los amantes del Círculo Polar. Ahora el prolífico nido de carteristas ha mutado en isla habitable gracias al poder del césped natural, que traza un círculo perfecto de 70 metros de diámetro en una superficie de 3.500 cuadrados en el centro de la Plaza.

La vida en la capital, de repente, parece haberse civilizado; ahí con sus niños dando volteretas, sus jóvenes besándose entre lectura y lectura, sus ancianos con el destello verde en la cara. Tanta felicidad ha costado 30.000 euros -entre idea artística, montaje, producción, técnica y mantenimiento-. En cuatro días, el césped desaparecerá.

Tanta felicidad ha costado 30.000 euros -entre idea artística, montaje, producción, técnica y mantenimiento-. En cuatro días, el césped desaparecerá

Hace sol y las cervezas de lata son asequibles: así de bien le ha salido al Ayuntamiento de Madrid la iniciativa, que forma parte del programa ‘Cuatro estaciones’ con el que pretenden celebrar los cuatrocientos años de la Plaza. En primavera fueron el artista francés Antonin Fourneau y el grafitero Suso 33 los que le dieron caña con Graffiti con Luz, y en verano llegó el colectivo Luzinterruptus con Laberinto de residuos. Cuenta la comisaria, Remedios Vincent, que en ninguno de los casos “se puede pintar las instalaciones”, sino que la idea es provocar que “ocurran cosas en la plaza”. “No hay nada aquí hecho para salir del paso, son piezas muy elaboradas que han contado con muchos medios económicos. Para mí era muy importante ofrecerles a los artistas urbanos un proyecto digno, porque suelen estar acostumbrados a cosas de más bajo presupuesto, más ‘yo te doy spray y tú pintas’”.

Los ciudadanos ocupando el césped de la Plaza.

Vincent es la mediadora entre la institución pública y el artista urbano que permanece en el anonimato, con todo lo que eso significa. “La mayor parte de artistas con los que trabajo tienen una doble vida, y en una de las dos no pueden revelar su identidad, porque también hacen intervenciones de manera ilegal en otros momentos”, sonríe. ¿No es curioso que creativos que curran a menudo en lo prohibido -a excepción de Suso 33- firmen ahora un proyecto para Carmena? ¿Cómo se concilian la subversión y la crítica con el establishment? “Bueno, si el proyecto es ético, por decirlo de alguna manera, y no vulnera sus principios, y además es un trabajo que está siendo pagado y que está reconociendo la valía de los artistas, no veo el problema. Casi todos hacen piezas para instituciones", reconoce.

"Además, muchos subvierten esta oportunidad para dar mensajes críticos: Spy está diciendo que en una plaza hay que estar sentado sin que nos obliguen a consumir, Luzinterruptus dice ‘estáis flotando en la mierda, estáis rodeados de plásticos y el Ayuntamiento nos capaz de reciclar’”.

Recuerda que en la intervención de Luzinterruptus tuvieron que recopilar entre 11.000 y 14.000 botellas, “cuando en Madrid no se recicla”. “Fueron meses de trabajo, no es nada natural, es algo muy forzado, y esto habla de que la administración no ha tenido capacidad para conseguir este material porque en Madrid no se recicla… por eso mi posición es que hay que hablar el ciudadano, sí, pero también a la administración. Ahora se le lanza la pregunta de ¿por qué no hay verde en las plazas?”. El artista madrileño Spy nos explica el símbolo de la iniciativa.

La recepción de los ciudadanos sobre su proyecto ha sido genial, ¿cree que servirá para que todos reivindiquemos más el buen uso del espacio público?

Este proyecto invita al ciudadano a descubrir y vivir la plaza de una nueva manera. La transformación del espacio, la ironía y el humor es una manera de hacer cómplice al receptor, crea un dialogo y hace pensar que la obra comunica algo con lo que se puede sentir identificado, son pequeños pellizcos de intención que hacen que la persona que lo recibe vea eclosionada su rutina de urbanita.

¿Quién manda ahora mismo en las calles; a quién sirve el espacio de todos, a quién pertenece?

Las urbes por lo general son bastante rígidas por lo general. La dinamización del espacio público tiene el fin de hacer cómplices a los transeúntes con su propia ciudad, dejando de lado así la monotonía que generalmente absorbe su vida en las grandes urbes. Rara vez encontramos representaciones artísticas que irrumpen en la cotidianidad del espacio público para generar reflexión y diálogo entre creadores, ciudades y viandantes.

La foto de la plaza ajardinada será una de las imágenes icónicas de la legislatura de Manuela Carmena, ¿cuál es el peligro del artista que trabaja para un Ayuntamiento?

Pienso que los espacios verdes son siempre bienvenidos y a algunas plazas madrileñas les vendría bien. Las plazas son lugares de encuentro ciudadano y espero que esta obra consiga ofrecer a los madrileños y visitantes nuevas formas de vivir el espacio urbano.

¿Podemos hablar de la instalación como arte político o arte para la política?

Esta propuesta está dirigida a ciudadanos y visitantes de Madrid de todas las edades que podrán disfrutar la obra de manera lúdica y directa, consiguiendo así, crear un hito en la plaza, un recuerdo memorable y una amable transformación de este símbolo que cumple su cuarto centenario.

Usted siempre ha desarrollado un arte de combate, en este caso ¿contra qué se ha levantado?

Cada intervención requiere procedimientos nuevos. Todas las piezas se presentan como un nuevo reto y busco la mejor manera de realizarlas. Desde la idea, la localización, la realización y producción de la obra, la documentación, el encuentro con el viandante, hasta su posterior desaparición por su carácter efímero. A veces el lugar me sugiere una idea, hay veces que una circunstancia social me lleva desarrollar una intervención y otras veces una idea me lleva a un lugar donde quiero contar algo. En el caso de la Plaza Mayor el propio simbolismo del circulo invita al encuentro, un punto central en en corazón de la capital donde espero que la gente pueda descubrir nuevos modos de disfrutarla.

¿Cómo podemos definir al arte que no molesta a las instituciones?

Me gusta generar algún tipo de reacción con mi trabajo, procuro despertar y crear una conciencia más lúcida con mis intervenciones. Representaciones como estas hacen artistas a los ciudadanos, y ciudadanos a los artistas; dan apertura a la sorpresa, al encuentro, a la reflexión, en breves palabras hacen público el arte en beneficio de todos.

¿Cree que sería posible que este proyecto se convirtiese en el día a día de la Plaza Mayor?

Pienso que sería complicado por los ritmos de la plaza, pero espero que se disfrute en los días que esté instalado.