Más de 430.000 muertes en el mundo. Cuando alguien pronuncia ese dato, la mente inevitablemente navega hacia patologías tan sonadas y temidas como el cáncer o el alzhéimer. Sin embargo, la cifra se corresponde a la osteoporosis, una enfermedad del esqueleto que va disminuyendo la densidad mineral ósea poco a poco. Muy sibilinamente. Hasta que llega el punto que la caída más tonta puede provocar una fractura grave que lleve, desgraciadamente, a la muerte.

Según un estudio sobre la carga mundial de la osteoporosis, es además una enfermedad en aumento, debido principalmente al envejecimiento de la población. Así, desde 1990, las cifras de muertes por fracturas relacionadas con la osteoporosis se han disparado un 121%. A priori, al lector le puede costar entender la asociación entre fractura y muerte, pero el dato se entiende si se tiene en cuenta que las roturas más comunes son las de cadera, que tienen una alta morbimortalidad. Se estima que uno de cada cinco pacientes muere durante el año posterior de esta lesión. 

El asunto no tiene muchos visos de mejora. Al menos en España. Tal y como advierten desde la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), para 2034 los casos de esta enfermedad se habrán incrementado un 29,6%. "Es una epidemia entre comillas, porque no es una enfermedad infecciosa, pero está incrementando su incidencia en estos años", avanza Carlos Bastida, responsable del Grupo de Trabajo de Patología Osteomuscular y Osteoporosis de la sociedad.

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A pesar de la escalada con la que amenaza la enfermedad, los expertos dicen que sigue estando infradiagnosticada y ampliamente incomprendida. "Seguimos sin darle la importancia que tiene", lamenta Bastida. Por ejemplo, como denuncia un documento español elaborado por expertos en el tema, se ha constatado que el 50% de los pacientes con fractura de cadera han sufrido antes otra. "Los pacientes con fractura por fragilidad no reciben el tratamiento adecuado y debemos tener en cuenta que, en los dos años siguientes, se incrementa el riesgo de fractura en un 290%", apostilla el escrito.

Tampoco ayuda la concepción que tienen los propios ciudadanos sobre la osteoporosis, ligada a mujeres de edades muy avanzadas, a causa de su relación con la menopausia y la pérdida de estrógenos. "Indudablemente, es algo que se da con la edad, pero no es algo sólo de gente muy mayor", desmitifica el experto. Tampoco es asunto exclusivo de las féminas, aunque sí son su víctima más frecuente. Se calcula que, en nuestro país, el 22,6% de mujeres y 6,8% de hombres mayores de 50 años tiene esta patología.

Una sociedad envejecida

Ante la epidemia que viene, agraciada por la particular situación demográfica española y su rumbo a ser una de las sociedades más envejecidas del mundo (según el INE, en 2037 la población de 65 años y más llegará a ser el 26% del total), cabría pensar que uno se tiene que cruzar de brazos y esperar que la edad cause sus estragos, pero lo cierto es que hay formas de prevenir la enfermedad o, al menos, de retrasar sus efectos. "Es algo que hay que trabajar desde la infancia", avanza Bastida.

Tal y como detalla el experto, durante la infancia y la adolescencia se va conformando la masa ósea del cuerpo. El pico se alcanza, más o menos, entre los 18 y los 25 años. Si se han seguido los hábitos correctos, la masa ósea será la adecuada, por lo que el desgaste se irá notando menos. Es como empezar una carrera con mucha más ventaja que el resto.

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Y, ¿cuáles son esos hábitos? Bastida habla de uno fundamental: el ejercicio físico. Existe una fuerte evidencia sobre que el ejercicio iniciado de forma temprana en la infancia contribuye a un pico de masa ósea más alto. Mientras, en el adulto reduce la pérdida y mejora la fuerza muscular. También ayuda a prevenir las caídas, pues aumenta la coordinación y el equilibrio. Los expertos recomiendan el entrenamiento de resistencia y de alto impacto, así como actividades con pesas.

La nutrición es otro de los puntos más importantes. "Ahora está de moda rechazar los lácteos, pero son necesarios, ya que aportan calcio", advierte el médico. Una insuficiente acumulación de este componente implica una baja mineralización del hueso y un descenso del pico de masa ósea.

Entre los alimentos que más aporte de calcio se encuentran los lácteos más típicos, como la leche (118-133 mg a los 100g), la nata (300 mg/100g), el yogur (150-180 mg/100g) o el queso manchego (800 mg/100g), pero también el repollo (535 mg/100g), las avellanas (250mg/100g) o las cerezas (267mg/100g).

Vitamina D y otros factores

Junto al calcio, aparece la gran desconocida de la enfermedad, la vitamina D. Ésta, que en realidad es una hormona, es imprescindible para la síntesis de la hidroxiapatita, principal componente para la mineralización del esqueleto. Un déficit mantenido de 25-hidroxivitamina D se ha asociado a un retraso del crecimiento y raquitismo en niños y con osteoporosis en adultos. "Estamos viendo un descenso en los niveles de vitamina D y tendremos que ver los motivos", comenta Bastida.

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Popularmente conocida como la vitamina del sol, se obtiene a partir de la exposición a los rayos ultravioleta B y de alimentos como el pescado azul. También de frutas y verduras como el aguacate y de huevos, lácteos y setas.

Con estas dos pautas es posible mirar de una manera más optimista hacia el futuro de la enfermedad, sin olvidar otros factores de riesgo, como la toma de alcohol y tabaco muy nocivos para la salud ósea y algunos medicamentos que influyen en ella, como corticoides, antidepresivos y anticoagulantes.

Las personas que los ingieran con asiduidad y que además cumplan con el prototipo de perfil de riesgo (mayoritariamente mujer a partir de los 50), deben insistir a su médico en la realización de pruebas y acatar pautas para prevenir daños mayores. Con hábitos tan sencillos como los mencionados, más trucos como despejar la casa de obstáculos que puedan ocasionar una caída que conduzca a la rotura. "Casi todas se producen en el hogar y esto es importante insistirlo", recalca el doctor.

La osteoporosis constituye el segundo problema sanitario asistencial en el mundo después de las enfermedades cardiovasculares, según la OMS. Sólo así, será posible frenar lo que parece una imparable escalada.