Esta semana, Israel ha levantado la obligatoriedad de llevar mascarilla en espacios abiertos. Los buenos datos de vacunación de la Covid-19, con más de la mitad de la población ya inmunizada con la pauta completa, ha permitido ver en las calles imágenes que evocan una época pre-Covid que parece tan lejana en el tiempo: las sonrisas de la gente ya no están tapadas.

La eficacia demostrada por las vacunas (las de Pfizer y Moderna, principalmente) ha lanzado al optimismo a este país, el más avanzado del mundo en cuanto a ritmo de vacunación: tiene el 57,3% de sus habitantes vacunados, más del doble que el siguiente en la lista, Estados Unidos.

Desde finales de enero, cuando las primeras personas que recibieron el suero comenzaron a desarrollar inmunidad, hasta la fecha, la bajada del ritmo de contagios allí ha sido más que notable, pasando de superar los 7.000 casos diarios a llevar todo abril por debajo de los 50.

En España, las personas completamente vacunadas de la Covid-19 apenas llegan al 8%, según el último informe sobre la campaña de vacunación del Ministerio de Sanidad. Parece lejano el día en que podamos disfrutar de paseos sin mascarilla por las principales calles de la ciudad, pero, en realidad, estamos más cerca de lo que parece si seguimos el ejemplo de Israel.

Una situación de "casi normalidad"

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció la previsión de población vacunada en los próximos meses, manteniendo el optimismo de que, a finales de agosto, el 70% de la población española esté inmunizada. En la semana del 19 de julio, apuntó, se habrían vacunado 25 millones de personas; esto es, algo más de la mitad de los 47 millones que vivimos en España.

Con estas cifras, algunos especialistas en Salud Pública se muestran optimistas y ven una buena meta la desaparición de la mascarilla para este momento. Eso sí, solo en espacios al aire libre. Como Rafael Ortí, presidente de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene, que considera que "con un 50% de vacunados, más otro 10-15% de población inmune por haber pasado la enfermedad, estaríamos casi en una situación de normalidad".

Los médicos ven factible esta posibilidad pero no quieren lanzar las campanas al vuelo demasiado pronto. "Esto no quiere decir que haya que bajar la guardia, sino continuar con otras medidas (como la distancia social)".

La misma opinión la comparte el epidemiólogo José Jonay Ojeda, que supedita esta liberación de mascarillas al ritmo de vacunación "y cómo se traduce en los principales indicadores de la pandemia: primero, que tenga un efecto sobre la presión asistencial (ingresos, camas de UCI ocupadas y fallecimientos) y, posteriormente, en el número de contagios".

Ojeda también se muestra optimista porque la tendencia de la cuarta oleada de coronavirus "es más favorable de lo que nos esperábamos" pero no se atreve a pronosticar el impacto de la vacunación en la evolución de la pandemia con los datos actuales. "Tendremos que llegar a una cifra parecida a la de Israel y objetivar, con estudios epidemiológicos, en qué se está traduciendo en nuestro país".

Sin café para todos

Al respecto de los indicadores, Rafael Ortí hace hincapié en que no se puede usar el mismo rasero en "los 355 municipios de la Comunidad Valenciana que tienen actualmente cero casos de Covid" y en zonas donde la incidencia acumulada (el número de contagios por cada 100.000 habitantes en las últimas dos semanas) supera los 400.

"Para ir por la playa, el campo o una calle muy concurrida, no le veo ningún inconveniente [a ir sin mascarilla]. En lugares donde no hay transmisión, ¿por qué no hacerlo? Hay que tener en cuenta el nivel de incidencia local".

Según datos del Instituto de Salud Carlos III a 22 de abril, hay cuatro provincias con una incidencia menor a 50: Albacete, Alicante, Valencia y Baleares. En cambio, provincias vecinas como Granada y Jaén superan los 300 casos. País Vasco, Navarra o Madrid también lo hacen, al igual que Lleida y Guadalajara.

¿Turismo? Sí, pero controlado

El levantamiento de las mascarillas es importante especialmente en las provincias más turísticas, ya que supondría un incentivo para la temporada veraniega. Pero Ortí advierte de que "la llegada del turismo extranjero no debe ser masiva y controlada mediante vacuna o PCR", así como llevar la trazabilidad de los nuevos casos que se produzcan.

Los especialistas consultados por EL ESPAÑOL subrayan que, en ningún caso, la permisividad con las mascarillas llegue a los interiores y que, en sitios con gran afluencia de personas tales como conciertos al aire libre, se debe mantener si no se mantiene la distancia social.

Algunos van más lejos aún. "Me preocupa lo que ha pasado en Chile", admite Joan Carles March, profesor y codirector de la Escuela Andaluza de Salud Pública. "Es un país que ha vacunado mucho más rápido que cualquier otro país latinoamericano y ha acabado teniendo una incidencia acumulada muy alta porque la gente pensó que, al haber muchos vacunados, podían estar sin mascarilla".

Más del 40% de los chilenos tienen al menos una dosis de la vacuna administrada. En los últimos dos meses (Chile lleva vacunando desde principios de febrero), el número de contagios diarios en el país andino ha ido incrementándose rápidamente, alcanzando el pico el pasado 14 de abril, con 7.320 casos.

Los grandes beneficios de la mascarilla

Con todo, March apunta que es planteable ir eliminando la mascarilla progresivamente, si bien su uso en todo este tiempo ha traído "grandes beneficios" más allá de la Covid-19, "ligados a la disminución de la gripe y de las infecciones asociadas en personas con enfermedad pulmonar obstructiva crónica".

En efecto, los casos de gripe notificados esta temporada han sido irrisorios: frente a los 619.000 del invierno de 2020, en 2021 se han recogido tan solo 12. Además, los neumólogos reconocen que han bajado las crisis de los pacientes asmáticos este último año.

Por ello, el profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública apunta que la mascarilla ha venido para quedarse… en ciertos casos. "Será una herramienta muy útil en invierno y en interiores mal ventilados, donde gente vulnerable pueda llevarla para evitar el riesgo de infecciones".

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