José Andrés Gómez Carmen Suárez

Doctor en Medicina por la Universidad Autónoma de Madrid y especialista en Traumatología y Cirugía Ortopédica por el Instituto Universitario Dexeus de Barcelona, Ángel Villamor es uno de los mayores expertos del mundo en cirugía artroscópica de rodilla, hombro, tobillo y cadera. Pionero en el tratamiento para la recuperación de tejidos con plasma rico en factores de crecimiento y en el trasplante autólogo de células madre, su equipo fue el primero de España premiado por la Academia Americana de Traumatología.

Cuenta Ángel Villamor que el trabajo de un traumatólogo, pese a lo que el común de los mortales piensa, tiene bastante más que ver con la labor de un ebanista que con la de un carnicero. De hecho, la vocación del que es hoy uno de los médicos más reconocidos de nuestro país en su especialidad surgió gracias a la pasión que dedicaron sus padres a la Medicina y su abuelo, ebanista, a la talla de maderas en la ebanistería que regentó durante toda su vida. "Pasé gran parte de mi infancia con mi abuelo, que me hizo trabajar con él en la ebanistería, de manera que todas las manualidades, toda la creatividad del ebanista se quedó impregnada en mí", rememora.

Villamor habla desde el patio interior de un hermoso edificio de tres plantas, en la zona de El Viso, en Madrid. Es allí donde se encuentra la clínica iQtra Medicina Avanzada, que él mismo dirige y donde desarrolla desde hace años novedosas técnicas terapéuticas y quirúrgicas junto a su equipo. De las paredes del interior cuelgan decenas de fotos en los que deportistas de élite, toreros y otras celebrities agradecen, rúbrica mediante, la ayuda del doctor. Él, que saltó a la fama por ser el cirujano que operó al Rey Juan Carlos tras el incidente de Botsuana, no reniega de la fama. Todo lo contrario. Se siente orgulloso de haber intervenido con éxito a lo más granado del deporte nacional sin haber llamado a la puerta e nadie. "Todo esto ha sido consecuencia del trabajo", asegura. 

Entrevista al doctor Ángel Villamor Carmen Suárez

-¿Se puede disfrutar en una especialidad médica como la Traumatología? Lo digo porque lo de poner tornillos en los huesos no sé si es para todo el mundo. 

-Sin lugar a dudas. Tienes que pensar que en Traumatología cogemos desde el martillo hasta el escoplo. La primera vez que fui a visitar a un primer espada estadounidense, llamé a mi abuelo, que todavía vivía, y le dije: "Abuelo, si ves a este tío coger la herramienta, le das en la mano". Porque hay que saber manejar las herramientas, eso también es disfrute. Dentro de mi formación, yo hice un año de microcirugía en el que suturas venas del calibre de una aguja con un microscopio. Pero, sin lugar a dudas, algo que nunca se debe olvidar en esta especialidad es que tenemos que cuidar todos los detalles, y para llegar a ese hueso y a ese martillazo, has tocado tejidos alrededor. Eso hace que la especialidad no deje de nunca de ser una cirugía en la que tienes que poner muchísimo mimo. 

-¿Recuerda su primera vez en un quirófano?

-[Ríe] La primera vez fue muy peculiar porque era estudiante todavía y entré a ayudar a un cirujano, un jefe de servicio. Cuando acabamos la cirugía, habíamos extraído un tumor de estómago y me dijo: "Quítate los guantes y cógelo con las manos". Me hizo cogerlo con las manos y estuve palpándolo todavía caliente. Cuando acabé y me fui, uno de sus colaboradores me dijo: "Esto nunca se lo ha hecho a nadie". Al día siguiente le pregunté: "¿Por qué lo ha hecho?". Y me dijo: "Porque creo que vas a ser un gran cirujano". 

-Dígame, ¿cuáles son las claves para tener unos huesos de acero?

-Es muy importante mantenernos en forma. Nuestra generación está siendo una generación muy longeva. Hay muchas personas mayores que quieren mantenerse bien. Estamos en un momento en nuestra especialidad en el que empezamos a preocuparnos por mantener sano el sistema musculoesquelético de la persona mayor. Casi podríamos decir que ha nacido una disciplina nueva en la que tendríamos que hacer hincapié en que estas personas mayores se cuiden. Tienen muchos años de vida y el sistema musculoesquelético ha de seguirles.

