Un estudio realizado en Canadá asocia el uso de escáneres por tomografía computarizada —conocidos por las siglas TAC— en mujeres en edad fértil con un mayor número de abortos espontáneos y malformaciones genitales en los recién nacidos.
Los investigadores, del Hospital Jewish General de Montreal, analizaron datos de 5,1 millones de embarazos y 3,4 millones de partos con vida registrados entre el 1 de enero de 1992 y el 31 de marzo de 2023.
Del total de mujeres embarazadas, 687.692 habían pasado por uno o varios TAC al menos cuatro semanas antes de la fecha estimada para la concepción.
Entre las mujeres que no pasaron por un escáner, el embarazo no llegó a buen término (por aborto espontáneo, embarazo ectópico o muerte fetal) en 101 de cada 1.000 gestaciones.
En aquellas que pasaron por un TAC una sola vez, la tasa fue de 117 de cada 1.000. Con dos escáneres, la cifra subía a 130, y con tres o más, llegaba a 142 de cada 1.000.
Las tasas aumentaban ligeramente si se tenían en cuenta solo los TAC dirigidos al abdomen, la pelvis o la parte baja de la columna, así como si el tiempo entre el TAC y la concepción era menor.
En cuanto a anomalías genitales congénitas, se dieron en 62 de cada 1.000 nacidos vivos entre las mujeres que no habían pasado por el escáner.
En aquellas que pasaron una vez, la tasa aumentó a 84 de cada 1.000; en las que pasaron dos veces, fue de 96 y, en las que pasaron tres o más veces, de 105.
Los autores del trabajo, liderados por Camille Simard, especialista en Medicina Interna del Jewish General Hospital y profesora de la Universidad McGill de Montreal, concluyen que "la exposición a radiación procedente de TAC antes de la concepción incrementa el riesgo de pérdida del embarazo y anomalías congénitas".
El estudio ha sido publicado en la revista Annals of Internal Medicine. En un editorial adjunto, el profesor de Radiología de Penn State Health (EE. UU.), Seth M. Hardy, señala que "los resultados son alarmantes".
Mucha información en poco tiempo
Los hallazgos descritos, además, aumentan la preocupación de que "los riesgos han estado poco reconocidos entre los clínicos que solicitan TAC y los radiólogos responsables de la seguridad" del paciente.
La popularidad del TAC como prueba de imagen diagnóstica no hace más que crecer. En España se realizan unos 4,5 millones al año y el número de pruebas se ha duplicado entre 2016 y 2023, según el Conjunto Mínimo Básico de Datos del Ministerio de Sanidad.
Las razones de su éxito son que "es rápida y da una imagen tridimensional, por lo que en unos segundos se obtiene una información muy completa", explica Pablo Valdés, radiólogo especialista en gestión y seguridad de la Sociedad Española de Radiología Médica (SERAM).
"Las resonancias magnéticas dan mucha información, pero son mucho más lentas, y las radiografías clásicas son mucho más limitadas".
Sus usos como pruebas de imagen son innumerables, pero Valdés destaca, especialmente en mujeres, el "cólico nefrítico, los dolores abdominales donde la ecografía no es suficiente, muchos problemas de columna y huesos, etc."
El especialista llama a tomar los resultados con prudencia, pues el número absoluto de abortos vinculados a TAC es muy bajo, pero no duda de que "estamos haciendo demasiados escáneres y esto es un llamamiento a que espabilemos".
Se estima que un tercio de estas pruebas de imagen, en realidad, son innecesarias. La proporción se eleva a la mitad cuando son solicitadas desde urgencias, por lo general, para descartar daños.
Que la radiación ionizante de los TAC puede ser perjudicial y que el riesgo funciona de forma acumulativa es algo conocido. Por eso, los médicos suelen ser más conservadores cuanto más joven es el paciente.
Sin embargo, no hay muchos más datos al respecto sobre los riesgos, pues la mayoría de los estudios son observacionales, es decir, no se puede establecer una relación de causa-efecto.
De hecho, como apunta Alex Polyakov, profesor de Medicina de la Universidad de Melbourne (Australia), al Science Media Centre, hay que "separar los efectos del TAC de las razones por las que se realiza".
Es decir, si una mujer se somete a esta prueba es porque tiene un problema de salud previo que puede afectar a su embarazo. "Si bien los investigadores intentaron ajustar estos factores, es casi seguro que persiste cierto grado de sesgo".
Con todo, Pablo Valdés cree que sirve de llamada de atención sobre el hecho de que esta técnica no es inocua y no debe realizarse sin un motivo sólido detrás.
"Los radiólogos intentamos priorizar otras pruebas. Los ginecólogos y los pediatras también tienen esa sensibilidad, pero hay que concienciar a otros médicos que solicitan las pruebas, informar a los pacientes y usarlas solo cuando sea necesario".
El radiólogo apunta que la renovación tecnológica que propició el plan Inveat en España ha permitido sustituir las antiguas máquinas por otras que usan dosis más bajas de radiación ionizante.
"Debemos ser prudentes, pero no reducir los escáneres en mujeres jóvenes cuando son imprescindibles", subraya. "No podemos volver a la edad de piedra en el diagnóstico".
