Baja autoestima y trastornos alimenticios, síntomas invisibles del TDHA

Baja autoestima y trastornos alimenticios, síntomas invisibles del TDHA Pexels

Salud

El índice de mujeres con TDAH se duplica: baja autoestima y trastornos alimentarios lo esconden en niñas y adolescentes

El hecho de que se diagnostique menos a edades tempranas no significa que ellas tengan menos prevalencia, sino que se les diagnostica tarde porque tratan de ocultar sus síntomas, huyendo del estigma social.

12 abril, 2024 02:06

A Carla Sosa le diagnosticaron TDAH en octubre de 2022. Tenía 22 años y arrastraba un pasado de frustración, complejos y baja autoestima, que le habían supuesto un enorme dolor y un trastorno de la conducta alimentaria. "Al fin entendí lo que me pasaba y conecté conmigo misma. Tomé conciencia de que sí, efectivamente, era diferente. Pero que no tenía nada de malo serlo. Solo necesitaba poner nombre a todo ese ruido, para poder aprender a vivir de verdad."

Así describe esta estudiante cántabra de Administración y Dirección de Empresa el alivio que sintió cuando le comunicaron el diagnóstico, al que, por cierto, llegó a través de quien le trataba su trastorno de la conducta alimentaria. Porque hasta ese momento, nunca, nadie, se había planteado que a esta cría le pasaba algo. A pesar de la lucha de su madre con varios pediatras a quienes acudió pidiendo ayuda, "porque ella sentía que algo en mí no estaba bien", cuenta Carla.

"Era un terremoto con buen fondo, que recibía un rechazo constante por ser así. A mi familia les llevó a innumerables enfrentamientos con profesores, padres… Y pese a todo, a mi madre nunca se le brindó la atención que demandaba ni la ayuda que pedía". Es la primera vez que Carla habla tan abiertamente de su trastorno, de cómo lo ha vivido y lo vive y de lo que le supone cada día. 

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Este testimonio coincide con lo que los expertos aseguran que es, para una mujer, pasar por este calvario porque el TDAH se experimenta de diferente manera según el género.

El TDAH en mujeres

“El Trastorno de déficit de atención e hiperactividad es una entidad cuyas características clínicas, diagnóstico y evolución muestran diferencias entre los hombres y las mujeres, unas diferencias que comienzan en la infancia y se extienden hasta la vida adulta”. Es una afirmación de María Jesús Mardomingo, profesora de psiquiatría infantil en la Universidad Complutense de Madrid y coautora de TDAH con perspectiva de género del Libro Blanco sobre Salud y Género en España.

En concreto, según Gonzalo Arrondo, Investigador Ramón y Cajal en el grupo Mente-Cerebro del Instituto Cultura y Sociedad (ICS) de la Universidad de Navarra, "en el caso de las mujeres, el TDAH tiende a caracterizarse por un predominio de síntomas de inatención, mientras que en los hombres son más comunes la impulsividad e hiperactividad". 

Sara Ortega Tapia, directora técnica de Fundación CADAH (Fundación Cantabria Ayuda al Déficit de Atención Hiperactividad) y neuropsicóloga especialista en TDAH, le añade más síntomas a este trastorno en mujeres: "Problemas ejecutivos y desregulación emocional, y a menudo, más dificultades del aprendizaje como dislexia, discalculia, etc.

También presentan una comorbilidad diferente; es más frecuente que las mujeres con TDAH tengan asociados trastornos de ansiedad, depresión, desórdenes de la conducta alimentaria (especialmente trastorno por atracón y bulimia nerviosa) y otros cuadros neuróticos". Y así se manifiesta desde la infancia.

Una de las razones de que en ellas se presente con esas comorbilidades tiene que ver con que “las mujeres con TDAH tienen una vivencia del trastorno diferente. Al ser diagnosticadas en menor medida y más tarde, hace que no reciban el apoyo necesario ni profesional ni desde el entorno (profesores, familia, amigos), lo que les supone un mayor impacto en lo personal y especialmente anímico”, afirma la experta de CADAH.