-Desde pequeños siempre se nos ha dicho que necesitábamos beber tres vasos de leche al día, pero, en realidad, el calcio se puede extraer de muchos otros alimentos. ¿Es la leche imprescindible para tener un buen sistema musculoesquelético?

-El calcio es importante, pero se le ha dado excesiva importancia en los últimos 15 años, cuando se ha empezado a hablar de osteoporosis. Se ha descubierto que las personas mayores dejaban de reforzar con calcio el esqueleto, y eso repercutía en esas fracturas de cadera, esas fractura de columna vertebral debido a que las vértebras se van hundiendo por falta de calcio. A raíz de esa descalcificación se empezó a dar mucha importancia a la recalcificación, a la ingesta de calcio, y el primer recurso que todos conocemos es la leche.

La leche no es el elemento que más calcio contiene, hay muchos otros alimentos, pero aún así hemos de ser conscientes de que la osteoporosis del anciano no aparece porque no tome calcio, sino que su organismo es incapaz, por mucho que tome, de aponerlo al hueso. La osteoporosis ha de combatirse con vitamina D, con actividad física, y fármacos que activan la aposición de calcio. Todo anciano que empieza a tener descalcificación en los huesos no la va a suplir ni a curar tomando calcio en exceso, sino que el médico ha de preocuparse más por todos los elementos que activan la aposición de ese nutriente. 

-Usted ha sido reconocido con numerosas distinciones: la Medalla Europea al Mérito en el trabajo, su equipo fue el primero de España premiado por la Academia Americana de Traumatología… ¿Se considera un adicto al trabajo? He leído que llega a trabajar entre 12 y 14 horas diarias. 

-No sólo 12 o 14. Empiezo estudiando unas cuantas horas antes [vuelve a reír]. A las seis de la mañana ya estamos estudiando para las cirugías que se van a hacer o los trabajos que estamos publicando. Aun así, no me considero un adicto al trabajo. Me gustan muchas otras actividades, y creo que no me excedo en lo que le dedico al trabajo. Le dedico lo que me pide o lo que necesita. La Medicina es así. Yo viví desde pequeño cómo mis padres, desde la mañana a la noche, los sábados y los domingos, seguían viendo pacientes. Mi padre no se quitaba el pijama porque estaba haciendo alguna publicación durante el fin de semana. Entendí que si yo me metía en la Medicina, la Medicina demandaba esto. Yo le estoy dando a la Medicina lo que me pide, y si algún día puedo irme antes a casa, me voy antes. Pero no es por adicción. Es por compromiso.

El doctor Ángel Villamor, durante el transcurso de la entrevista. Carmen Suárez

-Decía hace unas semanas el jefe del servicio de Cardiología del Ramón y Cajal, José Luis Zamorano, que un médico es un "privilegiado" porque tiene la posibilidad de hacer algo que no es capaz de hacer todo el mundo, que es curar a la gente.

-Eso es algo que vi desde el principio y que no todos los compañeros sienten igual. Me cuesta decirlo porque parece una falta de humildad. "Tenemos el privilegio de haber estudiado algo con lo que podemos ayudar a los demás". Pero este privilegio, como todo en la vida, conlleva un compromiso extraordinario. Y hay que asumirlo así. Si quieres vivir en el placer de saber que puedes ayudar a los demás, vivir con ese privilegio, tienes que cumplir con él.  

-Usted es un médico prestigioso que, además, es conocido por haber operado en distintas ocasiones al Rey Emérito. ¿Cómo se llega a ser el cirujano de un rey?

-Yo creo que fue consecuencia de echar tantas horas trabajando. Igual que el Rey o tantos deportistas de élite que hemos operado, yo nunca he ido a llamar a la puerta de nadie. Fue el Rey Emérito el que se presentó en nuestra clínica con mi currículum en la mano y me dijo: "Villamor, he leído todo esto de ti y quiero que me eches una mano". Llevaba un tiempo muy descuidado y tomamos las riendas de estos cuidados y acabamos operándole más veces. Todo esto ha sido consecuencia del trabajo. 

