En España, la incidencia del cáncer de páncreas afecta sobre todo a Galicia, Castilla y León y Asturias.

En España, la incidencia del cáncer de páncreas afecta sobre todo a Galicia, Castilla y León y Asturias. Cedida

Salud Oncología

El triángulo del cáncer de páncreas en España: así se ceba el tumor con Galicia, Asturias y Castilla y León

La enfermedad tiene mayores tasas de incidencia y mortalidad en el noroeste del país. La edad parece ser la explicación principal.

18 febrero, 2024 01:12
Inés Gilabert María P. Bonmatí

"Cuando me preguntan la edad, digo que tengo cuatro años. Lo que me pasó fue como volver a nacer". Así se presenta Laly, superviviente de cáncer de páncreas. En realidad, tiene 60 años, aunque quién lo diría con esa actitud tan vivaracha. Puede que sea fruto del júbilo que supone haber superado uno de los tumores más agresivos España.

Según las últimas cifras presentadas por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), en 2024 se diagnosticarán casi 10.000 nuevos casos de cáncer de páncreas. El número queda muy por detrás de los tumores más incidentes: colon y recto (44.294), mama (36.395), pulmón (32.768) o próstata (30.316). 

Mientras, la situación da un giro dramático cuando se habla de mortalidad. Es el tercero que más mata. En 2022 —últimos datos disponibles— acabó con la vida de casi 8.000 personas. De ahí que su supervivencia a los cinco años no sea superior al 10%.

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No obstante, no mata en toda España por igual. Echando un vistazo a los datos de mortalidad que ofrece el INE, se observa que la tasa por 100.000 habitantes es mucho mayor en la zona norte del país. A la cabeza se sitúa Asturias (23,09), seguida de Castilla y León (21,79) y Galicia (20,10). En la otra cara de la moneda están Baleares (13), Castilla-La Mancha (14,07) y Andalucía y Murcia (14,49 ambas).

La diferencia entre unos territorios y otros encaja con la incidencia. Aunque en España no hay un registro oficial de tumores —algo que denuncian y reclaman los oncólogos— la Asociación Española Contra El Cáncer (AECC) ofrece datos estimados a través de su observatorio. En él, se aprecia que este tumor se ceba especialmente con la zona noreste del país. Asturias y Castilla y León empatan con una incidencia de 24 casos por 100.000 habitantes. Galicia se queda a tan sólo un punto de diferencia.

Los expertos consultados por EL ESPAÑOL no achacan esta diferencia a un factor concreto, más allá de la edad. El cáncer de páncreas, al igual que la mayoría de tumores sólidos, es más frecuente con el paso de los años. En base a los datos de la SEOM, la mayoría de pacientes reciben el diagnóstico entre los 65 y los 70 años. Las zonas señaladas son, precisamente, las más envejecidas de toda España.

No obstante, como advertía la presidenta de la Asociación Española de Cirujanos (AEC), Elena Martín, en este periódico, cada vez hay más casos de tumores de páncreas en gente joven. La hipótesis va ligada con el estilo de vida: peor alimentación, más sedentarismo, tabaquismo y abuso de alcohol.

El panorama no es nada halagüeño. Así lo expone la revista médica Annals of oncology en un informe de 2021, en el que advierte la importancia de "centrar recursos adicionales" en la evolución del cáncer de páncreas, ya que la tasa de supervivencia está estancada.

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A esto se suma un estudio de la Unión Europea de Gastroenterología (UEG), que alerta que el porcentaje de fallecidos por este cáncer ha aumentado un 5% entre 1990 y 2016. El dato puede parecer pequeño, pero se torna enorme si se tiene en cuenta que otros tumores, como mama, colon o pulmón, han bajado en mortalidad.

Muchos contras, pocos pros

"La evolución del cáncer de páncreas es mucho más rápida que la de otros", explica Nuria Malats, jefa del grupo de epidemiología genética y molecular del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). "Además, durante ese desarrollo, no da síntomas hasta muy tarde y estos son muy inespecíficos, como dolor abdominal, pérdida de peso, dolor de espalda, cansancio, etc. Hasta que los pacientes lo identifican como algo importante y van al médico a hacerse pruebas ya ha pasado demasiado tiempo", prosigue.

