El velero Creole y los eméritos Juan Carlos I y Sofía en un montaje de EL ESPAÑOL. Gtres
El velero 'maldito' de la familia Gucci navega las aguas de Formentera: su vínculo con los eméritos Juan Carlos I y Sofía
El que es considerado una de las embarcaciones más bellas del mundo ha sido visto en la isla balear estos días.
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Las cristalinas aguas de Formentera han sido testigo este lunes, 21 de julio, del paso de Creole, un velero propiedad de la familia Gucci, considerado uno de los más exclusivos y lujosos de todo el planeta. Así, los presentes en la isla balear han podido vislumbrar a lo lejos el famoso barco.
No es la primera vez que las islas Baleares reciben el prestigioso velero de la familia Gucci, pues el Creole lleva más de dos décadas surcando por Ibiza y Formentera. Un barco que cuenta con una eslora aproximada de 65 metros y capacidad para 11 invitados y cuya intrahistoria es cuanto menos reseñable.
Sus orígenes se remontan a los años previos de la Segunda Guerra Mundial. En aquel entonces, el famosísimo y prestigioso velero se hacía llamar Vira y fue utilizado por la marina británica. Una vez finalizada la guerra en 1945, fue devuelto en un estado cuestionable.
El velero Creole en su paso por Formentera este lunes, 21 de julio de 2025. Gtres
Poco más de un lustro transcurrió hasta que el Creole fue a parar a manos del compositor francés Maurice Ravel. No obstante, fue la compra de Maurizio Gucci en el año 1983 lo que llevó a este velero a hacerse con tal renombre. Un yate de lujo que desde entonces es propiedad de la prestigiosa familia, siendo Alessandra (48 años) y Allegra Gucci (44) -hijas de Maurizio- las dueñas actuales del mismo.
El evidente glamour y lujo que envuelve al velero Creole no es lo más destacable de su historia. Y es que el yate de la familia Gucci se consideró maldito durante un tiempo. De hecho, ya desde su construcción en los años 20 sucedió algo que marcaría su futuro: la botella de champán no se rompió en el primer intento, sino en el tercero durante la ceremonia de botadura. Este incidente dio origen a la leyenda negra del Creole, según la cual el barco traería mala suerte a sus dueños.
La leyenda de su maldición se hizo tan popular que durante décadas pocos fueron los que se atrevieron a comprarlo. Así, tras pasar por el magnate griego Stavros Niarchos -cuya esposa falleció a bordo- y el compositor francés Maurice Ravel -que afirmó percibir extrañas energías en él-, el Creole fue a parar a manos de los Gucci.
Maurizio Gucci, heredero del imperio de la moda de la casa Gucci, murió asesinado en 1995. Wikipedia
El rumbo del Creole dio un giro total y absoluto cuando fue adquirido por Maurizio Gucci en la década de los 80. El heredero del imperio de la moda homónimo se propuso devolverle su antigua gloria.
Emprendió así Maurizio una restauración minuciosa, invirtiendo una suma considerable para reconstruir cada detalle minuciosamente y devolverle su estatus como símbolo de elegancia y alto rendimiento. Sin embargo, la historia tomó un giro trágico: poco después de completar la restauración, Gucci fue asesinado a tiros en Milán, un crimen ordenado por su exmujer Patrizia Reggiani. Un fatídico episodio que alimentó aún más la leyenda del Creole como el barco maldito.
El Creole es conocido fuertemente por ser el velero de lujo de la familia Gucci desde hace más de 40 años. Sin embargo, también fue este barco el emplazamiento escogido por los eméritos Juan Carlos I (87) y Sofía (86) para pasar su noche de bodas el 14 de mayo del año 1962.
El yate, cabe recordar, fue el inicio de su extensa luna de miel por diversas partes del mundo. Los padres del rey Felipe VI (57) comenzaron su viaje por el mar Mediterráneo, siendo Italia su primer destino. Tiempo después, le seguirían Mónaco y España, para finalmente continuar su andadura por la India y Japón hasta arribar en Estados Unidos. Al otro lado del charco, cabe apuntar, fueron recibidos por el entonces presidente Kennedy.
Una suerte de viaje el que emprendieron los Eméritos. Sin embargo, quien fuera Rey de los españoles se rompió la clavícula, algo que le llevó a estar enyesado toda la luna de miel. Es más, a lo largo de la travesía el yeso se había quedado tan pegado a la piel de Juan Carlos I que la Emérita tuvo que quitárselo a trozos.
Los eméritos Juan Carlos y Sofía el día de su boda el 14 de mayo de 1962. Getty Images
No es asunto baladí mencionar que la propia Christina Onassis les ofreció su yate para su importantísima velada, aunque Juan Carlos y Sofía finalmente se decantaron por el Creole.
A pesar de que las herederas del barco son Alessandra y Allegra Gucci, lo cierto es que es esta última quien mantiene la propiedad en recuerdo de su padre. El Creole, así, se puede alquilar a día de hoy por unos 250.000 euros semanales.