-Usted lo intervino tras el famoso viaje a Botsuana. ¿Cómo recuerda aquellos momentos?

-Cuando él me llamó desde Botsuana, me dijo: "Angelito, creo que me he roto la cadera. ¿Qué hago, me opero en Botsuana?". Tramitar todo el traslado a España y esperar que llegase aquí ya fue un estrés porque, con una fractura así, el traslado era también comprometido. Pero nos pareció más comprometido que lo operasen allí sin saber quién lo iba a hacer. Luego, la cirugía, como siempre, es mucha responsabilidad. Ya le habíamos operado de la rodilla, del talón de Aquiles, pero sin lugar a dudas aquella fractura fue importante y, de hecho, técnicamente hicimos una virguería porque era una cadera que ya estaba artrósica. Estábamos planeando ponerle una prótesis y nos encontramos con una fractura, de manera que resolvimos las dos cosas a la vez. Fue un reto social y técnico que acabó muy bien. 

-¿Se sienten más nervios operando la cadera a un rey o a un deportista de élite que a una persona de a pie? 

-Antes de entrar en quirófano, cuando ves toda la parafernalia que hay fuera de periodistas, por supuesto que te resulta un poco estresante. Siempre hemos hecho chistes porque dentro del quirófano teníamos guardaespaldas alrededor. Existe algo que a mí me ha impresionado, que me impresionó también la vez que operé a mi padre, y es que cuando empiezas la cirugía, te olvidas. Yo pensé: "Cuando esté abriendo a mi padre, ¿qué me va a pasar?". Fue empezar la operación y olvidarme. Debe ser un reflejo del cerebro humano, que te hace olvidarte de las cosas que estorban para hacer bien tu trabajo.

Ángel Villamor junto al Rey Juan Carlos y al piloto Fonsi Nieto. EFE

-¿Por qué reyes, políticos o deportistas recurren a la sanidad privada más a menudo para ser intervenidos quirúrgicamente? ¿La sanidad pública no está tan bien preparada para operar una rodilla o una cadera?

-No sé, no tengo esta idea. Tal vez pueda ser que la Traumatología Deportiva no está tan desarrollada en la sanidad pública. De hecho, cuando estudié el MIR, para poder estudiar la especialidad de Traumatología aplicada al deporte, me fui a un centro privado que estaba concertado con el ministerio. Es cierto que en la sanidad pública no se ha desarrollado la Traumatología Deportiva y en esto quizás nos podamos diferenciar, pero la traumatología en la sanidad pública es excelente, sin lugar a dudas. Cuando sales al extranjero te das cuenta de que no nos quedamos atrás en nada.

-Usted fue uno de los primeros médicos que introdujo el tratamiento con células madre en España y fue tachado por aquel entonces de poco ortodoxo. Ahora, es una práctica muy extendida. 

-Es curioso. Tuvimos problemas de todo tipo e incluso tuvimos que dejarlo.A veces vas descubriendo que introducir nuevas técnicas es difícil. También, cuando lo reflexionas, te das cuenta de que todas las ramas médicas son algo muy serio, donde se debe andar con muchísima prudencia para introducir nada nuevo, y eso hace que todo vaya más lento. Yo siempre que he introducido alguna técnica la he aprendido en algún lugar donde ya se estaba practicando, y las células madre se estaban practicando en el extranjero. Estuve aprendiendo fuera y estaba todo corroborado. Para mí, fue un disgusto entonces, después de llevar año y pico practicándolo y haciéndolo con muy buenos resultados. Me costó mucho y casi no lo entendía, tal vez por los años de experiencia que me faltaban en la vida, pero después te das cuenta de que las cosas han de ir así y es correcto que en medicina vayan con prudencia.

-Usted, que suele operar a deportistas de élite, ¿siente la necesidad también de ejercer de 'psicólogo', mostrando confianza al paciente para hacerle ver que va a poder recuperarse de su lesión?

