A pesar de los buenos resultados que han dado las vacunas contra la Covid-19 en el último medio año, todavía queda gente que las mira con sospecha. Esto no es malo de por sí, pues un poco de escepticismo nunca viene mal, pero hay una parte de estos escépticos que aprovechan las dudas que puedan existir para lanzar acusaciones de todo tipo.

Es el caso del tuitero Alvise Pérez, famoso por, entre otras cosas, difundir informaciones de una veracidad, cuando menos, poco comprobada. En un reciente tuit afirmaba que solo han muerto 56 jóvenes de entre 20 y 29 años en España de los 5 millones que hay, un 0,0012% de los casos. 

"Los que quieren obligar a la vacunación a 5 millones de personas por el 0,0012% de casos son los que llaman 'conspiranoicos' a los demás", afirmaba en dicho tuit. 

Según las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadística, hay 4.944.640 personas de entre 20 y 29 años viviendo en España. De ellas, 492.142 se han contagiado de Covid-19, indica el último informe semanal del Instituto de Salud Carlos III. En los últimos siete días contabilizados se han registrado 3.684 casos, con una incidencia acumulada de 75,2 casos por cada 100.000 habitantes. Es el grupo de edad con mayor número de contagios en dicho periodo de tiempo.

Desde el 22 de junio de 2020 ha habido 7.198 veinteañeros hospitalizados (el 1,5% del total de ingresos por Covid). De ellos, 366 han acabado en la UCI y se han producido 57 muertes. Es decir, ha fallecido el 0,012% de los contagiados por Covid-19 entre 20 y 29 años. Además, los casos de UCI entre jóvenes hospitalizados están siendo mayores ahora que durante las anteriores oleadas de la pandemia. En total las personas entre 10 y 30 años son los más sobrerrepresentados en la población contagiada respecto a la general después de la primera ola.

"Cuando hay una muerte por meningitis o por legionelosis se pone el grito en el cielo. Puede que el número de muertes no sea elevado, pero si han muerto 50 españoles jóvenes, con una expectativa de vida larga, es para tenerlo en cuenta", afirma Rafael Ortí, presidente de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene.

No se trata solo de evitar muertes sino que, de las personas que han sido ingresadas por Covid-19, "un alto porcentaje tiene síntomas tres y cuatro meses después. Es verdad que en los jóvenes se comporta como una gripe o un resfriado, pero no deja de ser un problema de salud que atender".

Los jóvenes no viven aislados

Otro argumento que ofrece Ortí para que la población joven se vacune es que no están solos. "Podemos plantear no vacunar a una persona sana menor de 40 años que tenga una situación privilegiada pensando en ella misma; pero, pensando en los demás, si trabaja o si cuida a gente vulnerable, hay que ser más humilde y tener una precaución extra".

En la actualidad, hay un 50% de la población vacunada con una dosis, la mayoría de ellas mayores de 50 años. Hasta el momento, 576.664 personas de entre 20 y 29 años han recibido ya la vacuna. Se trata de aquellas que estaban en grupos de riesgo por su condición laboral (profesional sanitario, profesor, miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado) o por ser paciente de riesgo (inmunosuprimidos por haberse sometido a trasplante, tratamientos quimioterápicos o enfermedades autoinmunes). Representan el 11,7% de la población en esa franja de edad.

El Gobierno planteó el objetivo de vacunar al 70% de las personas con dos dosis hasta finales de agosto. Este cálculo, que muchos identifican con la obtención de la inmunidad de grupo en el país, permitiría dejar fuera a los menores de 30 años.

El problema, sin embargo, es que dejar a esta población sin vacunar supone un riesgo. Primero, porque están en contacto con otras franjas poblacionales, ya sea a través de los lazos familiares, el trabajo, el estudio o, puede que en menor medida, el ocio. 

Hay un factor adicional que multiplica el riesgo: las vacunas no son efectivas al 100%. Que el suero de Pfizer, inmuniza al 95% de las personas que se vacunan con él implica que hay un 5% que, por la razón que sea, no está protegido tras la vacunación. Esto es algo que pasa con todas las enfermedades prevenibles con una vacuna: necesitan una alta cobertura para que las personas a las que no les ha hecho el efecto deseado estén también protegidas. No vacunar a los jóvenes es una bomba de relojería, para algunos de ellos y para las personas que les rodean, y permitiría que el virus siguiera circulando.

"Si una persona joven que vive en una isla aislada del mundo no se quiere vacunar, casi le felicito", ironiza el presidente de los médicos preventivistas españoles. "Pero son cuestiones que necesitamos valorar. No hay ser alarmistas en extremo pero tampoco hay que menospreciar la enfermedad, como hacemos con el sarampión, la gripe y otras tantas. Hay que confiar en el sistema sanitario y en la evidencia científica del momento". Y aclara: "No puedo entender que una persona no quiera vacunarse".

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