Carey Mulligan y Helena Bonham Carter, entre otras, en una escena de la película

Carey Mulligan y Helena Bonham Carter, entre otras, en una escena de la película DeA Planeta

El Estilo

"'Sufragistas' debería recordarnos lo preciado que es poder votar"

Sarah Gavron estrena un filme con Carey Mulligan sobre el camino hacia el voto femenino en el Reino Unido a finales del siglo XIX

18 diciembre, 2015 12:54

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En 1928, las mujeres consiguieron el derecho al voto en el Reino Unido. El sufragio universal no llegó sin más. Atrás quedaban décadas de manifestaciones pacíficas, alborotos, activismo, protestas en la prensa, peticiones directas al Gobierno y hasta acciones que en más de un caso fueron consideradas subversivas y hasta terroristas. La película de Sarah Gavron Sufragistas (Suffragette), que llega a los cines españoles en otro acto de valentía -enfrentarse a Star Wars: el despertar de la fuerza en la semana en que casi nadie se atreve a estrenar-, narra los años clave de esa lucha, entre 1895 y 1913, centrándose en un personaje imaginario, Maud Watts (Carey Mulligan), una trabajadora de clase humilde que se ve inmersa en un mundo de mujeres dispuestas a todo por conseguir la igualdad, como la emblemática Emmeline Pankhurst (una fugaz Meryl Streep en el filme).

En su lucha por el voto, hubo sufragistas que, como lo que hoy llamaríamos lobos solitarios, atacaron con un hacha el coche de caballos del primer ministro Herbert Henry Asquith en 1912 en Dublín. Y otras, que organizadas, volaron por los aires en 1913 la casa que se estaba construyendo el primer ministro, Lloyd George. “Lo que las diferencia de los terroristas de hoy y de la apreciación que tenemos ahora de ese término es que ellas nunca pusieron en peligro ni mataron a nadie. Fueron muy cuidadosas. Y nadie murió durante sus acciones, excepto una sufragista que murió como resultado de las heridas causadas por la policía”. Y aclara: “Sólo acudieron a la desobediencia civil y las acciones directas después de cincuenta años de protestas pacíficas, métodos constitucionales, peticiones al Gobierno y promesas nunca cumplidas”.

Clases sociales diversas

Vistas desde la perspectiva actual, reflexiona la directora inglesa, “estaban en el lado correcto. Hoy entendemos todo contra lo que luchaban, la ley que intentaban cambiar. Podemos afirmar que la legislación estaba equivocada. Pero es una perspectiva difícil para juzgarlas”.

“Lo que chocaba de este movimiento -explica Gavron a EL ESPAÑOL- es que unió a mujeres de todas las clases, no sólo de la clase alta y la media. Es interesante, porque sus historias no han sido contadas por la historia, y es emocionante arrancar esas historias de las sombras. Eran mujeres que tenían mucho que perder, se jugaban mucho más en cierto sentido que las mujeres de clase media o alta. Marcaron la diferencia, porque lucharon muy duro. Fueron fundamentales para el movimiento”. Y explica que “incluso en el liderazgo, se abrieron a mujeres de todas las extracciones sociales. Allí estaba Anny Kelly, una de las tres cabezas más influyentes del movimiento, que era una trabajadora de fábrica”.

Anne-Marie Duff da vida a Violet Miller, otra sufragista, en la película

Anne-Marie Duff da vida a Violet Miller, otra sufragista, en la película DeA Planeta

Explica Gavron que para el filme realizaron una amplia labor de documentación. “Fuimos a los archivos del Museo de Londres, a la Women's Library, hablamos con catedráticos… Todo lo que sucede en el filme está basado en hecho reales, por ejemplo, la rotura de cristales de ventanas, las manifestaciones, la bomba en cada de Lloyd George, la redada a la salida de la casa de la Sra. Pankhurst… Y todos los personajes están inspirados en alguien. Algunos son reales, como Emmeline Pankhurst y Emily Wilding Davison, y obviamente los políticos como George. Otros personajes, como Maud, son composiciones a partir de muchas mujeres trabajadoras diferentes”.

La historia del sufragismo está plagada de desprecio hacia unas mujeres que muchos hombres entonces consideraban alborotadoras, en el mejor de los casos, y a las que, en el peor, insultaban, cuestionaban su sexualidad y llegaban a agredir. La actitud de las autoridades no fue mejor: durante años el Gobierno de Su Majestad la Reina las investigó, persiguió y encarceló cada vez que se manifestaban. Mientras la policía usaba sus porras y alimentaba sus fichas, ellas se prendían en sus chaquetas enseñas con orgullo por haber estado en la cárcel por segunda, tercera vez…

Fueron las víctimas de la violencia policial cuando eran capturadas en algún altercado. Las atacaron y las alimentaron a la fuerza

Es curiosa la coincidencia temática y narrativa -utilizan casi la misma estructura, contar la historia de una sufragista imaginaria para narrar exactamente los mismos hechos- entre el filme de Gavron y una didáctica novela gráfica escrita y dibujada por el matrimonio Bryan y Mary Talbot junto a Kate Charlesworth, Sally Heathcote. Sufragista (en España la editó a comienzos de 2015 La Cúpula, y los Talbot la presentaron en el Salón del Cómic de Barcelona). “Es una gran novela gráfica, me gusta mucho”, reconoce la directora, aunque aclara que la coincidencia es fruto del azar: “La leí también cuando estábamos montando el filme”.

