Es probablemente el ejemplo más contundente de cómo ha progresado la calidad en el vino español durante los últimos tiempos. Jumilla, la denominación de origen más potente del sureste español, en el altiplano murciano-albaceteño, era hace 30 años una zona del montón, como lo podía ser Toro, Bierzo, Priorat, Cigales, Rueda, Utiel-Requena…Ribera de Duero estaba dando sus primeros pasos y Rías Baixas cumplía seis tímidos años.

Incluso peor todavía, si se quiere, porque los vinos de esta tierra llegaron a tener fama de ser muy rudos. Todo tenía sentido. En Jumilla, con un paisaje abrupto, seco, de unos suelos muy pedregosos y arenosos, no afectó de forma grave la plaga de la filoxera que arrasó todo Europa, incluida la mayoría de España. Eso hizo que comerciantes, fundamentalmente franceses, se instalaran en la zona para exportar vino a su país. A finales del siglo XIX y principios del XX, desde el puerto de Alicante, los vinos jumillanos iban a Francia y a toda Europa.

Luego se formó un perfil especial de esos vinos. Se buscaban elaboraciones de mucho grado, color, estructura, características que el clima y su maravillosa uva autóctona, la monastrell, les daba sin problemas. Los operadores internacionales lo que buscaban era mezclarlos con vinos flojitos de mucha acidez, bajos de color y grado, de zonas del norte de Francia o de Italia, que embotellaban para hacer unos vinos razonables.

Los bodegueros de Jumilla ganaban un buen dinero, pero la mayoría de sus vinos eran a granel y con ese perfil rudo que se hacía a propósito; así que quien los probaba les parecía fuertes; y en su propia tierra, Murcia, tampoco contaban con demasiado éxito.

Un nuevo Jumilla ya es posible

Ahora, 30 años después, en esa misma región, no hay un solo restaurante o bar normal que no presuma de tener muchos grandes vinos de Jumilla para ofrecer. La mayoría de los restaurantes importantes de España tienen, al menos, una referencia de vinos de Jumilla.

Una bodega, El Nido, vende su marca principal, del mismo nombre, a un precio superior a los 100 euros, y con éxito. Hace unos años, en una visita que hice a Nueva York lo encontré en las estanterías de tiendas especializadas a un precio de 120 dólares.

Otro vino, Casa Castillo Pie Franco, acaba de recibir 100 puntos Parker, la máxima clasificación, de la seguida mundialmente revista norteamericana Wine Advocate. Pocas bodegas españolas han conseguido esa clasificación. En otra ocasión, en Miami, Florida, estuve mirando con unos amigos en diferentes tiendas y supermercados dedicados al vino, la presencia de elaboraciones españoles.

Había mucho Muga, Valserrano, Marqués de Cáceres…; pero lo que más me llamó la atención fue la presencia contundente, en prácticamente todos, del Juan Gil etiqueta azul, un vino de Jumilla de alta calidad.

Ejemplos al margen y otros que les comentaré a continuación, el secreto de su éxito está en su variedad autóctona la monastrell, dura, combativa, adaptada bien al secano, con buena capacidad de envejecimiento, muy mediterránea, y con la flexibilidad para compartir potencia y sedosidad, grado y acidez con un fino equilibrio. Se da, además de en Jumilla en todas las denominaciones de origen murcianas, en Alicante, y en zonas de Cataluña. Con el nombre de “mourvèdre”, aparece en el Ródano francés y en la Provenza donde está la famosa denominación de origen Bandol; y tiene un importante desarrollo tanto en California como en Australia.

De cualquier manera, Jumilla, con sus 22.000 hectáreas de viñedo, la mayoría en secano y en vaso en un paisaje espectacular de valles y riscos, que van de los 300 a los 1300 metros de altitud, es la reina indiscutible de la monastrell; aunque están probando con muy buenos resultados otras variedades que también se dan muy bien en la zona, como la syrah.

CARTEL 29 CERTAMEN DE CALIDAD VINOS DOP JUMILLAjpeg

De cualquier manera, la denominación de origen ha prosperado muchísimo y se nota en la calidad media de sus vinos. En 1994 unos vocales visionarios del consejo regulador de la D.O. decidieron hacer un Certamen de Calidad de sus vinos para estimular la sana competencia entre bodegas, e impulsar el embotellado. Ya llevan 29 ediciones y los premios suelen estar muy repartidos.

Al margen de las bodegas ya señaladas, tomen nota de firmas de alto nivel que participan: Casa de la Ermita, Luzón, Viña Elena, BSI, Alceño, Silvano García, Bleda, San Dionisio, Torrecastillo, Ribera Alta del Mundo, Delampa, Esencia Wines, Olivares, Ontalba, Madrid Romero, Pío del Ramo, Finca Monastesia, Salzillo, Bodegas 1890…

Este año celebraron durante varios días su Certamen. En total 18 catadores entre periodistas especializados, sumilleres y técnicos de muy alto nivel procedentes de toda España, cataron unas 160 muestras de vinos diferentes dando premios a diversas firmas. Buenos resultados obtuvieron Olivares, Bleda, Luzón, Delampa, pero el ganador con mayor número de medallas fue Esencia Wines, situada en las montañas de El Carche.

En el Primer Certamen de Calidad había muy pocos vinos embotellados. Jumilla este año ha vendido 26 millones de botellas, el 34% en España y el 66% en la exportación, sobre todo a Estados Unidos, Alemania y a 96 países en total.

Botellas de cata

Hay un dicho común que dice, con razón, que en España nunca se ha hecho tan buen vino como ahora, y en cualquier parte. La revolución tranquila de Jumilla es el gran ejemplo de ello.