En la primera mitad de agosto, el sistema de monitorización de mortalidad diaria del Instituto de Salud Carlos III, MoMo, ha registrado un exceso de más de 600 muertes atribuibles a una ola de calor histórica.
Otros sistemas, como el modelo MACE (Mortalidad Atribuible por Calor en España), desarrollado por investigadores del CSIC y la Universidad de Valencia, multiplican esa cifra por más de dos.
Natalia Shartova, investigadora postdoctoral del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), apunta que hasta bien entrado septiembre no tendremos una panorámica completa del efecto de las temperaturas de esta ola de calor casi interminable de agosto.
Geógrafa especializada en la relación entre clima y salud de la población, la científica centra sus esfuerzos en elaborar una metodología que evalúe con precisión el efecto del estrés térmico y el entorno en la salud de las personas.
Porque esta relación no es lineal ni todas las olas de calor son iguales. Tampoco es inmediato el efecto de la temperatura en la salud: las consecuencias del calor extremo se pueden demorar hasta tres semanas en manifestarse.
A lo largo de las primeras dos semanas de agosto, el verano no ha dado tregua, pero Shartova apunta que, para obtener una buena panorámica del impacto en la salud de los españoles, lo de menos son los picos puntuales como los 45,5 ºC que marcó Badajoz el pasado día 12.
Más perniciosas son esas noches tropicales, en las que la temperatura no baja de 20 ºC, que no han abandonado grandes regiones de la península gran parte del mes.
"Podemos esperar que una ola de calor tan larga afecte de forma especial", afirma a EL ESPAÑOL.
"Si representamos en una curva la relación entre las temperaturas y la mortalidad tenemos una parábola, conforme aumenta esta, hay un mayor aumento de riesgo de mortalidad por calor, y va a ser bastante intenso después de esta ola de calor tan larga".
La investigadora avisa que, "durante un periodo largo, tendremos más casos mortales relacionados con el calor". Es de esperar que aumente bastante después de terminada esta ola.
"Es muy importante tener en cuenta que la temperatura no afecta solo al día de la exposición sino a una semana, dos semanas. En las olas de calor, hasta dos semanas después no podemos observar toda su mortalidad".
Las patologías más afectadas por el calor son las cardiovasculares y las respiratorias. "Nuestro organismo tiene que adaptarse a temperaturas altas, no solo las extremas, y estas se relacionan con cambios en nuestro sistema circulatorio".
Hay otro ritmo cardiovascular, cambios en el equilibrio de los electrolitos… "Son muchos momentos fisiológicos que están relacionados con la temperatura del ambiente".
En una persona joven y saludable no se intensifican estos cambios pero, "si la persona tiene una carga patológica, especialmente cardiovascular, puede complicarse bastante y sentirse mal", sostiene la investigadora de ISGlobal.
Además de las patologías respiratorias y cardiovasculares, el calor también provoca problemas en el sistema renal, porque se relaciona con la tensión arterial.
Noches tropicales
Otro de los puntos en los que Shartova incide es en la constancia de las noches tropicales, que no bajan de los 20 ºC, y cómo afectan a la salud de los más vulnerables.
"Son muy importantes porque durante la noche nuestro organismo tiene que recuperarse y, si tenemos también temperaturas altas durante la noche, no podemos dormir bien, nos despertamos cada tres o cuatro horas, y eso significa que no nos recuperamos".
Aunque no hay todavía evidencia suficiente para comparar el efecto de picos de calor y el de las noches tropicales, apunta que "si tenemos un día con una temperatura extrema y después no tenemos más temperaturas altas, está bien: más organismos pueden adaptarse a este pico de temperatura".
Sin embargo, "si tenemos este pico de temperatura durante la ola de calor, aunque no sea tan intensa como la actual, puede empeorar todas las enfermedades porque nuestro organismo no puede adaptarse a este periodo largo de temperaturas altas, aunque no lleguen a ser extremas".
Es muy importante analizar todos los tipos de olas de calor. Las combinaciones, por su intensidad, frecuencia, etc. son muy importantes para obtener los picos de mortalidad y entenderlos, de forma que podamos establecer planes de prevención.
Junio fue uno de los más cálidos que se recuerdan; julio da la impresión de que ha sido más fresco pero ha tenido altas temperaturas, y en agosto están siendo muy elevadas.
"No creo que este verano sea extraordinario. Si recordamos los veranos pasados, los últimos han sido bastante calurosos. 2022 lo fue mucho, 2024 quizá no tanto en España pero sí lo fue en otras zonas de Europa occidental".
En su pinión, "entramos en un mundo nuevo, influido por el cambio climático y por eso esperamos más olas de calor en el futuro".
Sobre las diferencias que ofrecen los distintos modelos para medir la mortalidad por calor, la investigadora de ISGlboal señala que la diferencia está en el diseño del estudio y su metodología.
"Los investigadores usan modelos muy específicos, que tienen muchos parámetros. Nosotros tenemos en cuenta la tendencia de mortalidad general, la estacionalidad de la mortalidad y este periodo post-exposición que, en nuestro modelo, llamamos lag, retraso".
Este lag "es muy importante, en nuestros modelos es de hasta 21 días, donde calculamos todos los casos posibles de mortalidad en este periodo".
Shartova sostiene que las autoridades tienen que plantear soluciones al calor a tres nivelves. "Lo primero es mejorar los sistemas de monitorización y alertas en los servicios de salud, porque tienen mucha información sobre las temperaturas y los riesgos en regiones específicas".
"Los servicios de salud pueden responder de forma más efectiva ante las olas de calor, por eso es muy importante que utilicen esta información, sobre las temperaturas y los riesgos", apunta.
Otra parte es cómo podemos transformar nuestro entorno. "Las infraestructuras urbanas son muy importantes, si están adaptadas al calor o no, ya que la mayoría de la gente vive en áreas urbanas".
El tercer punto es "cómo podemos responder a nivel individual. El sistema de salud y el ambiente urbano son decisiones colectivas, pero también es muy importante que cada persona sepa cómo responder ante las olas de calor".
¿Qué es lo que deberían dejar de hacer las ciudades para no contribuir a aumentar el efecto perjudicial de las altas temperaturas?
"Lo que pueden hacer es crear un entorno urbano más adaptado al calor. Por ejemplo, una mayor superficie de sombra artificial, hacer los parques más accesibles para los ciudadanos, los edificios más eficientes energéticamente, etc".
Además, "utilizar materiales que no acumulen calor y aumenten la temperatura de la ciudad".
Más allá de estas adaptacones, señala que necesidad de crear refugios climáticos. "Pueden ser una medida muy efectiva, tenemos que localizar las áreas más vulnerables y crearlos para que las personas puedan recuperarse. Son muy importantes para el proceso de adaptación al calor".