Una viñeta de la novela gráfica Sally Heathcote. Sufragista

Una viñeta de la novela gráfica Sally Heathcote. Sufragista Ed. La Cúpula

En 1910, comenzó la campaña de huelgas de hambre de las sufragistas que estaban encarceladas. Ellas se consideraban presas políticas. El Gobierno, que no quería mártires, optó por alimentarlas a la fuerza, con métodos brutales que desgarraron la garganta de alguna -el caso de Elsie Howey-, como muestran tanto el filme como el cómic. “Fueron las víctimas de violencia policial, cuando eran capturadas en algún altercado. Fueron atacadas y alimentadas a la fuerza… Es una situación compleja. En algunos aspectos fueron heroínas, pero, como cualquier movimiento político, en otros aspectos resulta complejo: tenbían críticas internas, estaban fracturadas y no siempre actuaron de frente”.

Un Velázquez rajado

Una sufragista que se hizo famosa -aunque el episodio no aparece en el filme- fue Mary Richardson: el 10 de marzo de 1914 rajó La venus del espejo, de Velázquez, en protesta por el trato que el Gobierno estaba dando a la Sra. Pankhurst. Sucesos como éste fueron cambiando la imagen, para mal y para bien, que la sociedad tenía de ellas. Hacían ruido, se las escuchaba. Otros fueron trágicos y reclamaron la atención de todo el país: el 8 de junio de 1913, Emily Wilding Davison quiso llamar la atención del rey en el derby de Epson con una bandera sufragista, pero al entrar en la pista fue pisoteada por lso caballos y murió al día siguiente a consecuencia de las heridas.

La presión fue un aumento en esos años clave: en 1918, lograron un primer paso: el sufragio femenino. Pero no universal: sólo las mujeres mayores de 30 años podrían acceder al voto. Había un claro condicionamiento político, de clase -dejar a las trabajadoras de las fábricas fuera- ene sta decisión. “Fue el modo en que el Gobierno limitó a las mujeres en su camino al voto. Pero se puede argumentar que el hecho de que cualquier mujer accediera a ese derecho ayudaría a otras a conseguirlo. En 1928, lo lograron todas. Hay muchos mitos en torno a este movimiento, pero los historiadores que lo están revisando coinciden en que la clase trabajadora estuvo muy claramente representada”.

Carey Mulligan, como Maud, una trabajadora textil que se convierte en sufragista

Carey Mulligan, como Maud, una trabajadora textil que se convierte en sufragista DeA Planeta

Nueva Zelanda fue el primer país del mundo en otorgar a su población el sufragio universal, en 1893. En muchos otros países tardó en llegar. En España, se logró en 1931. Francia lo aprobó en 1944. A EE UU no llegaría hasta 1965.

Gavron, directora también de Brick Lane, otro tíutlo comprometido con los derechos de las mujeres – en este caso de la India- cuenta que le viene de familia. “Crecí con una madre que se convirtió en una política en el ámbito local, así que me acostumbré a verla defender los derechos de la gente y luchar contra la desigualdad”. Un combate en el que aún queda mucho por denunciar y avanzar, asegura: “Ésta era un pedazo tan esencial de nuestra historia y había sido ninguneado de tal manera, o contado parcialmente, que sentí que debía contarla a través del cine. Era una historia que debía contarse"

Lo mismo que ocurre hoy con muchos acontecimientos contemporáneos por todo el mundo, asegura. "Hoy tenemos mujeres como Malala, y su lucha por conseguir una educación, y otras a lo largo del mundo luchando por derechos humanos muy básicos”. Aunque no se queda ahí y habla de otros temas de los que no hay que olvidarse: “La vigilancia policial, la brutalidad policial frente al activismo… Son problemas atemporales”.

En esa lucha por la igualdad de la mujer cabe una mención especial para los países islámicos. “Me encantaría que vieran el filme ahí. En Arabia Saudí, por ejemplo, las mujeres se han registrado, por primera vez en este 2015, para unas elecciones municipales. Pero aún no pueden conducir solas hasta los colegios electorales”.

Las jóvenes en el Reino Unido apenas votan. El resultado es que el Gobierno no aprueba políticas que las ayuden

El filme se estrena justo en el fin de semana en que acudimos a las urnas en España. Gavron no lo sabía. Celebra la coincidencia y manda un mensaje a los votantes españoles: “Espero que les sirva de recordatorio de lo preciado y necesario que es el derecho al voto y de lo importante que es ejercitarlo. No sé si ocurre así en España, pero en el Reino Unido tenemos una población votante intermitente. En concreto, las mujeres jóvenes apenas votan. Los jóvenes no lo hacen, y las chicas tampoco. El resultado es que el Gobierno no aprueba políticas que las ayuden. Si se alzaran, estarían más representados".

"A mí -termina la cineasta-, rodar este filme me recordó no sólo lo duro que fue lograr el sufragio universal, y no sólo en Gran Bretaña, sino lo importante que es: cuando consiguieron el voto, se cambiaron también un montón de leyes: el derecho a criar solas a sus hijos, a ser abogadas, a formar parte de un jurado, a tener un mayor acceso a su dinero… Estés donde estés, si no votas y no tienes representación, tu género será ignorado por el Gobierno”.