El problema de comparar cifras de casos y víctimas en un período muy concreto es el decalaje de tiempo que se da entre una cosa y otra y que aún no hemos sabido calcular con precisión porque la horquilla es demasiado amplia. Algunos la estiman en diez días, otros en dos semanas. Generalmente, en grandes números, pueden pasar incluso tres semanas desde que la incidencia se dispara hasta que vemos una subida similar en el número de fallecidos de un país.

Con esta salvedad en mente, todo indica a que el número de fallecidos de este cuarto repunte va a ser considerablemente menor que el de los tres anteriores y no solo porque el número de casos no tenga nada que ver con esas tres olas sino porque es el parámetro que menos crecimiento ha tenido durante este mes y pico. Vayamos al 15 de marzo, primer día en el que la incidencia acumulada crece con respecto al día anterior en más de un mes. Por entonces, España se encontraba con 128,97 casos por 100.000 habitantes. Los datos del viernes 23 de abril hablaban de 235,51, es decir, un incremento del 82,6%.

Si dejamos pasar una semana para medir la presión hospitalaria, nos encontramos con que el 22 de marzo había 8.010 hospitalizados en total, de los cuales 1.935 estaban en la UCI. Un mes después, son 9.989 (+24,71%) y 2.297 (+18,71%) respectivamente. En otras palabras, salvo las situaciones que ya conocemos en Madrid, Cataluña, País Vasco y La Rioja, no se está viendo un incremento alarmante en la presión hospitalaria y aunque en rigor nos quedaría aún una semana para poder comparar el mismo período de tiempo, lo cierto es que, afortunadamente, estas cifras llevan ya unos días prácticamente estancadas, con subidas inferiores al 5% semanal.

En cualquier caso, esto ha pasado ya antes y tiene su lógica. Aunque en torno al 10% de los casos se traduzcan en ingresos hospitalarios, la velocidad con la que se dan las altas es cada vez mayor. Otra cosa son, obviamente, las UCI, de ahí que más de uno de cada cinco hospitalizados por Covid en España estén en estado crítico, una proporción asombrosa. Es muy difícil atribuir el número de hospitalizados directamente a una ola o a otra porque en ocasiones son los mismos: casos de larga duración que se van acumulando. En ese sentido, es un parámetro poco fiable y al no tener datos de fin de semana de nuevos ingresos tampoco es fácil calcular al detalle el porcentaje, que sería lo más preciso.

Lo que sí parece claro es que la mortalidad se ha estancado. Precisamente el 15 de marzo conocíamos los datos definitivos de las Comunidades Autónomas respecto a la semana anterior y descubríamos que por primera vez desde el 12 de octubre habíamos bajado de los 1.000 fallecidos semanales. Cinco largos meses tocaban a su fin. Según nuestra teoría del decalaje con respecto al aumento de casos, sería normal que aún siguieran dos semanas de bajada y a partir de ahí empezara a subir la mortalidad. Efectivamente, a los 891 fallecidos de la semana del 8 al 14 de marzo les siguieron 771 y 624 en las semanas anteriores. Hubo incluso una tercera semana de descenso hasta los 530 del 22 al 28 de marzo, que podría entrar dentro del ritmo de descenso de la tercera ola.

El caso es que, aunque sí vimos una subida en la primera semana de abril (631), la segunda presentó un descenso que iba en contra de lo esperado (542) y los primeros datos de la tercera semana no apuntan tampoco a crecimiento sino a estabilidad. ¿Qué escenarios hemos tenido en otros momentos similares de la pandemia, con incidencias parecidas? Llevamos varios días en 10.000-11.000 casos diarios entre semana y una incidencia en torno a los 225 casos por 100.000 habitantes, a veces un poco por encima, a veces un poco por debajo. La situación es muy parecida a la que vimos en septiembre, con una gran diferencia: en septiembre no había acumulación porque el verano había ido muy bien. Ahora, no solo estamos viendo defunciones de casos detectados en marzo y abril… sino incluso de estas navidades, con lo que el número debería de ser mayor.

Pues bien, en septiembre, murieron en España 3.000 personas según las comunidades autónomas, 100 por día. En los 21 días que hemos contabilizado de abril van 1.900, unas 90 diarias. No solo no sube la mortalidad total, sino que baja. Queda ahora ver hasta qué punto lo hace la CFR, siglas en inglés para “mortalidad por caso detectado”.

Según los cálculos del usuario de Twitter, @homosensatus, la mortalidad por caso está en los últimos 30 días en un 1,41%. Ya hemos dicho que es un cálculo aproximativo porque son parámetros que no se pueden comparar sin más en las mismas fechas. En diciembre, justo antes de la campaña de vacunación, llegó a estar en el 2%. Solo hemos tenido cifras mejores en verano de 2020, cuando las incidencias estaban por debajo de 10 casos por 100.000 habitantes y la transmisión se daba muy mayoritariamente entre jóvenes asintomáticos, que representaban en torno al 60-65% de los casos totales.

Este estancamiento en la mortalidad pese al aumento de los casos solo puede deberse a la acción de las vacunas y eso que aún queda mucho trabajo por hacer. La variante predominante ahora mismo del virus es la británica, que en principio es más letal que las anteriores, así que no podemos apelar al pensamiento mágico del "habrá mutado a mejor". No, es justo lo contrario. El dato definitivo viene, cómo no, de las residencias, que son lugares que se han blindado prácticamente al 100% contra el virus. Según datos recopilados por Miguel Ángel Reinoso (@mianrey en su cuenta de Twitter), del 4 al 24 de enero hubo 1.632 fallecidos, que subieron a 1.811 en los veinte días posteriores, cuando el porcentaje de vacunados aún no llegaba al 50%.

Ahora bien, del 29 de marzo al 18 de abril habrían muerto en toda España 13 residentes. Aunque es probable que esta cifra no sea definitiva -solo Cataluña ha notificado 29 en este mismo período, pero es que Cataluña incorpora los datos al ministerio a su ritmo- no es probable que el número total para España supere los 100. El escenario de cero muertos es viable a partir de la segunda o tercera semana de mayo. No hay motivos para pensar que cuando las vacunas estén igual de extendidas entre los grupos que ahora mismo presentan la mayor mortalidad bruta (60-69 y 70-79 años), esta no vaya a desplomarse aún más, permitiéndonos soñar, independientemente de repuntes y olas, en no volver a ver 1.000 muertes semanales por Covid nunca más.

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