En efecto, el diagnóstico de este trastorno es mucho más frecuente en chicos (más aún en niños) que en chicas. Pero eso no significa que la prevalencia sea menor en ellas, sino que a ellas no se les diagnostica, a menudo, hasta la edad adulta. Lo corrobora un reciente estudio de Epic Research, el porcentaje de mujeres recién diagnosticadas con TDAH entre 23 y 49 años casi se duplicó entre 2020 y 2022. 

Ortega Tapia lo achaca, en parte, al hecho de que ellas "tengan perfiles menos conductuales, lo que les lleva a pasar más desapercibidas desde la etapa infantil, a menudo achacando sus problemas a dificultades en el aprendizaje, a menor capacidad, a introversión, etc. O bien a trastornos de ansiedad, de la conducta alimentaria o a perfiles más histriónicos", que, según Mardomingo, también se relaciona con que "las niñas y las mujeres tienden a ocultar estos problemas, pues sienten pánico a que el hecho de decir sus dificultades, contribuya a empeorar su situación e incremente el rechazo y la sensación de soledad". Más aún durante la adolescencia, cuando es tan importante el sentimiento de pertenencia. 

Arrondo se muestra de acuerdo: "Los estudios indican que las mujeres tienden a hacer un esfuerzo mayor por compensar u ocultar los síntomas en gran medida debido a las normas sociales de comportamiento de género esperado". Por eso es fundamental entender este trastorno con perspectiva de género que, como afirma Mardomingo, "significa entender hasta qué punto la imagen social que se tiene de la mujer y el papel que se le concede viene determinada no solo por sus características biológicas y sexuales, sino por el papel que tradicionalmente se le ha atribuido a lo largo de la historia en la mayoría de las culturas".

 Así es vivir con TDAH

La realidad es que toda esta teoría coincide con los sentimientos que se fueron originando en Carla, según iba creciendo: "Tan impuntual, nada constante, un carácter tan fuerte, obsesiva, desorganizada, ansiosa, despistada, impulsiva, impaciente, inquieta, absolutamente incapaz de concentrarme o incluso de dormir… La culpa iba creciendo, junto al dolor y la frustración, hasta que mi vida se paró. Llegué al límite. Ahí recibí mi diagnóstico y, al tiempo, otros más.  No solo tenía TCA y TDAH, también tenía dislexia, lateralidad cruzada y TOC". 

A pesar de tener buenos resultados académicos, en parte debidos a sus altas capacidades, se daba cuenta de que no encajaba en lo que quizás se esperara de ella. “Desde pequeña he sido notablemente diferente. Daba muchos problemas en casa, en el colegio. Tenía una forma de ser y de sentir, demasiado explosiva”, dice Carla. Y continúa: "Me creía tan tonta, que cuando vi en aquellos papeles que era todo lo contrario, no me sentía siquiera identificada y dudaba de que fuese mío"

Pero era suyo y, precisamente, esas altas capacidades la han ayudado a desenvolverse e incluso a estudiar una carrera. A pesar de eso, sabe que no tiene "una vida normal, ni la tendré. Cada día es una película. Llevar un día a día óptimo me resulta casi imposible. Doy mil vueltas para llegar al mismo sitio que los demás. Me ha costado encontrar mi camino. He dado muchos tumbos hasta llegar a él". 

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"Gracias a la terapia, la medicación, y el apoyo de mi entorno; el nivel de afectación que tiene el TDAH en mi vida es menor. Tengo muchos inconvenientes, pero también muchos motivos por los que amar mi locura y cordura, a partes iguales. El TDAH no me impide ser feliz ni me limita en sí, pero las consecuencias derivadas, sobre todo del diagnóstico tardío, y la desinformación e invalidación ajena, me lo han puesto más difícil", concluye Carla Sosa.