Estando de vacaciones me he dado cuenta lo mucho que mis padres ven en casa Antena 3. En concreto, son fervientes seguidores de Karlos Arguiñano (71 años) y su cocina diaria. Y estos días, en los que se ha hablado de los fichajes bomba de TVE y de esa Cocina al punto de Javier Peña (39) que está cada día más en el fango en cuanto a audiencia, he reparado más en Arguiñano. Hay que ver este hombre, ¿eh?, reflexiono. Impertérrito, cuando no impasible, ante todo. Sin conocer un naufragio en su vida profesional.

Su caso es muy curioso: ¿sabían ustedes la friolera de años que lleva este señor con éxitos ininterrumpidos? Desde 2010 diariamente se asoma a las pantallas de Antena 3, fiel e inasequible a su cita, y antes en Telecinco. Y si seguimos hacia atrás en el tiempo, muchos años en TVE. Desde 1992. Este hombre sabe lo que es el éxito, está arrellanado en él desde tiempos inmemoriales. Vive con él. Pero sin aspavientos. De forma serena y discreta. ¿Lo han visto ustedes alguna vez fanfarronear de la audiencia que hace? Mejor aún: ¿lo han escuchado hablar alguna vez de la audiencia como algo que le preocupara, siquiera rozara? Nunca.

 

¿Que por qué? Del mismo modo que la simpatía tampoco es necesaria en el super de 24 horas: porque no lo necesita. Karlos no necesita el éxito. En todo caso, el éxito lo necesita a él. Me he dado cuenta que para determinadas generaciones, las puberiles como la mía -es broma-, Arguiñano es ese señor de los chistes que cocina. Qué ignorantes somos. No vemos más allá, su más allá. Cuando vi a mi madre apuntar sus recetas en Mojácar, pensé: ¡ya quisiera esto Javier Peña en TVE y no tanta tontería fatua de fichajes como el de Tamara Falcó (38)! No, a Karlos no le hace fata nadie. Él solo se basta. 

No lo digo yo, ¿eh? Sus audiencias hablan por sí solas. Ya se pueden estar hundiendo los demás buques televisivos que a él no le salpica. Karlos está por encima de todo, es un Dios de la cocina y de la televisión. Una súper heroína que, me consta, Antena 3 ha atado muy bien para que no se vaya, ni venda al mejor postor. Arguiñano es de Antena 3, para eso está bien pagado. El mejor, ¡TVE, escucha y aprende, estos son los fichajes por los que hay que rascarse el bolsillo! Me entretengo, con papel y boli, con las audiencias de Karlos y hago una comparativa de mala gente con las de Javier Peña y Tamara Falcó. 

Qué penas. Mientras que el chef de Antena 3 se retoza en mieles tan sabrosas como los 822.000 espectadores y cuotas del 12 por ciento de share, Peña, se hundió el otro día en el 3,9 y 232.000. Se hacen lecturas crudas y con maledicencia a espuertas, pretextando que Falcó le ha traído mala suerte a Peña. Yo no creo tanto, pero sí diré que nunca entendí ese fichaje. Que la hija de Isabel Preysler (69) fuera buena en MasterChef Celebrity no la convierte en un talismán de audímetros, ni en una persona con carismática telegenia y verborrea. Es fresca y mona, pero para un Deluxe rápido. Bah, directamente: Manolete, si no sabes torear para qué te metes. Es que es como si me ponen a mí como comentarista deportivo. Un despropósito de tomo y lomo que, precisamente, TVE creo que no se puede permitir

Y mientras estoy escribiendo estas líneas, seguro que Karlos estará pensando en su receta de mañana y en su chiste, que por muy verde que sea su público lo va a engullir de buen grado. A él no le afecta ni la pandemia, ni nada. Es el buque insignia de la cadena Atresmedia, y por eso lo han retenido. Me insisten en que está blindado, tanto, tantísimo que creo que no tienen ni que hablar de renovaciones de contrato ni cosas tan terrenales como esas. Las demás cadenas que inventen, que quiten y pongan, que él... seguirá en su sitio. Eternamente. Larga vida a Karlos. Y sí, también a su cocina. 

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