La incidencia del embarazo ectópico en nuestro país está aumentando. No hay estudios que lo certifiquen pero los profesionales lo comprueban cada día.
Datos en bruto recogidos por el Ministerio de Sanidad lo corroboran: apuntan a un crecimiento del 227% en los diagnósticos entre 2017 y 2023. Las hospitalizaciones han aumentado un 12,6% y la cirugía de extracción lo ha hecho un 34%.
Detrás de este aumento hay una serie de factores, algunos más conocidos, otros no tanto, y otros que deberían hacer saltar las alarmas.
El embarazo ectópico ocurre cuando el embrión se implanta fuera de la cavidad principal del útero, con frecuencia en una de las trompas de Falopio, y lo hace inviable.
Puede resolverse espontáneamente pero también provocar problemas serios, como hemorragias por rotura del tubo. Por eso, hasta el siglo XX, la mortalidad de la mujer era muy alta.
En las últimas décadas, a medida que la mortalidad disminuía, aumentaba la incidencia de este problema. En 1970 se registraban 4,5 embarazos ectópicos por cada 1.000 en Estados Unidos. En 1992 ya eran 19,7.
Datos de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia de 2004 apuntaban en una dirección similar. Sin embargo, no hay registros en España que certifiquen la evolución.
El Conjunto Mínimo Básico de Datos del Ministerio de Sanidad recoge los datos en bruto de una serie de diagnósticos y procedimientos y dan cuenta de un aumento notable.
En 2017 se recogieron 3.554 diagnósticos de embarazo ectópico, mientras que en 2023 se alcanzó una cifra récord de 11.628, lo que supone un aumento del 227,2%.
Las hospitalizaciones por este problema también han crecido pero a menor ritmo. En 2017 fueron 3.500, mientras que en 2023 alcanzaron las 3.941, un aumento del 12,6%.
Así mismo, las extracciones del embrión inviable crecieron un 34%, de las 1.328 registradas en 2016 a las 1.765 en 2023.
Estos datos coinciden, grosso modo, con lo que Antonio de Toro, especialista en Ginecología y Obstetricia de Insego en Vithas Sevilla, ve en consulta.
"Las mujeres se hacen más tests de embarazo que, a su vez, son más sensibles y pueden dar positivo antes, incluso, de que tengan la primera falta".
Una parte de ellos se resolverán por vía espontánea. Antes no se hubieran detectado pero la mejora de las técnicas diagnósticas permiten contabilizarlos.
Sin embargo, el crecimiento en hospitalizaciones e intervenciones quirúrgicas da cuenta de que hay algo más detrás de ese crecimiento.
Obstrucciones de las trompas
De Toro apunta, entre otras cuestiones, al aumento de la edad materna. "Los órganos de mujeres de más de 40 años funcionan con mayor dificultad. Las trompas no son estáticas sino que se mueven, y esta movilidad se va deteriorando con el paso del tiempo".
El incremento de las técnicas de reproducción asistida también juega un papel. "Aunque parezca que dejas el embrión en un lugar determinado, puede migrar e implantarse ectópicamente".
Lo que más preocupa a este ginecólogo, sin embargo, es el aumento de las infecciones de transmisión sexual (ITS). "Muchas de ellas producen obstrucciones internas de las trompas y generan ambientes inadecuados para las implantaciones de los embarazos".
Luis Rodríguez-Tabernero, jefe de la Unidad de Reproducción del Hospital Clínico Universitario de Valladolid, coincide con esta preocupación.
"Están aumentando mucho las ITS, como clamidias y gonococo. Hay menos miedo al sida y la gente usa menos el preservativo. Y en las clínicas estamos viendo más pacientes con patología tubárica".
Aunque hoy en día pueden resolverse de forma relativamente sencilla, haber tenido un embarazo ectópico aumenta la probabilidad de volver a padecerlo en el futuro: pasa del 10% al 25%.
"La trompa queda lesionada por muy satisfactorio que haya sido el tratamiento. Además, el motivo por el que se originó el embarazo ectópico persiste".
Otro factor de riesgo, por paradójico que parezca, es el uso de anticonceptivos. Abel Renuncio, portavoz de la Sociedad Española de Contracepción, apunta que los métodos hormonales basados solo en un gestágeno (normalmente, lo combinan con un estrógeno) se asocian a un "leve incremento".
"El gestágeno evita la ovulación pero también disminuye la motilidad de las trompas. En caso de fecundación, al enlentecerse el movimiento, el óvulo no llegaría a implantarse en el útero".
También ocurre con otros métodos como el DIU, que "produce un proceso inflamatorio dentro del útero y puede dificultar la implantación".
No obstante, Renuncio recuerda que la probabilidad de embarazo ectópico vuelve a la normalidad en cuanto se retira el método, y que los anticonceptivos tienen una alta eficacia previniendo el embarazo, por lo que "compensan con creces".
Rodríguez-Tabernero explica que se puede predecir el riesgo de hemorragia con un embarazo ectópico de forma sencilla: "Las semanas de gestación, el tamaño del embrión en ecografía, que tenga latido o por lo niveles de beta-hCG", la hormona del embarazo.
El tratamiento farmacológico consiste en metrotexato, "un quimioterápico leve que afecta a las células en desarrollo y produce la detención del desarrollo del embrión ectópico".
Si ya es tarde para esto, la cirugía de extracción "conlleva la extirpación de la trompa, y eso médicamente tiene repercusión. En algunos casos intenta preservarla aspirando el aborto mediante salpingostomía, pero hay riesgo de que ocurra otro".
A pesar de los riesgos para la fertilidad, la mortalidad por embarazo ectópico es extremadamente infrecuente. "Yo no conozco que haya habido alguna muerte en España", explica Rodríguez-Tabernero. "Salvo que la mujer esté en un país de bajos ingresos y no haya acudido a un servicio de urgencias por sangrado… Es difícil".