-Esto es importantísimo, tanto para deportistas como para todo tipo de pacientes. La empatía es algo fundamental en la Medicina. Cuando alguien te viene a pedir ayuda por su salud, está en un momento muy delicado. Tienes que saber entenderle, hacerle ver que estás con él, a veces incluso perdonarle algún trato extraño que pueda tener contigo. Saber ponerte de su lado y hacérselo ver. Por otra parte, el optimismo es un arma muy importante en el médico. Si el paciente confía en ti, tienes un poder muy importante sobre él. Inculcarle ese optimismo va a ayudar a que el proceso sea muchísimo más rápido. 

-¿El 'running' es un deporte mucho más peligroso de lo que la gente piensa? 

-Efectivamente, el running entra dentro de todas estas disciplinas deportivas y gimnásticas que se han puesto de repente de moda en la mediana edad, o mediana y alta edad. De los cuarenta y tantos en adelante ha aparecido una nueva generación en la que el deporte, estar en forma, es sumamente importante. Estoy de acuerdo, pero hemos entrado en esa dinámica con el paso incorrecto. Creemos que el deporte es sano de por sí, independientemente de cómo lo hagas, y ahí estamos errando. Nos falta dar un paso más en nuestra cultura de la actividad física y deportiva. Hay que saber elegir qué deporte es bueno para cada uno de nosotros dependiendo de nuestra edad.  

-¿Y cuál es su opinión sobre el 'crossfit', que está tan de moda? 

-El crossfit, como otras muchas disciplinas de este tipo, están errando de la misma manera que otras como el running. Si un deportista de veintitantos años practica crossfit, seguramente sea una forma muy saludable de ponerse en forma y estar guapísimo, pero hay que saber adecuarlo a según qué deportista, según qué gimnasta o según qué edad. Al igual que con el running, hay que tener mucho cuidado con estos deportes de alto impacto con los que queremos volver a ser jóvenes, o muchas personas que no han hecho deporte de repente quieren ser deportistas. La intensidad que tolera un cuerpo u otro es distinta. Es verdad que suelen estar muy bien dirigidos por profesionales, pero en algunos sitios les falta saber decir: "Tú llegas hasta aquí, no quieras parecerte a un veinteañero porque no te corresponde". Ahí es cuando pasas de hacer algo beneficioso a hacer algo perjudicial. No sólo es que no sea efectivo, es que te pueda hacer daño. 

-¿Qué retos tiene por delante la Traumatología en España?

-La Traumatología en España está muy desarrollada. Yo viajo mucho al extranjero y colaboro con muchos hospitales y especialistas. Tenemos poco que envidiarles. Sí creo que, a nivel mundial, nos falta poder aunar fuerzas. Cuando viajas y conoces muchos centros distintos, te das cuenta de que tendemos a ser muy individualistas. Y cuando hablas con colegas, te das cuenta de que aportando tu experiencia y sumando las de otros se puede avanzar muchísimo. Actualmente estamos avanzando de modo muy importante en la artrosis, el desgaste de las articulaciones. Estamos operando cada vez menos prótesis porque la longevidad de las articulaciones de nuestros pacientes es cada vez mayor, pero tenemos que hacer aún más hincapié. La población envejece con una calidad de vida muy importante y nosotros tenemos que seguir ese ritmo. 

-¿Y usted?

Sinceramente, en estos años me estoy sintiendo tan a gusto con el equipo de iQtra que va todo fluyendo, y como todo avanza tan rápido, estamos colaborando con ingenieros en el diseño de prótesis, con biólogos para las terapias celulares y biológicas, con veterinarios… Va surgiendo todo tan rápido que no miro expectativas futuras porque cada día hay algo nuevo y eso es lo que cada día me tiene más excitado, el ritmo que estamos siguiendo actualmente. 

El esqueleto humano está compuesto por 206 huesos. Más de la mitad se encuentran en las manos y en los pies. Nuestro sistema musculoesquelético también se compone de músculos y tendones. En total, un ser humano tiene más de 650 músculos, que constituyen la mitad del peso corporal. El hueso más largo, fuerte y voluminoso es el fémur; y el más corto, el estribo, que forma parte del oído. Así, el sartorio es el músculo más largo, y el dorsal ancho, el más amplio. Al morirnos, el cartílago se descompone mucho más rápido que el hueso, de ahí que los cráneos de los esqueletos no tengan nariz ni orejas. 

Noticias relacionadas