En el caso de Laly su diagnóstico fue una "lotería", como dice ella. Fue en una analítica de sangre cuando salió el gordo. "En una me salió mucha anemia", recuerda. "Después de algunas pruebas detectaron que era un tumor maligno en la ampolla de Vater, es decir, la zona que une los conductos del hígado y el páncreas".

Afortunadamente, esta mujer pudo someterse a una cirugía que le salvó la vida. Tuvo mucha suerte. Como apunta Malats, en estados avanzados en los que ya no se puede ofrecer cirugía, sólo se lo pueden tratar con quimioterapia, pero el tumor no suele responder bien.

Gema Sánchez Rodillo, oncóloga en el Hospital madrileño Beata María Ana, detalla que en los últimos años han intentado mejorar los tratamientos existentes. Como experta en radioterapia, ilustra que esta técnica se ha vuelto "mucho más precisa y menos tóxica para los órganos y tejidos sanos próximos".

Un tumor "olvidado"

Malats lleva 25 años estudiando el cáncer de páncreas. Celebra que ahora hay muchos más grupos a nivel nacional y europeo investigando este cáncer, pero aun así denuncia que la investigación está estancada: "Ha sido olvidado. Se ha apostado por la investigación en los cánceres más frecuentes", clama.

La experta narra que, en todos los años en los que lleva trabajando en él, no ha habido interés en trabajar en ello. "Ahora que se tienen controlados los más comunes de alguna manera, se ha visto que este cáncer está aumentando en mortalidad y se han encendido todas las alertas", sentencia. En esta línea, un estudio de la UEG advierte que este tumor sólo recibe un 2% de todos los fondos destinados a investigación oncológica.

A título individual, lo único que se puede hacer es atajar los factores de riesgo y acudir a las revisiones médicas. Eso fue lo que salvó la vida de Laly. Hoy luce orgullosa la cicatriz de la operación que puso, de nuevo, su contador a 0. Cuatro años ya desde aquel momento en el que pensó: "por qué a mí". A toro pasado, comprende que, dentro de la adversidad, ha sido de las afortunadas: "Tengo una deuda con la vida. Yo me salvé y otros no".

Superado desde 2019

Laly enseñando la cicatriz de la operación el día que salió del hospital.

Laly enseñando la cicatriz de la operación el día que salió del hospital. Cedida

Después de enterrar a sus padres hacía apenas un año por un cáncer de colon, a Laly le diagnostican cáncer de páncreas. No tenía síntomas físicos. "Mi hija me decía 'el cáncer nos podía haber dado una tregua, ¿no, mami? Después de lo de los yayos, ahora tú'", recuerda. "Ahí te das cuenta de que no puedes controlar la vida", prosigue.

El aviso llegó después de apreciar en unos análisis de sangre rutinarios anemia. Se sometió a distintas pruebas y llegó el terrible diagnóstico. Los profesionales tuvieron que operarla dos veces. La primera fue una intervención fallida. En la segunda, el páncreas se descosió y tuvo una hemorragia interna que casi la deja "al borde de la muerte". "El corazón dejaba de responder, me tuvieron que reanimar", rememora.

Tras varias intervenciones, acabó en un coma inducido y pasó un mes en la UCI. "La muerte me tenía enfilada y no me quería soltar", dice. Al despertar, se encuentra además con que padecía síndrome de inmovilidad: "Después de tanto tiempo entubada y en coma, pierdes la musculatura por completo. Lo único que podía hacer era pestañear. Tuve que aprender a comer sola, a levantarme, andar, etc.".

El 31 de diciembre de 2019 recibió el alta. Había estado tres meses en el hospital, pero se iba con la noticia de que ya no había presencia del cáncer. "Siempre tienes miedo de que vuelva. Es irracional", expresa con algo de temor. Aun así se lleva una lección valiosa. "Valoras más las cosas", termina.

Inés Gilabert, autora del reportaje, es alumna de la primera promoción 2023-2024 del Máster de Periodismo de EL ESPAÑOL/UCJC.