Peio H. Riaño Daniel Montero Alejandro Requeijo

Ese día no pidieron “el mejor gin-tonic del barrio de Salamanca”. Se quedaron en un café largo en El Velázquez, un “moderno espacio con paredes de papel pintado” con motivos vegetales. Son los que aparecen en el fondo de las fotografías tomadas por la Guardia Civil durante la cita que mantuvieron, el siete de junio de 2016, el secretario de Estado de Cultura, Fernando Benzo, con Ignacio González.

El cabecilla de la operación Lezo, considerado por la Fiscalía Anticorrupción como responsable de una organización criminal dedicada al cobro y blanqueo de comisiones ilegales, estaba sometido a un fuerte dispositivo de vigilancia las 24 horas. Aquel día, a las 9:45, tal y como ha podido saber EL ESPAÑOL al revisar los informes de la Guardia Civil obrantes en la investigación del caso, Ignacio González mantuvo una reunión de una hora “con un individuo sin identificar y que tras salir de la cafetería ocupó como pasajero el vehículo marca Volvo modelo S60 de color verde”, con matrícula reservada por ser un coche escolta. A la Guardia Civil le llamó la atención la cita lo suficiente como para incluirla en los informes del caso.

Fernando Benzo en el Congreso de los Diputados. Efe

Ese individuo sin identificar no es otro que el actual responsable de la gestión de las cuentas de la Cultura en el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, que dirige Íñigo Fernández de Vigo. Cuando se reunió con González en libertad, Benzo era subsecretario del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. La mano derecha de Méndez de Vigo, sobre todo, en asuntos educativos. Unos meses después, en noviembre, sustituyó a José María Lassalle, en el cargo de máximo gestor de las cuentas culturales públicas.

Este periódico se ha puesto en contacto con la Secretaría de Estado de Cultura para conocer el contenido de la cita, y aseguran que la cita fue para despejar las dudas de González. "Quería saber cómo los funcionarios que habían estado a su servicio podían volver a su puesto original en la administración", explican. Una pregunta de asesoramiento laboral para recolocar a los hombres de confianza del condenado, que se alargó durante una hora. 

Conflicto de intereses

Cuando Benzo concede la cita a González en el restaurante mencionado, el que fuera líder de los populares madrileños era un cadáver político, retirado como candidato del PP a las Elecciones autonómicas de mayo de 2015. La sombra de su fraude en el ático de Marbella era escandalosa y en marzo de 2016 fue imputado por el juzgado de instrucción número 5 de Estepona (Málaga), por los delitos de cohecho y blanqueo de capitales.

Ignacio Gonzalez a la Salida del Cuartel de la Guardia Civil, en Tres Cantos, con dirección a la Audiencia Nacional. Efe

En medio del derrumbe de una de las figuras políticas más corruptas de la historia de la democracia española, Benzo -que entre sus cargos destaca el de asesor del Gabinete del Ministro del Interior durante cinco años y director del Gabinete del Secretario de Estado de Seguridad y secretario general Técnico- decidió reunirse con el sospechoso número uno. De hecho, González limpió su casa y su despacho de micrófonos en octubre, gracias a un soplo que le advirtió de la situación de vigilancia total. Contrató a una agencia de detectives de confianza para que barriera de escuchas su inmueble, en el número 89 de la calle Alcalá.

La conversación no ha trascendido, aunque González es marido de Lourdes Cavero, dueña del 50% de la casa de subastas Segre -su socia, Carmen Cafranga, ha sido condenada por las tarjetas 'black'- y Benzo podría haber incurrido en un conflicto de intereses, por sus responsabilidades en el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.