'¡Triste herencia!', pintura al óleo de 1899 de Joaquín Sorolla.

'¡Triste herencia!', pintura al óleo de 1899 de Joaquín Sorolla. Wikipedia Commons

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Los niños de la 'Triste herencia' de Sorolla tenían polio y no sífilis: resuelto el enigma tras la obra

El artista retrató la escena pensando que eran dolientes de una ITS. Por aquel entonces, la poliomelitis era casi una desconocida.

8 febrero, 2024 03:18

Si hay un cuadro que viene rápidamente a la mente cuando se piensa en Sorolla, ese es Paseo a orillas del mar. El óleo ofrece una preciosa estampa de dos mujeres caminando por la playa mientras el viento mueve sus ropas blancas. Hay otro cuadro del pintor en un paisaje similar, pero mucho menos bucólico, Triste herencia. En él, unos niños visiblemente enfermos bañan sus cuerpos en el agua. Mucho se ha especulado sobre las dolencias de aquellos pequeños. Algunos las han dado por hechas. Un nuevo trabajo científico zanja ahora la polémica.

Publicado en la prestigiosa revista The New England Journal of Medicine, explora las dos hipótesis que se han planteado a lo largo de la historia sobre la enfermedad de estos niños: poliomelitis o sífilis congénita. La conclusión es clara: Sorolla pintó el cuadro creyendo que era sífilis, pero realmente dibujó a niños con poliomelitis.

El valenciano creó Triste herencia durante el verano de 1899 en su tierra natal. Dijo que sufrió terriblemente cuando lo pintó, tanto que aseveró: "Nunca volveré a pintar un tema como ése". En la escena se presenta a unos cuantos niños disfrutando de un baño en el mar. Algunos tienen el cuerpo algo deformado. Otros portan muletas. Al fondo a la derecha, incluso, se puede ver a un pequeño sin pierna.

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"Un día estaba yo trabajando de lleno en uno de mis estudios de la pesca valenciana cuando descubrí de lejos unos cuantos muchachos desnudos dentro, y a la orilla del mar y vigilándolos la vigorosa figura de un fraile. Parece ser que eran los acogidos del hospital de San Juan de Dios, el más triste desecho de la sociedad: ciegos, locos, tullidos y leprosos. No puedo explicarle a usted cuanto me impresionaron, tanto que no perdí tiempo para obtener un permiso para trabajar sobre el terreno, y allí mismo, al lado de la orilla del agua, hice mi pintura", relató el propio Sorolla a un periodista del diario The Times sobre el porqué de este cuadro.

'Hijos del placer'

Las palabras del pintor guardan relación con la enfermedad que él creía que sufrían los pequeños, la sífilis congénita. Se produce cuando la madre traspasa la infección al bebé y, coincidiendo con lo que había visto Sorolla, puede provocar que el niño quede ciego, sordo, tenga retrasos en el desarrollo y/o deformidades en los huesos. De ahí el título de Triste herencia.

Como confirma el trabajo de NEJM, por aquel entonces ya se sabía que esta era una enfermedad de transmisión sexual. De hecho, el texto asevera que el cuadro, en un primer momento, se iba a llamar Hijos del placer.

Los coetáneos del artista creyeron igualmente que eran las consecuencias de una sífilis lo que había retratado. Así lo escribía en 1909 el impresionista William Starkweather: "Son los hijos marginados de padres desgraciados. La mayoría son tullidos, algunos llevan los estigmas de la idiotez, muchos están totalmente ciegos".

El cuadro encandiló a la crítica internacional. Tanto que fue protagonista de varios trabajos en la literatura médica. Se teorizó, por ejemplo, con la enfermedad de Duchenne, una patología hereditaria que provoca distrofia muscular muy rápidamente. La descripción encaja con el título y lo que se ve en el cuadro, pero en 2012, un estudio publicado en Child's Nervous System apostó por otra versión: los niños podían estar sufriendo las secuelas de la polio.

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Casi diez años más tarde, un comentario sobre ortopedia editado en el Journal of Pediatric Orthopaedics apuntaba al desgaste de los músculos del muslo y la pantorrilla del niño asistido por el monje. También fijaba la vista en "la flexión excesiva de la rodilla derecha" y "la postura en flexión plantar del tobillo derecho con los dedos del pie". "No poder despejar un montículo de arena durante la fase de balanceo de la marcha indica que el tibial anterior del niño está paralizado", continuaba.

Una enfermedad desconocida

Recogiendo el testigo de aquel diagnóstico, la revisión de NEJM concede: "Sorolla, sin saberlo, había pintado a niños con parálisis pospolio por primera vez".

También conocida como poliomielitis, es una enfermedad altamente infecciosa que generalmente afecta a niños menores de cinco años. Se caracteriza por atacar al sistema nervioso y, entre sus secuelas, está la atrofia muscular, la parálisis y las malformaciones. En España, el primer brote epidémico fue detectado en la localidad de Valls (Tarragona) en el año 1896, pudiéndose haber diseminado por territorios cercanos, entre ellos, como dice el estudio, Valencia.

Ahora bien, ¿es posible que Sorolla supiera que era poliomelitis? La investigación es clara: no. "Las epidemias de polio eran relativamente nuevas en Europa y Estados Unidos a finales del siglo XIX y principios del XX y las características de la enfermedad apenas se estaban definiendo. No fue hasta seis años después de pintar la pintura que el Dr. Ivar Wickman, en Estocolmo, estableció que la polio era una enfermedad contagiosa. Por el contrario, durante mucho tiempo se había entendido que la sífilis congénita era hereditaria", reza el escrito. 

"Sorolla no se equivocó respecto del daño que puede causar la sífilis", matizan. "Una enfermedad congénita no tratada puede causar daño esquelético, atrofia óptica, ceguera y problemas neurológicos, incluida la parálisis. Sin embargo, los patrones de atrofia muscular y parálisis que Sorolla registró revelan información diagnóstica más específica a los observadores médicos del siglo XXI".