¡Mariano, sé fuerte! ¡Sé duro, granítico! ¡Como el Míster Proper supernumerario y archipepero que eres (aquel calvorota que pasó a llamarse Don Limpio)! ¡Resiste, Mariano! ¡Aguanta un poco más! ¡Las elecciones son ya! ¡Ya! ¡Este Sunday Bloody Sunday! ¡Y tú eres el presidente en ‘disfunciones’ y mucho presidente en ‘disfunciones’! Porque todos los demás somos sentimientos y tenemos seres humanos. Aunque la culpa sea siempre de la herencia recibida, España es un gran país y tiene españoles, y un vaso es un vaso, y cada uno es como es y tú eres como eres. Es decir, un ‘crack’ que lleva dos días castigado (sin postre) y sin salir de Antena 3. Ni el pobre Truman de ‘El show de Truman’. Reconviertes ‘El Hormiguero’ de Pablo Motos en ‘El Club de la (Soporífera) Comedia’ y un día después agotas a la pobre Susanna Griso, a paso de cabo gastador, en ‘Dos días y una noche’.

La maletita fucsia. Esa maletita rodante, supercuca y poligonera que se ha agenciado Susanna Griso para pegarse los viajes padre a costa de los tickets restorán de su cadena. Tocaba otro chute de Rajoy, anoche mismo, en vena, dentro del bucle antenatresero. Empezó la cosa, a las 10 en punto de la mañana, en La Moncloa. Recibió a Susannita, no un ratón, sino un perro con cara de mala leche, Rico, el chucho del presidente, y allá que iba ella, tan feliz, con su maletita fucsia. Llegó a tiempo para vivir, in situ, el momento pincho de tortilla que cada viernes sigue al consejo de ministros. Han añadido empanada gallega. Y jamón cinco jotas. Qué ‘salaos’. “Porque, aunque alguien no se lo crea, somos humanos”, confesó Rajoy. Ver a Montoro y al resto de la troupe en plan pícnica cuchipandi humana, no tiene precio.

“Él manda con silencios”, soltó Moragas. Ahí lo clavó, el tío. Habló del taoísmo galáctico de Rajoy. La fuerza del no movimiento. Del silencio. Catedrático de Marianismo que ha salido. Eso sí, lo describió a la perfección: “Tiene un arte, un arte especial que consiste en manejar los nervios y en poner nervioso a todo el mundo”. Pues eso. Pocas veces se ha dado tanta cancha a un presidente tan frío, tan soso, tan insustancial como este Mariano Rajoy. “Tiene una vida emocionante en la que lo más arriesgado que ha hecho ha sido pescar con cebo”, le soltó Susanna, en una de esas sentencias cuchillada que sonó a ¡zasca!

Qué nochecita: “¿La Moncloa permite momentos de romanticismo?”, “¡Ostrás…! ¡Vaya pregunta! Bueno, cada uno es como es…”, “¿Viri le consideraría romántico?”, “¿A mí? Eso habría que preguntárselo a ella. Mmmmm… Me acordé de su último cumpleaños, que fue el 27 de abril”, “¿El último? Serán todos en esa fecha, ¿no?” y siguió por un buen rato el diálogo para besugos (pescados con cebo).

¿Lo mejor, en medio de tanto y tan pomposo aburrimiento? Día 2. A las 8:00 horas. Con el presidente en funciones convertido en conejito de Duracell. Y Susanna, echando el bofe a su lado. Acordándose de los ancestros de su profe de pilates. Metida, a la fuerza y sin resuello, en una sesión de andorreo presidencial, deporte paralímpico extremo inventado por el propio Rajoy. “¿Y Angela Merkel le seguía este ritmo?”, le preguntó ella, mientras trataba de mantener el tipo, antes de lanzarse con un “Los casos de corrupción; eso a la gente le encabrona muchísimo” que hizo saltar algunas alarmas. ¡Oight!, ¡qué lenguaje más soez! Eso sí, Susanna acabó regalando a Mariano unas zapas naranjas envueltas en papel de regalo (fucsia). “Le deseo largos paseos”, le dijo. Y nos quedamos todos con la sensación de que, en realidad, lo estaba mandando a paseo. En funciones, pero a paseo. O sea.