Carlos III de Inglaterra junto a Andrés de York, en una fotografía de archivo. Gtres
La tajante decisión de Carlos III: excluir a Andrés de York y a Sarah Ferguson de la Navidad familiar tras el polémico 'Mail'
La Familia Real británica se enfrenta a la peor crisis reputacional tras las nuevas vinculaciones de los duques de York con el pedófilo Jeffrey Epstein.
Más información: El cisma familiar tras el 'mail' de Sarah Ferguson a Epstein: del silencio de Carlos III a la firme postura del príncipe Guillermo
La Casa Real británica atraviesa una de sus semanas más delicadas. El rey Carlos III (76 años) ha tomado una decisión firme y tajante: quiere excluir a Sarah Ferguson (65) y a su exesposo, el príncipe Andrés (65), de las celebraciones navideñas de la Familia Real este 2025.
La medida, revelada por fuentes cercanas al monarca a The Times on Sunday, responde a la creciente presión pública tras la reaparición de documentos y correos electrónicos que vinculan a ambos con el pedófilo convicto Jeffrey Epstein.
La exclusión de los duques de York de las festividades navideñas no es sólo una cuestión de protocolo. Según las mismas fuentes, el Rey habría expresado su deseo de que Andrés y Sarah sean "invisibles" en futuras reuniones familiares.
Andrés de York y Carlos III, en una fotografía de archivo. Gtres
Una frase que refleja el nivel de incomodidad que su presencia genera en el seno de la monarquía. La decisión llega en un momento en que la reputación de ambos se ve nuevamente comprometida por revelaciones que han sacudido a la opinión pública británica.
El epicentro del escándalo gira en torno a un correo electrónico enviado por Sarah Ferguson a Epstein en abril de 2011, apenas semanas después de haberlo desautorizado públicamente.
En el mensaje, la duquesa se refería al magnate como "amigo supremo" y se disculpaba por haber tomado distancia. "Como sabes, no dije ni una palabra con P sobre ti", escribió Sarah, en referencia a la palabra "pedófilo".
El tono del mensaje, que incluía frases como "siempre has sido un amigo fiel, generoso y supremo para mí y mi familia", ha sido interpretado como una contradicción flagrante respecto a sus declaraciones públicas.
Los duques de York, en un acto familiar. Gtres
Tras la publicación del correo por The Sun, varias organizaciones benéficas británicas han roto lazos con Ferguson, retirándola de sus patronatos. Un portavoz de la duquesa ha intentado justificar el mensaje, alegando que fue escrito bajo presión y tras recibir amenazas de Epstein.
Sin embargo, el daño reputacional ya está hecho, y la duquesa enfrenta una crisis que podría poner en peligro incluso su título nobiliario, aunque expertos señalan que su retirada requeriría una ley parlamentaria.
Por su parte, el príncipe Andrés vuelve a estar en el centro de la polémica tras la publicación de documentos judiciales extraídos del patrimonio de Epstein, que lo vinculan nuevamente con el financiero.
Según The Times, el duque de York figura como pasajero en el avión privado de Epstein el 12 de mayo del año 2000, en un vuelo desde Teterboro (Nueva Jersey) a Palm Beach (Florida), donde el magnate tenía una de sus residencias.
Aunque Andrés ha negado reiteradamente cualquier conducta inapropiada, su nombre sigue apareciendo en registros y testimonios que alimentan la controversia.
Desde que estalló el escándalo en 2019, el duque ha sido apartado de sus funciones oficiales y ha perdido el favor de buena parte de la Familia Real.
Andrés y Sarah, en 2010 en Londres. Gtres
Su intento de recuperar protagonismo ha sido bloqueado por el rey Carlos y, especialmente, por el príncipe Guillermo (43), quien ha calificado públicamente a su tío y a Ferguson como "una vergüenza".
La decisión de excluir a Andrés y Sarah de las celebraciones navideñas marca un punto de inflexión en la estrategia del rey Carlos. Hasta ahora, el monarca había optado por una postura más conciliadora, permitiendo que ambos asistieran a actos familiares como funerales.
Pero el nuevo escándalo ha cambiado el tono. La presión social, el rechazo de las organizaciones benéficas y la firme postura del príncipe Guillermo han empujado al soberano a tomar medidas más drásticas.
La Navidad en Sandringham, tradicionalmente un momento de unidad familiar, se celebrará este año sin los duques de York. Una ausencia que, lejos de pasar desapercibida, simboliza el intento de la monarquía británica por proteger su imagen institucional y marcar distancia frente a los vínculos con uno de los casos más turbios de las últimas décadas.